miércoles, 30 de marzo de 2011

Índices de las Obras Completas de fray Luis de Granada



Álvaro Huerga Teruelo, se ha encargado de la edición de las Obras Completas de Fr. Luis de Granada.  A raíz de esta publicación, un grupo de lectores ha recogido todos los datos producto de su lectura, y ha organizado unos Índices de dicha Obra.

La obra de Fray Luis se extiende hasta 51 tomos, en la edición de la Fundación Universitaria Española. Los libros comienzan a salir en 1.998, a razón de cuatro tomos por año. El P. Álvaro Huerga, que ha dirigido al equipo de especialistas, culminó la publicación en Octubre de año 2.006. 

El tomo LII recoge los Índices generales y los Índices específicos de Autores, Sagrada Escritura, Temas y Lugares. 

Desde el año 2.002, hasta el mes de Marzo del año 2.008, un grupo de colaboradores ha reunido todos los datos en una página Web, pues la riqueza y abundancia de los datos, excedía la capacidad del tomo LII, y  también para facilitar a los investigadores la consulta y búsqueda de información sobre esta obra. 

http://indice.frayluisdegranada.org

Queremos expresar nuestro agradecimiento cordial al equipo de colaboradores que ha participado en este trabajo de investigación:
Libro


Ricardo Alarcón LlamasMaría Isabel Llamas Inglés 
Mª Luisa Alarcón Manzanera Aurora Llamas Inglés 
Carmen Arcas Ruano Jaime Llorens Inglés 
Ana María Blanco Inglés Gonzalo Llorens Inglés 
Eloísa Blanco Inglés Francisco Martínez de Salazar 
Fernando Blanco Inglés Romualdo Mateos Ramos 
Francisco de la Torre García Concepción Núñez de Castro 
Laureano Gómez Parra Mª Carmen Ros Soriano 
Guadalupe Gómez Parra Mª Aurora Silva Huertas 
José Antonio González Feijoo Manuel Jesús Soler Martínez 
Mª Luisa Horcajadas Rivero Jose Teijón Fernández 
Alejandro Llamas Inglés Julia Urgel González 


Himno de Jacobo Montano al Niño Jesús en su Circuncisión

Ya amanece el día octavo,
en que el niño dios, cortada la carne
de su varonil pudor, derrama
sangre rosada.


Gócese todo el mundo,
por cuya salud eterna  Dios,
tomado figura humana,
quiso cubrirse de sangre.


No tiene mancha y sufre expiación,
siente al médico curar la herida,
afirmado su vigor, aunque esá libre
de sufrir herida.


Su carne se queja y grita,
sus mejillas no pueden frenar el llanto,
y mientras, como un azote,
el grito golpea su pecho sagrado.


Su sangre es precio de salud humana,
nada más valioso que ella en el mundo
se nos da hoy por vez primera
en generosa ofrenda.


Tanto llanto lava el corazón de culpa,
de la doble mancha del pecado,
y la sangre libra al vasto mundo
de sus prolongadas cadenas.


Le ponen desde el cielo
el nombre de Jesús al niño,
y con razón se lo dan, pues redime
a su pueblo y es su salvador.


Este nombre da vida a los muertos,
hace andar a los cojos, a los ciegos
les da vista, y sana los cuerpos
enfermos de lepra.


Este nombre hace oír a los sordos,
que hablen los mudos,
y aleja el fuego temible
de la fiebre duradera.


Este nombre sana a los tullidos,
da otro vigor a los miembros,
y devuelve el movimiento firme
a los cuerpos que lo han perdido.


Este nombre cura la hidropesía,
retiene los gases fugitivos,
y con su virtud repele de la carne débil
toda enfermedad.


Este nombre da fuerza al espíritu,
cuando la dificultad nos llama a luchar,
y el infernal Plutón lanza
truculentos aguijones.


Este nombre perdona los pecados,
es gozo de los justos, patria de los
desterrados, puerto para los náufragos,
y fuerza oculta para el luchador amigo.


Este nombre llena de lenguas la boca,
vence al veneno vivaz de la víbora,
y calma el hambre y violencia
de las fieras antes de decirlo.


Este nombre tiene la virtud del aceite
saludable, con cuyo ungüento suave
sana al universo mundo y mitiga
todo dolor.


Este nombre es sonido puro para el oído
dulzor para el gusto, aroma para el
olfato vivo, y levanta gozos sonoros en
el corazón puro.


Gloria pura a la trinidad eterna,
que ama tanto a su pueblo, para que
con este nombre divino ahuyente todo mal
y conceda todo bien.

En Fray Luis de Granada, Conciones in Natali Domini, 1575-6, Obras Completas, t. XXV p. 354, F.U.E., Madrid 2000

Traducción de Ricardo Alarcón

martes, 29 de marzo de 2011

Yoshimi Orii descubre Fides no Quio de fray Luis de Granada

La profesora japonesa de la Universidad de Tokio, Yoshimi Orii, ha descubierto en Harvard un manuscrito de Fides nio Quio; éste era propiedad de Ernest Stillman, quien lo compró en 1921 a un comerciante de dulces en Chicago, que a su vez lo había adquirido en Berlín. Un anticuario de Berlín localiza el libro por primera vez en 1907.

Los jesuitas imprimieron una copia del libro en Japón en 1611. Se trata de la Primera Parte de la Introducción del Símbolo de la fe, obra de fray Luis de Granada, escritor español del s. XVI, que fue uno de los últimos libros producido en Nagasaki de 1590 a 1614, por los misioneros.

Anteriormente los jesuitas de Nagasaki ya habían publicado en 1592 el libro Fides no Doxi, una traducción al japonés, en caracteres latinos, de la Quinta parte de la Introducción del Símbolo de la fe. Otras obras de fray Luis se tradujeron al japonés, después de que él mismo lo autorizase a unos jóvenes japoneses, que acudieron a verlo en Lisboa: la Guía de pecadores  impresa en 1599, y el Libro de Oración y meditación, que fue utilizado por los misioneros europeos y los laicos japoneses para mantenerse en la fe cristiana durante la persecución de Tokugawa. 

Fray Luis está al tanto de estos viajes, y cita a Japón en la Historia de Sor María de la Visitación, cuando habla de las llagas de la monja, y de los pañitos empapados en su sangre durante la fiesta de la invención de la Cruz: en el cual día salen cuatro pañitos con esta figura, porque penetran las gotas cuatro dobleces de lienzo que se ponen encima de esta llaga; y éstos andan repartidos por todas las partes de la cristiandad hasta Roma y Venecia y otras ciudades más remotas, y hasta las Indias y Japón donde han sido llevados.

Las Obras Completas de fray Luis, fueron presentadas en la Biblioteca Nacional, en Madrid, en mayo del 2008, donde Yoshimi presentó un facsímil de Fides no Quio, que mide 27,9 : 19,3. Esta obra reproduce en caracteres latinos el japonés Minogami utilizado por los misioneros en su predicación.


Por otra parte, Yosimi Orii ha delimitado diferentes aspectos del lenguaje misionero y el impacto de fray Luis en Japón. Ha participado en diferentes Congresos y Simposios sobre los misioneros españoles y portugueses del s. XVI, y las relaciones que se establecieron entre el cristianismo y las religiones budista y sintoísta. Recientemente ha publicado su tesis doctoral  titulada Fray Luis de Granada y Japón, en una editorial japonesa.








Ricardo Alarcón Buendía traductor de fray Luis de Granada I

Ricardo Alarcón Buendía, catedrático de Latín y profesor tutor de la U.N.E.D. en Cartagena, se ha ocupado de la traducción de parte de los Sermones de fray Luis de Granada, con arte y maestría.

Su labor impagable, cuidadosa y silenciosa, durante varios años, ha dado como fruto las espléndidas traducciones de los tomos XXIV, XXV, XXVII, XXXIV, XXXV, XXXIX, y XL, pertenecientes a última edición la Obra Completa del dominico.

Esta labor no ha surgido de la nada, sino que es resultado de una larga trayectoria como profesor de Bachillerato, doctor en Lenguas Clásicas, además de ser Tutor de Filología en la Universidad a Distancia. Previamente había traducido De Eruditione Filiorum Regalium escrita por Vicente de Beauvais, dominico compañero de santo Domingo, que vivió entre 1190 y 1264.

                             




Fray Luis es un fraile predicador, y estudioso hombre de letras. Le duele que los púlpitos portugueses estén en manos de clérigos ignorantes, por lo cual se propone facilitarles el arduo trabajo de la  instrucción del pueblo en los días de fiesta. Prepara varios sermones, bien abastados de citas de Sagrada Escritura, y de teología sana, para que, sin descuidar las tareas pastorales, los sacerdotes puedan enseñar la doctrina los domingos, según ordena el Concilio de Trento.

Escribe en latín las Conciones, unas dedicadas al tiempo litúrgico, otras predicables en las fiestas de los santos. y una Retórica eclesiastica, destinada a formar a los sacerdotes, estudiantes de la Universidad de Évora fundada por el Cardenal Don Enrique de Portugal, en las artes de la Oratoria.

Fray Luis se expresa tanto en castellano, como en portugués y latín, lengua de la Iglesia hasta el siglo XX. Cuando aparecen las lenguas vernáculas en la liturgia, es abandonado el estudio del latín por amplias masas de población, y se hace necesario traducirlo, incluso en ambientes eclesiásticos, para acceder a los tesoros de la doctrina cristiana.

Es entonces, cuando el traductor, que al conocimiento de la lengua, ha de añadir una amplia base teológica, histórica y filosófica, para no errar en la interpretación de un término, o en la transmisión de una idea, toma el texto original y lo vierte a una lengua nueva.  A todo ello, en el caso de traducir a fray Luis, necesita dominar la transcripción de textos y fijar los manuscritos del siglo XVI.

La edición de la Obras Completas de fray Luis de Granada, que ha impreso la Fundación Universitaria Española, ha sido coordinada y dirigida por el profesor Álvaro Huerga Teruelo. A partir de este momento, en que ha salido a la luz toda la obra del más grande escritor de nuestra literatura, puede conocerse íntegramente su doctrina.

Como difusor de la cultura española fray Luis no tiene parangón, la pintura, la escultura, la arquitectura y la música del siglo XVI, le deben muchos de sus temas e interpretaciones. Igual ocurre con algunos de los conocimientos científicos y de la naturaleza, que él toma como fundamento y expresión de la obra de Dios. No podemos entender el siglo XVI europeo, sin leer a este escritor de alcance universal.

La traducción de sus escritos latinos y portugueses, permite a los lectores de hoy, disfrutar de la doctrina fluida e  iluminada, en la que bebieron los autores místicos del Occidente europeo.

Fray Luis fue traductor tambien, según Menéndez Pelayo, de altura filológica y artística. Obras como Imitación de Cristo, Escala espiritual Perla preciosísima muestran la autoridad del fraile, acostumbrado a la traducción de textos de la Sagrada Escritura, de la más variada procedencia.

Los profesores que han traducido su obra siguen esta tarea suya de propagación y profundización del mensaje evangélico para el público de habla española. Agradecemos desde aquí el trabajo de latinistas como Álvaro Huerga, Ricardo Alarcón, Carlos Cristóbal Cano, Mar Morata, Donato González-Reviriego, y Juan Manuel Conesa. Como traductores y patrocinadores de siglos anteriores tendríamos a Pedro Duarte, Justo Cuervo y al obispo José Climent.

Aula Magna del Convento de S. Esteban. Inauguración del Curso 2009-2010

La meritoria labor del profesor Alarcón no termina aquí, sino que ha traducido al teólogo Melchor Cano, célebre por su participación en el Concilio de Trento, y contemporáneo de fray Luis. Junto con un grupo de filólogos clásicos, vierte al español la obra De locis theologicis en cuya presentación, en el Convento de San Esteban, el profesor murciano solicitó para sí humorísticamente un título como traductor de dominicos.


                                


         

lunes, 28 de marzo de 2011

Oración al Espíritu Santo de fray Luis de Granada

¡Oh Espíritu Santo consolador!, que en el día santo de Pentecostés descendiste sobre los Apóstoles, y henchiste aquellos sagrados pechos de caridad, de gracia y de sabiduría, suplícote, Señor, por esta inefable largueza y misericordia hinchas mi ánima de tu gracia, y todas mis entrañas de la dulzura inefable de tu amor.


Ven, ¡oh Espíritu Santísimo!, y envíanos desde el cielo un rayo de tu luz. Ven ¡oh Padre de los pobres!, Ven, dador de las lumbres y lumbre de los corazones. Ven, consolador muy bueno, dulce esposo de las ánimas y dulce refrigerio de ellas. Ven a mí, limpieza de los pecados y médico de las enfermedades. Ven, fortaleza de flacos y remedio de caídos. Ven, maestro de los humildes y destruidor de los soberbios. Ven, singular gloria de los que viven, y salud única de los que mueren. Ven, Dios mío, y aparéjame para ti con la riqueza de tus dones y misericordias. Embriágame con el don de la sabiduría, alúmbrame con el don del entendimiento, rígeme con el don de consejo, confórtame con el don de la fortaleza, enséñame con el don de la ciencia, hiéreme con el don de la piedad, y traspasa mi corazón con el don del temor.


¡Oh, dulcísimo amador de los limpios corazones!, enciende y abrasa todas mis entrañas con aquel suavísimo fuego de tu amor, para que todas ellas así abrasadas sean arrebatadas y llevadas a ti, que eres mi último fin y abismo de todos los bienes. ¡Oh dulcísimo amador de las almas limpias!, pues tú sabes, Señor, que yo de mí ninguna cosa puedo, extiende tu piadosa mano sobre mí, y hazme salir de mí, para que así pueda pasar a ti. Y para esto, Señor, derriba, mortifica, aniquila y deshaz en mí todo lo que quisieres, para que todo me hagas a tu voluntad, para que toda mi vida sea un sacrificio perfecto, que todo se abrase en el fuego de tu amor. ¡Oh quien me diese que a tan grande bien me quisieses admitir!. Mira que a ti suspira esta pobre y miserable criatura tuya día y noche.


Tuvo sed mi ánima de Dios vivo, ¿cuándo vendré y paresceré ante la cara de todas las gracias?.¿Cuándo entraré en el lugar de aquel tabernáculo admirable hasta la casa de mi Dios? ¿Cuándo henchirás mi ánima de alegría con tu divino rostro? ¿Cuando se verá ella harta con tu divina presencia? ¡Oh fuente de resplandores eternos! Tórname, Señor, encerrar en aquel abismo de donde procedí, donde te conozca como tú me conociste, y te ame como tú me amaste, y te vea siempre en compañía de todos los santos. Amén.


Fray Luis de Granada, Doctrina espiritual 1587, Obras Completas,t. XIV  F.U.E. Madrid 1997,  p.161

Fray Luis de Granada y San Juan de Ribera

La ciudad de Valencia celebra este año 2011 el centenario de San Juan de Ribera, amigo de fray Luis de Granada, tal y como lo demuestra la correspondencia epistolar, que sostuvieron, y las muestras de amistad frecuentes entre ellos.

Numerosos testimonios acreditan lo que decimos.

Ramón Robres Lluch, investigador y divulgador de la obra de san Juan de Ribera, describe esta amistad en los trabajos que publicó sobre ambos escritores.

El profesor de la Universidad de Ponce, en Puerto Rico, Alvaro Huerga Teruelo incide sobre lo mismo, en su  biografía sobre fray Luis, y en diferentes artículos dedicados a los dos reformadores católicos.

El siglo XVI español es rico en personalidades extraordinarias, como estos dos personajes, uno es ya santo confirmado por la Iglesia, el otro, fray Luis, está a la espera de que su proceso, iniciado en 1988, en que fue proclamado como tal, en el Congreso Internacional celebrado en Granada, termine felizmente en Roma.

Valencia es una ciudad mediterránea con gran desarrollo económico y social a lo largo del siglo XVI. Juan de Ribera es Patriarca de Antioquía, y desde la ciudad del Turia rige, como Arzobispo y Virrey, los destinos de muchos pueblos. Su generosidad y riqueza será proverbial.

Fray Luis que vive en Lisboa, ciudad ajetreada por las conquistas al otro lado del mar, participa de las ansias misioneras de españoles y portugueses. Desde el convento de Santo Domingo y por su relación con los reyes de Portugal, se interesa por que el conocimiento del verdadero Dios llegue a los pueblos indígenas de Africa, Asia y América.

La Iglesia debe adaptarse a los nuevos tiempos, y mientras la herejía se extiende por Europa, nuevos pueblos están sedientos de la fe verdadera, una fe que los libere de ritos y cultos ancestrales, con manifestaciones en ocasiones muy crueles. Esto piensa fray Luis, y así lo comunica a los amigos, que desde cargos eclesiásticos, se dedican a impulsar la Reforma, articulada en el Concilio de Trento y en los Concilios Provinciales.

La amistad de Ribera y Granada está enraizada en una común tarea de servicio a la Iglesia, inmersos como estaban en la restauración católica, según el profesor Huerga.

Se escriben cartas, se animan en esta tarea reformadora.

Lisboa, Badajoz, Valencia son ciudades donde la actividad eclesiástica de fray Luis, y de Juan de Ribera es continua, como nos relata Ramón Robres.

En opinión de Juan de Ribera, en breve, fray Luis de Granada sería considerado santo por la Iglesia, por lo que intentó trasladar con discreción sus restos mortales de Lisboa a Valencia, incluso dejó una manda para su proceso de canonización, y también para celebrar su fiesta con solemnidad en su Colegio del Corpus Christi.