sábado, 30 de abril de 2011

Juan Pablo II y San Juan de la Cruz

     El profesor Álvaro Huerga tradujo la Tesis Doctoral La fe según San Juan de la Cruz de Karol Wojtyla, elegido por la Iglesia Papa Juan Pablo II, para la versión española publicada por la BAC en 1979. A las dificultades de la traducción, se añaden lo complejo del pensamiento sanjuanista, y la ilusión del doctorando por explicar los secretos de su misticismo. Pensamos que el profesor Huerga ha salido airoso de la prueba, a pesar de los vericuetos del texto que se encontró entre las manos. Las ideas fundamentales de la tesis de Wojtyla serían las siguientes:

     Por la fe se produce la unión con Dios, pero esa unión se da sin la posesión del objeto, lo cual produce una privación en el entendimiento que desea conocer su objeto, el cual se queda a oscuras, de ahí que para él es de noche. San Juan de la Cruz escribe:

     Se llama noche este tránsito que hace el alma a la unión con Dios

     Es noche, porque parte de la negación de los sentidos; es noche porque el medio de unión es la fe oscura al entendimiento; es noche, porque Dios en esta vida, es meta que no se puede alcanzar.

     Dios se comunica al alma en la fe, aunque escondido en la noche profundísima llamada medianoche. De esta forma el entendimiento alcanza a Dios y se une con Él, por medio de la fe. La purificación del entendimiento se realiza produciendo en él vacío y tinieblas, expulsando  la forma natural, y capacitándole así para recibir la forma sobrenatural. Decimos que el entendimiento entonces:

     Es el candelero donde se asienta esa candela de la fe

     La fe posee una semejanza esencial con la Divinidad que permite conseguir la unión del entendimiento humano con Dios. La luz sobrenatural se inserta en la luz natural del entendimiento, produciéndose la unión por semejanza. Esta unión con la Divinidad no se produce en ninguna otra criatura por carecer su entendimiento de semejanza con la divinidad, sin embargo la fe que posee este tipo de semejanza permite que el hombre se informe y asimile la esencia divina.

   Debajo de esta tiniebla se junta con Dios el entendimiento y debajo de ella está Dios escondido

     De otra forma el alma alcanza por amor la unión de su voluntad con Dios, por la privación del afecto a las criaturas. El amor consigue la semejanza en un impulso psicológico que permite al alma transformarse en Dios, tras la purificación de la voluntad, que es noche también para el alma.

     Juan Pablo II que aprendió español para estudiar a San Juan de la Cruz en su propia lengua, conservó ese amor por los escritores espirituales españoles y por nuestra lengua, durante toda su vida. Un acercamiento a esta tesis suya permitiría al gran público el acceso al concepto de la fe como medio para la unión con Dios, más allá de su magnífica poesía y del misterio de sus noches.

   Así que la semejanza es causa de amor, veamos lo que dice fray Luis otro escritor espiritual contemporáneo de San Juan, acerca de cómo Dios ha resuelto esta situación de alejamiento con el hombre:

     Veis pues ahora cuán grandes impedimentos hay de parte del hombre para amar a Dios. Porque siendo la semejanza causa de amor y de la unión de los corazones, ¿qué semejanza hay entre Dios y el hombre, donde vemos tanta diferencia de parte a parte? Pues ¿qué remedio para que haya semejanza donde hay tantas diferencias? Esta fue la invención admirable de la divina sabiduría, la cual de un golpe cortó a cercén todos estos impedimentos del amor, haciéndose hombre. Porque veis aquí a Dios, que era purísimo espíritu, vestido de carne: veislo abajado, veislo pobre, humilde, mortal y pasible, y sujeto a las mudanzas y cansancios de la vida humana, y sobre todo esto visible, para que el hombre que no podía amar sino lo que veía, vestido ya Dios de esta ropa, no tenga excusa para dejar de amarle. Y porque es también grande impedimento del amor la desigualdad de las personas, por donde se dice que no concuerdan bien ni moran en una casa majestad y amor, veis aquí también quitada la desigualdad, cuando de esta manera se abajó la Majestad y se acomodó a nuestra poquedad.

          

Juan Pablo II

Ante el Consejo Pontificio para la Cultura, en 1985, Juan Pablo II comentaba que la preocupación por evangelizar las culturas no es nueva en la Iglesia, que siempre se ha afanado por hacer presente el Evangelio en el corazón de las mismas.

En Puebla se destacó la función crítica de la fe con respecto a las culturas, porque denuncia y corrige la presencia del pecado en las culturas; purifica y exorcisa los desvalores, así la fe espera que progrese la cultura humana para ser mejor formulada. La inculturación de la fe cristiana en las distintas situaciones geográficas e históricas es una exigencia del Sínodo de Obispos de 1977 en Roma, y un requisito de su encarnación en el mundo.

Desde el comienzo de su historia la Iglesia procuró expresar el mensaje crisitano en los conceptos y lenguas de los diversos pueblos, y lo ilustró con el saber filosófico, con el propósito de adaptarlo al nivel del pueblo y al de los filósofos.

Este procedimiento fue subrayado por el Concilio Vaticano II afirmando que múltiples son los vínculos que existen entre el mensaje de salvación y la cultura. Dios, por medio de la revelación, desde las edades más remotas hasta su plena manifestación en el Hijo encarnado, ha hablado a su pueblo según los tipos de cultura propios de cada época. Los escritores participan en este diálogo entre la fe y la cultura, respetando las distintas épocas históricas y los avances de su tiempo. Esto es lo que hace Fray Luis, representante del Humanismo con su expresión artística denominada Renacimiento, quien en el siglo XVI, asombrará al mundo por la profundidad y belleza de su obra literaria, y por el mensaje que comunicaba: un diálogo cultural que evangelizó todo el mundo conocido.

Juan Pablo II recuerda que inculturación expresa perfectamente el misterio de la Encarnación. En la encíclica Slavorum apostoli cita a los santos Cirilo y Metodio, que evangelizaron los países eslavos:

En la obra de evangelización que ellos llevaron a cabo como pioneros en los territorios habitados por los pueblos eslavos, está contenido, al mismo tiempo, un modelo de lo que hoy lleva el nombre de 'inculturación' –encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas– y, a la vez, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia.

El Cardenal Ratzinger ha recordado que las culturas, son sistemas que van evolucionando a lo largo de la historia. En muchas regiones de América Latina la cuestión de la inculturación es una verdadera prioridad pastoral.

viernes, 29 de abril de 2011

Fray Luis de Granada y la mística

Siempre se ha considerado a fray Luis como un ejemplo claro de la ascética cristiana, de quien no consta que alcanzara los grados de la mística de unión, contemplación e iluminación. Se le ha querido comparar con Santa Teresa y San Juan de la Cruz, escritores conocidos por sus experiencias místicas.

Maria Victoria Briasco, sin embargo, encuentra coincidencias entre los escritos del dominico y los de los santos carmelitas, en los Tratados menores, reunidos en el tomo XV de las Obras Completas:

¡Oh amor que siempre ardes y nunca mueres, ¿cuándo te amaré perfectamente? ¿Cuándo te abrazaré con los brazos de mi ánima desnudos? ¿Cuándo menospreciaré a mí y a todo el mundo por tu amor? ¿Cuándo mi ánima con toda su virtud y fuerzas se unirá contigo? ¿Cuándo se verá sumida y anegada en el abismo de tu amor?.

Las riquezas de la soledad las descubre en Escalaceli, vuelto hacia sí mismo, abierto a Dios, viviendo como en un paraíso, este será su querer para toda la vida, como recoge Álvaro Huerga en su Biografía.

El contentamiento que tengo es tan grande que en esta vida no se puede tener mayor, y algunas veces tengo escrúpulo de ver cómo me da Dios el paraíso en esta vida.

A pesar de ello, no se deben abandonar los deberes del propio estado aunque en el trajín de los negocios se nos pegue algo de los quehaceres humanos.

Bien entendía nuestro Señor todas estas flaquezas nuestras, y con todo eso quiere que entendamos siempre en hacer buenas obras, y no se maraville que traiga las plantas mojadas el que anda sobre el agua, y las manos un poco negras el que trata con la pez; quiero decir, que se le pegue un poco de humanidad al que trata con los hombres por el bien de los mismos hombres.

Por otro lado, Urbano Alonso del Campo, lo ve extasiado ante la Naturaleza, enamorado de su hermosura, contemplándola con ternura de niño y veneración de anciano. Su alma asciende de la creación a Dios, y retorna desde el Creador a la naturaleza, espejo de la belleza que se derrama sobre los hombres. La Introducción del Símbolo recoge el canto enamorado de su alma, que vibra ante la luz del alba, la flor de los campos, el canto de los pájaros, el murmullo de las fuentes, o el nacimiento de un niño, que es Dios al mismo tiempo.

¿Qué serán luego todas las criaturas de este mundo, tan hermosas y acabadas, sino como unas letras quebradas e iluminadas que declaran el primor y la sabiduría de su autor? ¿Qué serán todas estas criaturas sino predicadoras de su hacedor, testigos de su nobleza, espejos de su hermosura, anunciadoras de su gloria, despertadoras de nuestra pereza, estímulos de nuestro amor, y condenadoras de nuestra ingratitud?

En todos sus escritos aparecen el hombre contemplativo que es, el predicador, el humanista, el conocedor de las profundidades del espíritu, el teólogo y el místico. Reconociendo que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, que depende de Él, y conociéndose a sí mismo, lo adora, alaba y suplica en éxtasis reverente. Este es fray Luis, maestro de todos los espirituales españoles, que dialoga con su Creador diciendo:

Reconoce pues, ¡oh alma mía! todas estas obligaciones, y pues sabes cierto lo que fuiste y lo que eres y lo que esperas todo esto es de este Señor, y que por tantas partes estás aliada y endeudada con Él, ama a quien tanto bien te ha hecho y te hace y adelante te ha de hacer.

martes, 26 de abril de 2011

La Resurrección, Poema de Lactancio I

A Fray Luis le place recordar este día tan gozoso con los bellísimos versos de Lactancio Firmiano, destinados a recrear a las almas:

SALVE, oh día de fiesta, digno de veneración por toda la eternidad,
en el que Dios vence al infierno, y domina los astros.
Las horas brillan adornadas con flores alegres,
y el firmamento aparece más luminoso.
El curso del cielo conduce más alto al sol, arrojador de fuego,
que sale errante del Océano, y en las aguas acaba.
Recorriendo radiante los mares,
en esta breve noche despliega el día en el mundo.
La región del éter ofrece un aspecto límpido y sereno,
y las brillantes estrellas muestran su alegría.
La tierra feraz produce sus dones con diversos cultivos.
Cuando el año goza de buena primavera, recoge cosecha abundante.
Las delicadas violetas visten de púrpura el campo,
los prados se cubren de verdor, la vegetación luce exuberante.
Poco a poco brota la policromía resplandeciente de las flores.
Todas las praderas ríen ya floridas.
Una copiosa mies brota de la simiente escondida en la arada,
que promete poder saciar el hambre del labrador.
La palmera destila su alegría de la corteza del tronco solitario,
la vid produce agua ahora, de donde dará vino.
La yema túrgida que sale de una suave pelusilla de la corteza
del tronco del árbol, prepara el seno para dar su fruto.
El bosque, que durante el invierno ha rehusado la cabellera
de las hojas, renueva ya la frondosidad de sus copas.
La abeja, fabricadora del panal de miel, a partir de ahora, 
alejándose de la colmena y zumbando sobre las flores,
arrebata la miel con sus artejos.
Las aves vuelven al canto de nuevo, pues mostrándose a éste
más reacias, permanecieron mudas en el frío invierno.
A partir de ahora, el ruiseñor adapta los registros musicales
a sus flautas pastoriles, y se hace más dulce que el aura
con el eco de su melodía.
He aquí que la gracia del mundo que renace atestigua
que todos los dones han vuelto con su Señor;
pues a Cristo triunfante de los tristes infiernos,
en todas partes le aplauden: el bosque con sus hojas,
las praderas con sus flores.
Venciendo las leyes del infierno, la luz, el cielo, los campos
y el mar alaben debidamente a Dios.
He aquí que el Dios que había sido crucificado reina en todo,
y todas las criaturas suplican al Creador.
La movilidad del año y de los meses, la luz pura de los días, 
el esplendor de las horas y todo lo ruidoso aplaude.
De ahí que la selva te aplaude con su follaje,
y también el campo con sus espigas.
De ahí que en el ramaje resuena ahora para ti el gorjeo de las aves,
y en medio de ellas canta el gorrión con excesivo amor.
¡Oh Cristo, salud de los seres! ¡Oh buen Creador y Redentor!,
Hijo único del Padre divino, que procedes del corazón del padre
de manera inefable, Verbo subsistente y poderoso en boca del Padre.
Igual, concorde, socio, coeterno con el Padre.
Por este Príncipe tuvo comienzo el mundo.
Tú suspendes el aire, juntas los campos, llenas de agua los mares, 
y los vivientes terrestres mantienen su vigor bajo tu Providencia.
Tú viendo que el género humano estaba sumergido en el abismo,
para salvar al hombre, te hiciste hombre también.
Y no sólo quisiste nacer de nuestro cuerpo,
sino de una carne que sufrió nacer y morir...
Suelta las sombras, encadenadas de la cárcel del infierno, 
y lleva hacia arriba cuanto cae en el abismo.
Devuelve tu rostro, para que los siglos vean la luz:
Haz volver el día, que de nosotros huye cuando mueres Tú.
Pero regresando llenaste, ciertamente el cielo, oh piadoso vencedor...



Con este poema se inicia el Tercer tomo de los Sermones de Tiempo que contiene los que se predican desde el Domingo de Resurrección hasta la festividad del Sacratísimo Corpus Christi. Dedica el libro al Cardenal Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán, a quien describe afectuosamente como un alma desarraigada de las cosas terrenas, que se entrega por entero al amor de Dios, viviendo, militando y obedeciendo sólo a Él. A pesar de la lejanía no ha dejado de admirarle, reza siempre por él y piensa que dedicarle este libro es el mejor testimonio de la veneración que le tiene.

                                                                *****
POEMA EN LATÍN

SALVE, festa dies toto venerabili aevo, 
qua Deus infernum vicit, et astra tenet.
Tempora florigero rutilant distincta sereno, 
et maiori poli lumine porta patet.
Altius igni uomum solem coeli orbita ducit,
que vagus Oceanas exit, et intrat aquas
Armatus radii, elementa liuentia lustrans,
hac in nocte brevi tendit in orbe diem.
Splendida sincero producunt aethera vultu, 
laetitiamque suamsidera clara probant.
Terra ferax vario fundit munuscula cultu, 
cum bene vernarit, reddit et annus opes.
Mollia purpureum pingunt violaria campum,
prata virent herbis et micat herba comis.
Paulatim subeunt stellantia lumina florum,
floribus arrident gramina cuncta suis.
Semina deposito late seges exilit arvis,
spondeus agricolae vincere posse famem.
Caudice deserto lachrymat sua gaudia palmes:
unde merum tribuat dat modo vitis aquam.
Cortice de matris tenera lanugine surgens,
praeparat ad partum turgida gemma sinum.
Subque hyemis tempus foliorum crine refuso,
iam reparat viridans frondea texta nemus.
Constructura favos apis hinc alvearia linquens, 
floribus instrepitans poplite mella rapit.
Ad cantus revocatur avis, quae carmine clauso 
pigrior, hyberno frigore muta fuit.
Hinc philomela suis atemperat organa cannis,
fitque repercusso dulcior aura melo.
Ecce renascentis testatur gratia mundi,
omnia cum domino dona redisse suo.
Namque triumphanti post tristia tartara Christo, 
undique fronde nemus, gramina flore favent.
Legibus inferni oppressis, super astra meantem
laudent rite Deum lux, polus, arva, fretum.
Qui cricifixus erat, Deus ecce per omnia regnat.
Dantque creatori cuncta creata precem.
Mobilitas anni, mensum, lux alma dierum,
horarum splendor, stridula cuncta favent.
Hinc tibi sylva comis, plaudir quoque campus aristis:
hinc grates tacito palmite vitis agit.
Hinc tibi nunc avium resonant virgulta susutto,
has inter nimio passer amore canit.
Christe, salus rerum, bone Conditor atque Redemptor, 
unica progenies ex deitate patris:
irrecitabiliter manans de corde parentis,
Verbum subsistens et Patris ore potens.
Aequalis, concors, socius, cum Patre coaevux.
Quo sumpsit, mundus principe principium.
Aethera suspendis, sola congeris, aequora fundis,
quaequae locis habitant, quae moderata vigent.
Qui genus humanum cernens mersum esse profundo,
ut hominem eriperes, es quoque factus homo.
Nec nostro tantum voluisti e corpore nasci,
sed caro quae nasci pertulit atque mori,
funeris exequias patris novus autor et orbis, 
intra mortis iter dando salutis opem...
Solve catenatas inferni carceris umbras,
et revoca sursum quicquid ad ima ruit
Redde tuam faciem, videat ut secula lumen;
Redde diem, qui nos te moriente fugit.
Sed plane implesti remeans pie victor Olympum...


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXXII, F U E, Madrid 2001 p. 18-23

Traducción de Donato González-Reviriego

jueves, 14 de abril de 2011

Fray Luis de Granada y los libros

A la sombra de la Universidad de Baeza, fundada por Juan de Ávila funcionó el novísimo arte tipográfico, produciendo unos librillos espirituales, que interesaron a los investigadores de la historia religiosa del siglo XVI. Los librillos se imprimían en formato menor, de bolsillo, y quizá en tiradas muy cortas.

Lo mismo ocurre en Évora, en la Universidad fundada por el Cardenal don Enrique, donde se encuentra fray Luis. Fray Luis descubre allí su vena de escritor, y estampa sus primeros opúsculos espirituales:

* Breve aparelho para recebir o Santísssimo Sacramento, de 1551
* Omelia do Sanctissimo Sacramento, impreso por Andrés de Burgos en Évora 1554
* Dos meditaciones para antes y después de la sagrada comunión, añadidas a Confesión de un pecador delante de Jesucristo de Constantino Ponce de la Fuente, mismo lugar e impresor en 1554
* Oraciones y ejercicios de devoción, cosidos con el Contemptus mundi en un volumen, igualmente en casa de Andrés de Burgos en 1555

En 1554, en la imprenta de Andrea de Portonaris en Salamanca aparece el mayor acontecimiento editorial que conoce el siglo XVI, la publicación del Libro de la Oración. Fray Álvaro Huerga nos recuerda que las razones de tan grandísimo éxito fueron dos, el hambre y la sed de Dios, y que el libro proporcionaba al lector pasto abundante, con el que saciarse: Oración es subir el alma sobre sí y sobre todo lo criado y juntarse con Dios, y engolfarse en aquel piélago de infinita suavidad y amor. El libro de tipos claros y fácil lectura traía un mensaje nuevo, hablaba no sólo a la inteligencia, sino también al corazón, sostiene Huerga en su Biografía de Fray Luis

A partir de esta fecha, fray Luis publica ininterrumpidamente hasta la fecha de su muerte, en los mejores impresores del siglo XVI, sean de Portugal, Madrid, Salamanca o Amberes. Se preocupa de que las ediciones salgan muy cuidadas, tanto por la letra, el papel, o la distribución. Fray Luis es un escritor de todos los tiempos, los impresores no dejan de publicar sus obras, su fama se extiende por Europa y todo el mundo conocido, constituyendo un gran éxito estas ediciones. Este intinerario continúa en Lisboa con las obras siguientes:

* Libro llamado Guía de Pecadores, impreso en Lisboa, en casa de Juan Blavio de Colonia, 1556
* Segunda parte del libro llamado Guía de pecadores, Lisboa, en Juan Blavio de Colonia, 1557
* Manual de diversas oraciones y espirituales ejercicios, llamado el pequeño, en Lisboa, Juan Blavio, 1557
* Manual de diversas oraciones y espirituales ejercicios, refundido en Lisboa, Juan Blavio, 1559
* Compendio de doctrina cristiana, editado en Lisboa por Juan Blavio 1559, al que le añade Trece sermones, la obra está escrita en portugués
* Tratado de la Oración, en Lisboa por Juan Blavio de Colonia, 1559
* Memorial de lo que debe hacer el Cristiano, Lisboa en casa de Juan Blavio, 1561
Tratado de algunas muy devotas oraciones para provocar el amor de Dios
Vita Christi
* Libro llamado Escala Espiritual, traducido del libro de Juan Clímaco, Lisboa, Juan Blavio, 1562
*Concio de officio et moribus episcoporum, Lisboa, en Francisco Correa, 1565
* Memorial de la vida cristiana, Lisboa, imprenta de Francisco Correa, 1565
 Segundo volumen del Memorial
* Libro de la Oración y meditación, en Salamanca, Andrea de Portonaris 1566
* Guía de pecadores (refundido), en Salamanca, Andrea Portonaris 1567
* Obras, en 10 vol., Amberes, Cristóbal Plantino, 1572
* Collectanea moralis philosophiae, in tres tomos distributa, en Lisboa, Francisco Correa, 1571
* Adiciones al Memorial de la vida cristiana, Salamanca, Matías Gast, 1574
* Recopilación breve del libro de la oración, Salamanca, Domingo Portonaris, 1574
* Perla preciosísima. Añadida y enmendada, Lisboa, Marcos Borges, 1575
* Primus tomus concionum de tempore, Lisboa, Juan Barrera, 1575 (colofón de 1573)
* Quinque de poenitentia conciones (colofón 1574)
* Secundus tomus concionum de tempore, Lisboa, Juan Barrera, 1575  (colofón 1574)
* Tertius tomus concionum de tempore, Lisboa, Antonio Ribeiro 1575 (colofón 1575)
* Ecclesiasticae Rhetoricae, sive de ratione concionandi, Lisboa, Antonio Ribeiro, 1576
* Conciones de sanctis, Salamanca, Herederos de Matías Gast, 1578
* Obras, ed. de fray Luis de Granada, Salamanca, Matías Gast, 1579
* Quartus tomus concionum de tempore, Salamanca, Herederos de Matías Gast, 1580
* Index locupletissimus omnium concionum, Salamanca, Herederos de Matías Gast, 1581
* Introducción del símbolo de la fe, Salamanca, Hered. de Matías Gast, 1583
* Compendio de la Introdución del símbolo de la fe, Salamanca, Herd. de Matías Gast, 1583
Breve tratado en que se declara de la manera que se podrá proponer la doctrina de nuestra santa fe y religión cristiana a los nuevos fieles,
* Silva locorum que frequenter in concionibus occurrere solent, Salamanca, Herd. de Matías Gast, 1585
* Doctrina espiritual, Lisboa, Manuel de Lira, 1587
* Vida del P. Maestro Juan de Ávila, y las partes que ha de tener un predicador del Evangelio, Madrid, Pedro Madrigal, 1588
 * Sermón en que se da aviso que en las caídas públicas..., Lisboa, Antonio Ribeiro, 1588

Fray Luis que cuidaba el lenguaje de sus libros, se ocupaba igualmente de que salieran dignamente y se pudieran conservar en el futuro. Las abundantes ediciones hechas en Salamanca sugieren que el concierto económico con Matías Gast y sus herederos era beneficioso para el escritor. En la Exposición icono-bibliográfica que se celebró en Granada en 1989, Antonio García del Moral recoge las ediciones, conocidas hasta la fecha, de los beneméritos libros del dominico.

En el Archivo Municipal de Cartagena, y en el Centro que tiene la UNED en la misma ciudad, expusimos en Diciembre del 2008 los libros que localizamos en las bibliotecas cercanas, como forma de aproximación al magisterio espiritual que el escritor había ejercido en España. Junto a ello, presentamos las Obras Completas, recién editada, para asombro del público asistente a unas Jornadas sobre Fray Luis. Constatamos la presencia de sus escritos en la mayoría de las bibliotecas, además de magníficas ediciones en el propio Archivo Municipal, en el Seminario diocesano, y en poder del conocido bibliófilo D. Tomás Tauste.

viernes, 8 de abril de 2011

Personajes en la vida de fray Luis de Granada

CATALINA DE ARAGÓN

A Don Gómez Suárez de Figueroa, Duque de Feria, Almeirín, 24 de enero de 1569
     Ilustrísimo Señor: Pax Christi
     Yo estaba deseoso de dar cuenta a Vuestra Señoría del estado en que estaban las cosas de estos Principes, en que V. S. tanto trabajó...
     Después de esto sucedió que el secretario se vio con el Cardenal y se quiso justificar y compurgar con él y ofrecerse a servirle. Y de ahí a pocos días, estando en consejo y preguntándole el Rey qué tenía de partido el visorey de la India, respondió el Cardenal que le parecía tener ocho mil ducados,  aunque no sabía lo cierto, pero que el secretario lo sabría. De estas cosas tomó el Rey ocasión para creer que el Cardenal estaba de la banda del secretario, y así se le quejó de esto, y también de todo lo hecho hasta allí: et quod gravius est, de esto y de otras conjeturas, y de las muchas hablas que le hacen estas personas que dije, vino a quejarse al Cardenal, diciendo que él y la Reina estaban ya hechos a una contra él, y otras cosas conformes a aquellos años. Mire V. S. hasta dónde han llegado con él: pero bástame ser V. S. a quien escribo. Estas quejas que tengo dichas no fueron en un tiempo, sino en diversos. (Cartas personales, p. 47)

CARDENAL INFANTE DON ENRIQUE

     Lisboa 1558
     Quisiera yo tener habilidad y tiempo para servir a Vuestra Alteza en este negocio: mas mientras nuestro Señor de otra cosa no provee, parecióme que podría aprovechar para el propósito este breve catecismo, que escribió un muy devoto y católico varón; el cual yo hice trasladar en lengua castellana al reverendo padre fray Juan de la Cruz (que para esto tiene especial gracia), con licencia de quitar lo que le pareciese menos suave, y añadir de otros autores (aunque esto fue pocas veces) lo que le pareciese necesario, para que con él pudiese Vuestra Alteza acudir a esta necesidad, mandándole leer en sus iglesias y donde más le pareciese necesario (Cartas literarias, p. 211)

FELIPE II

A Felipe II, Almeirín, 30 de enero 1580
     Católica Majestad:
     Ya que tomé atrevimiento para ofrecer a V. M. este tan pobre presente, también lo tomaré para ofrecerle con él mis pobres oraciones, aunque éste no es oficio nuevo, porque muchos años ha que lo hago, aunque pobre e indigno sacerdote, puesto que more en otros reinos, los cuales esperamos que presto sean de V. M., para que así como la fe con su favor se ha dilatado por las partes de Occidente, así se dilate por las de Oriente, y así lo que el demonio ha ganado en la desventurada Alemania, lo pierda en estos Nuevos Mundos que él hasta agora ha poseído.

Y no es de maravillar que todos hagan este mismo oficio, porque quien considerare que Dios escogió a V. M. en estos tiempos tan calamitosos para que fuese defensor de la república cristiana, columna de la fe, muro contra herejes y paganos, vara derecha de justicia, reformador de las religiones y ejemplo de virtudes, no tenga este cuidado de pedir a nuestro Señor conserve esta candela, que Él nos ha dado, por muchos años (Cartas personales, p. 56).

MARIA DE PORTUGAL
  
A la Serenísima Infanta Doña María, Lisboa 1561
     Tratado de algunas muy devotas oraciones, Lisboa 1561
     Como es tan conocida en estos reinos la cristiandad y religión de Vuestra Alteza, paresce que nadie le puede hacer mayor servicio que quien le ofresciere alguna cosa que sirva a su religión y devoción. Y porque entre todas las maneras de oraciones y devociones que hay, aquéllas son más aprobadas, que son tomadas de las palabras de la Escritura divina y de los dichos de los santos, tomé yo atrevimiento a servir a V. A. con ésta que de estas fuentes se ha cogido. La cual va repartida en ocho partes, conforme al número de las Horas canónicas que, contadas con las Laudes, hacen este número (Cartas literarias, p. 212).

REY DON SEBASTIÁN

De Don Juan de Borja a Zayas, Lisboa, septiembre 1573
     A la Reina (Doña Catalina) se le dijo la nueva (de la muerte de Doña Juana, madre del rey D. Sebastián) a los 16 de éste por fray Luis de Granada (Cartas alusivas, p. 332)

SAN JUAN DE RIBERA

A Don Juan de Ribera, Arzobispo de Valencia, Lisboa, 10 septiembre 1582
     Reverendísmo y Ilustrisimo señor: Impetrata paterna benedictione.
     Agora se me ofreció enviar a V. S. estas nuevas de aquellos santos mártires de Inglaterra, de los cuales el embajador que allá está escribe a S. M. brevemente, mas un amigo de don Juan Idiáquez escribe más a la larga de la manera que el negocio pasó. 

     Es historia que ha sido para mí de gran consolación, y por eso no me pude contener que no diese parte a V. Revd.ma Señoría de este convite celestial. Porque no sé qué manjar haya más suave, ni cosa de más admiración y devoción, que ver la lealtad que estos santos sacerdotes guardaron para con su Creador, renovándonos en esto la memoria de los mártires antiguos y mostrándonos que no falta en estos miserables tiempos quien imite la constancia de los mártires de aquéllos. ¡Bendito sea nuestro Señor, que tal espíritu y tal fortaleza dio a la carne y a la sangre! (Cartas personales, p. 92)

SAN IGNACIO DE LOYOLA

Al  Padre Pedro de Ribadeneryra, Lisboa, 23 de junio 1584
     Cuanto toca al libro de V. P., confieso que no dije en la carta (de 23 de junio) todo lo que siento. El fruto de él era que el padre Ignacio no murió, sino que está tan vivo retrato de virtud en esas letras como si lo estuviera entre nosotros, y ahí lo tiene siempre vivo sus hijos para ver en él, no la carne y sangre, sino su espíritu y vida y ejemplos de virtudes (Cartas personales, p. 131)

SANTA TERESA DE JESÚS

De santa Teresa de Jesús, Beas (Jaén), fines mayo 1575
     La gracia del Espíritu Santo sea siempre con vuestra paternidad, amén.
     De las muchas personas que aman en el Señor a vuestra paternidad por haber escrito tan santa y provechosa doctrina y dan gracia a Su Majestad, y por haberle dado a vuestra paternidad para tan grande y universal bien de las almas, soy yo una.

     Y entiendo de mí que por ningún trabajo hubiera dejado de ver a quien tanto me consuela oír sus palabras, ni se sufriera conforme a mi estado y ser mujer (Cartas recibidas, p. 298).

Fray Luis de Granada, Epistolario Córdoba (Obras Completas, t. XIX, Madrid 1998)

miércoles, 6 de abril de 2011

La santidad de fray Luis de Granada

El Arzobispo de Granada don José Méndez Asensio, anunció el 26 de septiembre de 1988, que las diócesis de Lisboa y Granada conjuntamente iniciarían su proceso de beatificación el día 31 de diciembre, fecha conmemorativa del IV Centenario de su muerte. El propio fray Luis escribe sobre los santos, refiriéndose a sor María de la Visitación, con palabras que podríamos aplicarle a él mismo:

Y por esto no es cosa extraña criar Nuestro Señor personas tales que con sus méritos y oraciones detengan su ira y con el ejemplo de sus vidas despierten a los negligentes, y con la virtud de sus milagros sustenten su fe.

Muchas veces fray Luis cita a san Pablo en apoyo de su pensamiento, una de las citas que aparece con frecuencia en sus libros, es aquélla en que dice el Apóstol:

...verdad digo...que padezco una gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseaba yo mismo ser anatema de Cristo por la salud de mis hermanos, que son los hijos de Israel, deudos míos según la carne...

Y él mismo nos explica la clave de su pensamiento, ser anatema es:

...carecer por algún tiempo de todos los bienes y riquezas que esperaba de Cristo por sus trabajos...

Desiderio Díez de Triana, en la Suma de la vida cristiana, recopilación de los escritos de fray Luis en forma de Suma, observa que esta circunstancia se le cumple ya en la época de la censura de Melchor Cano, teólogo de la Orden de santo Domingo, que incluye las obras de fray Luis en el Índice o Catálogo de libros prohibidos de 1559, cuando afirma:

...a fray Luis este anatema le trajo sinsabores...

En el Congreso Internacional celebrado en Granada en 1988 sobre la importancia de su pensamiento, Manuel Uña Fernández, al recibir a los congresistas, comentaba:

Durante estos últimos días he tenido la sensación como si fray Luis, por medio del Congreso, fuera a crecer en su estatura humana, religiosa, de santo, de escritor espiritual, de predicador, de teólogo...

El propio investigador el profesor Álvaro Huerga recordaba a las palabras de santa Teresa, al solicitar de la diócesis de Granada el comienzo de su proceso de beatificación:

...fray Luis fue un don dado por Dios al mundo para bien universal de la Iglesia

Sermón en la Concepción de Nuestra Señora

Fray Luis, que era muy devoto de la Virgen y de los santos, les dedica varios sermones para ser leídos por los sacerdotes con dignidad y devoción.

El sermón lo escribió fray Luis en portugués, Movido por la falta de sermones en algunas iglesias añade 13 sermones al final del Compendio de la doctrina cristiana, para iluminar al cristiano, ignorante de su propia fe. Está dedicado a una de las grandes fiestas de la Virgen, la de su Concepción; y después de escribir muchas lindezas acerca de los misterios de la misma, que sirven para conmemorar ese día, continúa diciendo:

Y hay en esto dos cosas de grande admiración. La una es compadecerse toda esta perfección en una criatura de carne y sangre como nosotros. No es maravilla que un oficial haga más delicadas obras de oro y plata que de una masa de barro, porque la masa sufre toda esta ventaja y primor. No se espantan los hombres de ver un águila volar por cima de las nubes: mas espántanse de ver trepar un hombre con dos arrobas de hierro por cima de una cuerda. Quiero decir: no es maravilla que un ángel vuele más alto y sea adornado de todo género de virtudes y perfecciones, pues es substancia espiritual, que un alma que está cercada y vestida de carne: mas que un alma encerrada en un cuerpo sujeto a tantas miserias y cercado de tantos sentidos pase de vuelo sobre todos los ángeles en perfección, y sea más pura que las estrellas del cielo, esto es cosa de grande admiración. No es maravilla que ande limpia una dama que no tiene otro oficio que andar alrededor del estrado de la reina: mas aquélla que toda su vida anduviese sirviendo en una cocina entre los tizones y ollas, y que con todo eso a cabo de cincuenta o sesenta años de servicio saliese de allí más limpia que aquélla que está en el palacio real, esto sería cosa de mayor admiración.

Pues según esto, ¿no es cosa admirable ver el alma de esta Virgen encerrada en un cuerpo cercado de tantos sentidos, y que en tantos años de vida ninguno se le desmandase en un cabello: que nunca sus ojos se desmandasen en ver, nunca sus oídos en oír, nunca su paladar en gustar; que siendo tantas veces necesario comer, y beber, y dormir, y hablar, y negociar, y salir de  casa, y conversar con las criaturas, que llevase las cosas con tanto compás, que jamás se desmandase en una palabra, ni en un pensamiento, ni en un movimiento, ni en un afecto, ni en un bocado demasiado? ¿A quién no ponen en admiración este tan grande compás, esta tan perfecta igualdad y orden, y este concierto tan perpetuo como es el de los mismos cielos y de sus movimientos?.

Lo segundo de que nos debemos espantar es de ver con cuán pocos ejercicios llegó esta Virgen a tan alta perfección. El apóstol san Pablo discurría por el mundo, predicaba a los gentiles, disputaba con los judíos, escribía epístolas, hacía milagros y otras cosas semejantes. Mas la sacratísima Virgen no entendía en estas obras, porque la condición y estado de mujer no lo consentía. Sus principales ejercicios (después del servicio y crianza de su Hijo) eran espirituales, eran obras de vida contemplativa, aunque no faltaban cuando eran necesarias, las de vida activa.

Al terminar el Compendio de la doctrina cristiana destinado a ser leido los domingos como un Catecismo, decide añadir unos sermones que estuvieran relacionados con las tres pascuas del año, y con las fiestas de Cristo y de nuestra Señora, estos sermones contendrían muchas cosas devotas, que servirían de meditación a los cristianos.

El lector también puede aprovechar estos trabajos, dejando a un lado los libros de caballería profanos, para leer este libro de la caballería celestial, y así, triunfar con el Rey celestial después de haber militado a su lado en las batallas contra el mundo.

Fray Luis de Granada Trece Sermones Lisboa 1559; Obras Completas t. XXI , F.U.E. Madrid 1999

martes, 5 de abril de 2011

Los santos y Sor María de la Visitación

   Fray Luis se aplica a dar conocimiento de Dios por las obras de gracia, por medio las cuales se enciende en los corazones devotos la caridad y amor para con Dios, y el hombre confía en que recibirá los mismos favores que Nuestro Señor hace a sus amigos, los santos.

     En las historias de los hombres santos conocemos perfectamente la providencia que Dios tiene de sus hijos espirituales, pues una de las mayores obras de gracia es su santificación. Deseando mostrar las maravillas que hace Dios a sus santos, en vida y después de muertos, se fija en los modelos de su tiempo, unos ya glorificados por la Iglesia, y otros todavía en proceso. Escribe las Biografías de los hombres y mujeres que él conoció y trató, esperando que la Iglesia los considere santos, como el pueblo reclamaba.

    Singularmente, en el caso de sor María de la Visitación su fama se extendía a toda la cristiandad, pues muchos peregrinaban a Lisboa para conocerla y llevarse alguna reliquia de la sangre que manaba de sus llagas. El santo fraile asegurándose de la veracidad de sus testigos, toma por fiador al Santo Oficio que había certificado la autenticidad de las llagas. Cuando se descubre el engaño y supercherías de sor Visitación, la Vida de sor María de la Visitación que había escrito fray Luis, queda pendiente de su publicación, y pasa a primer plano el Sermón de las caídas públicas, donde salva la doctrina de la gracia para lo cual vino al mundo Nuestro Señor. El propio autor dice en la Vida:

    Costumbre fue de muchos insignes autores escribir las vidas de algunas personas notables que florecieron en sus tiempos, como lo hizo san Hierónimo, y san Gregorio en sus Diálogos, y Teodoreto en la Historia religiosa, y Paladio en la suya, y otros que sería largo de contar; y, si éstos no usaran de esta diligencia, careciera hoy la Iglesia de la edificación y fruto que de estas historias se recibe. Movíme por este ejemplo (aunque mi autoridad sea tan desigual), a escribir las vidas de algunas personas de gran virtud que en mi tiempo conocí y traté familiarmente, pareciéndome que, no lo haciendo, cometía hurto contra la sangre de Cristo (de la cual proceden todos estos bienes) y contra la gloria de Nuestro Señor cuyas obras y maravillas dijo el ángel Rafael a Tobías.

     Y no faltan en nuestros tiempos por la bondad y providencia de Nuestro Señor, en diversas partes de la cristiandad, algunas personas de notable santidad que han dado y pueden dar materia de escribir a los que tovieren celo de la gloria de Nuestro Señor y de sus siervos. Porque en la ciudad de Valencia han florecido agora dos grandes varones, uno de la orden de nuestro padre Santo Domingo, por nombre fray Luis Beltrán, y otro de la orden del glorioso padre san Francisco, por nombre Nicolás Factor, cuyas vidas ordenó Nuestro Señor que se escribiesen, y así se leen no sin mucho fruto y edificación de los fieles. 

     Y el mismo Señor, que honró a Valencia con estos dos santos varones, honró también a Lisboa con dos señaladas mujeres, una dominica, por nombre sor María de la Visitación, y otra de la tercera regla del glorioso padre san Francisco, por nombre Ana de las Llagas; y, lo que más es, a ambas señaló Nuestro Señor con las insignias de su sagrada pasión. Porque la dicha madre sor María de la Visitación tiene impresas en pies y manos y costado las señales de cinco llagas del Salvador, y la otra religiosa tiene encima del pecho esculpido a Cristo puesto en una cruz y el nombre de Jesús al lado, perfetísimamente fabricado de la misma carne, con letras grandes y bien figuradas, y esto de tal manera que, puesta una masa de cera blanda encima de este lugar, queda lo uno y lo otro figurado, como por autoridad del Santo Oficio se verificó...

      Para que no tropiecen aquí los que esto leyeren, diré de la manera que supe todo lo que aquí escribo. Porque primeramente el padre fray Pedro Romero que era su confesor (a quien ella como a su legítimo juez daría cuenta de los favores que de nuestro Señor recibía) me la daba también a mí y yo la asentaba por memoria para escribirla más de propósito en su lugar.  

     Después de esto el padre provincial de esta provincia mandó a esta virgen por obediencia escribiese por su mano todos los favores que de Nuestro Señor había recibido, lo cual ella mucho tiempo rehusó recelando que esta escritura se había de publicar; mas, todavía apretada por el perlado, hizo lo que le mandaban y así escribió un cuaderno de tres o cuatro pliegos de estas cosas, el cual después me entregó y las cosas de él puse en los lugares de esta historia, a que pertenecían.

     Después de esto, porque era muy penoso a esta virgen escribir por su mano, por razón de la llaga y clavo que en ella tiene, diose esta orden por el perlado: que ella diese cuenta a su confesor de estas cosas, el cual las escribe fielmente de la manera que las oyó a ella y, para ratificarse en lo escrito, las vuelve a leer esta virgen y ella borra cualquier palabra o cosa que desdiga lo que pasó.

Fray Luis de Granada Historia de sor María de la Visitación, Barcelona 1962 (Obras Completas, t. XVII, F.U.E.  Madrid 1998 p. 12-18)

lunes, 4 de abril de 2011

Noticia de un pez extraordinario aparecido en Portugal

Fray Luis es un escritor siempre atento a las novedades que traen los marinos que navegan por mares lejanos, y a las curiosidades que él mismo puede conocer. Todo, lo antiguo, lo nuevo, le sirve para el mismo fin, atraer la mirada del hombre a la contemplación del mundo natural, creado por Dios para su deleite y beneficio. Todo es argumento para convencer al entendimiento, así pues este mundo maravilloso es para el hombre un libro en el que leer la existencia, y la providencia de Dios.

Mas dejado esto aparte, referiré aquí la grandeza extraña de un pece que el año de mil y quinientos y setenta y cinco, a veinte y dos días de abril, vino a la playa de Peniche, el cual echó la mar en tierra ya muerto. Fue ésta una de las cosas grandes que se vieron, porque tenía cuarenta codos de largo, y el cuero por el lomo era prieto, y por la barriga blanco, y lo largo de la cola de punta a punta era de cinco codos, y de anchura tenía quince palmos. Era tan corpulento, que de una banda a otra apenas se veían dos hombres de grande estatura. Los ojos tenía cada uno un codo de largo. Y es de notar que la cabeza tenía levantada cuatro codos en alto, y la boca no la tenía en la cabeza, como los otros peces, sino en la barriga. Los colmillos era cada uno de ocho codos. Tenía también en la boca diez y seis dientes de cada banda, y cada diente tenía medio codo en redondo, y de un diente a otro había un palmo de anchura. La figura de él quise poner aquí, la cual se trajo al rey Don Enrique que es en gloria.



En la fábrica de este pece se debe notar el artificio de la divina Providencia, porque la cabeza levantó en alto para que estuviesen los ojos en ella como en una atalaya, para ver los peces de que esta bestia se había de mantener. Y porque la distancia de la cabeza al agua era grande, proveyó que la boca estuviese en lo bajo, para estar más cerca y más a punto de pescar lo que los ojos desde su atalaya le descubriesen.

La precisión con que describe el pez, tiene más de científica que de literaria, incluso aporta el dibujo para confirmar la veracidad de su relato. ¡Cuántas narraciones, cuántos ejemplos, cuántas imágenes y comparaciones adornan su prosa!. Su contribución a la cultura española es impagable; como dice Laín Entralgo, cuando profundiza en el significado de la Primera Parte de la Introducción del Simbolo de la fe:

Fray  Luis de Granada es una de las almas españolas más luminosas del siglo XVI, y por lo tanto más iluminadoras de lo que fue nuestro instante supremo. (La Antropología en la obra de Fray Luis de Granada, C.S.I.C., Madrid 1988, p. 10)

Fray Luis de Granada Introducción del Símbolo de la fe 1583 ( t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 201)

La caza y los perros en la Introducción del Símbolo de la fe

Fray Luis como amante y observador de los animales, anima al cristiano con estos dulces bocados tomados de la vida cotidiana, a agradecer al Creador sus dones y regalos. Describe, magistralmente, una de las actividades más frecuentadas por caballeros e hidalgos de la España del s. XVI, como vemos en los retratos y escenas de caza de nuestros pintores renacentistas.

Sirve también para el mantenimiento, no sólo de las aves de rapiña sino mucho más de los hombres, la caza. Por dónde aquel santo Patriarca quería más a su hijo Esaú que  a Jacob, porque comía de la caza que él le traía. Y así, queriendo darle su bendición, le mandó que tomase su arco y su aljaba, y fuese a cazar, y de lo que matase, le hiciese una comida al modo que el mozo sabía, para que acabando de comer le diese su bendición.

Pues para esta caza sirven grandemente muchas diferencias de perros, que el Criador para esto crió, sin que los cazadores le den por eso muchas gracias. Mas así como hay muchas diferencias de cazar, así las hay también de perros. Porque hay lebreles de hermosos cuerpos y generosos corazones, que acometen a las fieras, hay galgos no menos hermosos y ligeros, que siguen a las liebres, hay otros más viles, que toman conejos, hay mastines, que sirven para la guarda de los ganados, hay sabuesos, que con la viveza de su olor descubren las fieras, y las hallan después de heridas, hay perdigueros, que con el mismo olor hallan las perdices de tal manera que no les falta más que mostrallas con la mano, hay perros de agua, que nadando entran por las lagunas a sacar el ave que heristes, y os la traen en la mano. 

Pues todas estas especies de animales formó el Criador con estas habilidades, para ayuda del mantenimiento de los hombres, demás de las aves de rapiña, que también le sirven para esto. Porque ya que crió la caza para mantenimiento del hombre, también había de proveer de instrumentos con que la pudiese cazar.

La cita ha sido tomada de la Primera Parte. Esta Parte, que llamamos Libro de la Naturaleza, consagra al escritor como maestro de estilo, creador de la lengua castellana, que estaba en formación, y teólogo de la vida natural, plenamente renacentista. Estas escenas, recreadas admirablemente, nos transportan a la época del Padre Granada, y constituyen un documento veraz para acercarnos a los pueblos y ciudades de Andalucía, Castilla, y Portugal, que él recorrió, a pie o en cabalgadura.

Fray Luis de Granada Introducción del Símbolo de la fe, 1583 ( t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 144)

Un entierro de hormigas, por fray Luis de Granada

En la Introducción del Símbolo de la fe describe nuestro escritor las cosas admirables de las hormigas, que predican la sabiduría de Dios Creador. Entre sus habilidades se fija en la provisión de alimento durante el verano para el invierno, en la construcción de los hormigueros a modo de laberintos, cómo se organizan para recoger, transportar y almacenar el grano; se juntan y reconocen entre sí como en una feria, son muy amigas de lo dulce, y lo más asombroso, entierran a sus muertos.

Y para esto, como escribe Eliano, fabrican en aquel su soterrano tres lugares distintos: uno en que ellas moran, y otro que les sirve de despensa, en que guardan la provisión de su mantenimiento, y otro que les sirve de cementerio donde sepultan los muertos, ¿quién creyera esto, si no se hubiera visto?. De modo que, como refiere Plinio, entre cuantos animales Dios crió, sólo el hombre y la hormiga entierran los muertos. 

Pues otra cosa añadiré a ésta muy consecuente y proporcionada con ella, que refiere Eliano, la cual podrá dejar de creer quien quisiere, mas yo la creo, así por ser consecuente a la pasada como por ser Dios el que las gobierna y el que quiso declarar más en estos corpecillos las maravillas de su providencia. 

Cuenta, pues, este autor que estando una vez una vez un insigne filósofo, por nombre Cleantes, asentado en el campo, vió unas hormiguillas andar cerca de sí, y como filósofo y amigo de entender los secretos de la naturaleza, púsose a considerar lo que hacían. Y vió que unas hormigas traían una hormiga muerta, y llegándose a la boca de un hormiguero que allí parecía, estuvieron un poco esperando con su defunto hasta que salió una y las vió, y tornóse para dentro, y yendo y veniendo algunas veces, finalmente vinieron otras: una de las cuales traía en la boca un pedazuelo de lombriz, y diéronlo a las que traían la hormiga muerta, y ellas entonces, recebido el porte de su camino, se volvieron, y las otras, reconociendo que la hormiga muerta era su hermana y de su compañía, la recibieron y llevaron consigo para darle su acostumbrada sepultura en su casa, guardando la fe debida a los hermanos en vida y en muerte. Puso este caso tanta admiración a este filósofo, que comenzó a dudar tenían razón y entendimiento los animales que tales cosas hacían.


Minifábulas, ed. Libro- Hobby, Madrid 2003 p. 3


Es una característica de la vida mocacal la observación de la Naturaleza, y también de los niños, que pasan horas y horas absortos en el campo mirando las hileras de hormigas trasportando los granos de trigo; e incluso yo he conocido alguno que construía hormigueros con botellas de plástico trasparentes, rellenas de arena, en forma de laberinto, para contemplarlas mejor. Me gustaría saber, Pedro Garcia López, si alguna vez has observado alguna cosa parecida a la que nos narra fray Luis.

Fray Luis de Granada Introducción del Símbolo de la fe, 1583 ( t. IX, F.U.E. Madrid 1996 p. 178)

sábado, 2 de abril de 2011

Peticiones del Padre Nuestro

En el Tratado Séptimo del Amor de Dios, incluido en el Memorial de la vida cristiana II, tomo V de la Obra Completa incluye fray Luis algunas oraciones y consideraciones que sirven para encender el amor de Dios en nuestros corazones. El mismo Hijo de Dios por el misterio de su encarnación y pasión nos alcanzó la dignidad de hijos de Dios, no sólo de nombre, sino que nos dio también espíritu y corazón de hijos, por eso dice el Apóstol san Pablo: infundió Dios el espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual con un entrañable afecto os incita a llamarle de todo corazón padre, padre.

Siguiendo la forma de una meditación, hace primero un comentario sobre la oración del Pater noster, y luego se extiende explicando sus siete peticiones:

     Meditación primera
Padre nuestro

     Segunda meditación
Que estás en los cielos
Santificado sea vuestro nombre
Venga vuestro reino
Hágase vuestra voluntad como en el cielo así en la tierra

     Tercera meditación
Nuestro pan de cada día dánoslo hoy
Y perdonadnos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores
Y no nos trayáis en tentación, mas libradnos del mal. Amén

En el capítulo IV del Compendio de doctrina cristiana II, tomo XXI, el escritor declara la oración del Pater noster de nuevo, con sus siete peticiones. Afirma que esta oración, que nos enseñó el mismo Hijo de Dios, contiene todo lo que se ha de pedir; al estar compuesta por Él nuestra confianza aumenta, pues podemos alegar ante el Padre, que nos manda su amado Hijo. Las peticiones están estructuradas como sigue:

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea el tu nombre.
Venga a nos el tu reino
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo
El pan nuestro de cada día dánoslo hoy
Que perdone nuestras faltas y pecados Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores
No nos dejes caer en la tentación
Líbranos del mal

Avisa el santo varón que pronunciando las palabras de esta oración, vayamos considerando lo que en ella se comprende, o lo que nos dé a entender el Espíritu Santo.

viernes, 1 de abril de 2011

El Cortijo del Santo, dedicado a fray Luis

En las tierras de Barqueros, cerca de Mula, se encuentra un altozano, llamado por las gentes del lugar Cortijo del Santo o de los Santos. Es una tierra propiedad de la familia de Ricardo Alarcón Buendía plantada de almendros y olivos, y circundada por otras propiedades de la familia Buendía. Se da la circunstancia de que la zona ha sido declarada Patrimonio Regional porque se encuentra en sus proximidades el volcán de Barqueros, el segundo más antiguo de Europa. Las tierras tienen abundantes restos de barita, la piedra volcánica que caracteriza la zona.

En el lugar levantamos un pequeño monumento, de piedra oscura con tejadillo, en honor de Fray Luis de Granada, donde vecinos y amigos se paraban para dedicar una oración al santo, y alguna moneda en favor de sus peticiones.

En la actualidad, la primera construcción ha desaparecido, y ha sido substituida por una casita; por detrás de la misma hemos colocado un cuadro con el retrato de fray Luis, obra de Ana Ragel. Rodeando el cuadro, aparecen unos ladrillos y columnitas, distribuidos artísticamente con un diseño realizado por José Teijón; estas piedras las trajo él mismo de unas canteras cercanas a Caravaca de la Cruz.

La devoción de los habitantes de Barqueros hacia el santo fray Luis continúa igual que antes.

El lugar está a pocos kilómetros del pueblo, y es frecuentado por cazadores, deportistas y aficionados a caminar por el campo para avistar conejos y perdices, tan abundantes en la zona, además de disfrutar contemplando el paisaje blanquecino de estas tierras murcianas en estado casi natural.


Carta a doña María Enríquez, viuda del Duque de Alba

                                                                          Lisboa, 15 de diciembre de 1582

Excelentísima señora: la gracia y la consolación del Espíritu Santo sea siempre con Vuestra Excelencia.

Los que conocimos a este Príncipe que nuestro Señor sacó de este destierro y llevó a su gloria para darle el premio de tantos trabajos como padeció en servicio de su Iglesia, aunque sentimos la común pérdida de tal persona, pero témplase este dolor considerando la vida que vivió, y la manera con que la acabó: porque tal fue lo uno y lo otro, que nos da a todos una tan cierta esperanza de su salvación, como si la viéramos con los ojos. Solamente habemos sentido la parte del dolor que cabe a Vuestra Excelencia. Mas este señor, antes que Dios le llevase, nos certificó que nuestro Señor le había de ayudar en este trabajo. Y, cierto, él tuvo mucha razón de esperar esto de Vuestra Excelencia, porque considerando su prudencia y las grandes obligaciones que tiene a nuestro Señor, verá cuánta razón tiene de ofrecer este sacrificio por los grandes beneficios que de él tiene recibidos, uno de los cuales es haber sido la señora más bien casada que ha habido en nuestros tiempos, y ser ella único ejemplo y dechado de amor y paz entre los casados.

Otro beneficio fue haberle dado Dios por compañero de esta peregrinación uno de los más valerosos, más virtuosos y más católicos señores que ha habido en nuestros tiempos, y tal, que si nuestro Señor concediera a Vuestra Excelencia facultad para escoger en todo el mundo un hombre con quien casar, es cierto que no escogiera otro más calificado ni más bien casado que el que le dio.

Otro beneficio es haberle Dios conservado cincuenta y tantos años: porque si divertiere los ojos por todas las señoras casadas en España, y viere cuán limitada fue la vida de sus maridos, hallará muchas viudeces muy tempranas, y muy pocas casadas que tan largo espacio lo fuesen como Vuestra Excelencia. Y junte con esto los peligros de que nuestro Señor le ha librado, andando siempre entre arcabuces y tiros de artillería cincuenta y tantos años ha que trató las armas, y que nunca rehusó los mayores peligros, que es un género de milagro. Y esto por haber inclinado nuestro Señor los oídos a las devotas oraciones, misas y plegarias de Vuestra Excelencia para conservarlo en medio de tantos peligros. Pues ¿no será razón que padezca Vuestra Excelencia algún trabajo por quien tales y tantos beneficios le ha hecho? ¿No será razón decir agora lo que el santo Job a su mujer, que le reprendía: si habemos recibido tantos bienes de la mano del Señor, ¿por qué no recibiremos agora estos trabajos que El nos envía?. No quiere el Eclesiástico que tengamos la mano abierta para recibir, y estrecha para dar. Y mucho menos lo quiere Dios, sino pues que tuvimos la mano abierta para recibir lo que nos da, la tengamos también abierta para dárselo cuando nos lo pide.

Mas no se acaban aquí los beneficios divinos; otro queda  mucho mayor, que es tener V. E., que tan familiarmente lo trataba, tan grandes prendas de su salvación, las cuales tenemos también nosotros, y más particularmente yo, que tuve cargo de su conciencia desde que entró en esta ciudad. Y es verdad, cierto, que las más veces que lo confesaba salía confuso y avergonzado de mirarme a mí, y por otra parte ver su compunción y devoción, y sus lágrimas, y las palabras que decía, y el sentimiento de las cosas de nuestro Señor, y aquella tan grande determinación que tenía de no hacer cosa que fuese pecado mortal -lo cual encarecía él diciendo que ni a trueque de ir al cielo, si esto fuera posible, haría un pecado mortal; y esto no por temor de las penas del infierno, que nada le movía, sino por los beneficios que había recibido de nuestro Señor, y por Su Bondad, lo cual nunca se le caía de la boca....

Vea, pues ahora V. E. qué se puede esperar de tal vida y de este acabamiento tan glorioso; y con éste junte otra señal de su predestinación, que es el gusto y la consolación que recibía en hablar de nuestro Señor, cual nunca yo he visto hasta ahora en personas de su calidad; porque cada vez que venía a confesarle, habíamos de estar dos o tres horas hablando en esta materia, aunque muchas veces estuviese con dolor de cabeza.

Todas estas cosas bien consideradas son bastante para mitiga el dolor de esta pérdida, si se puede llamar pérdida tan grande ganancia para la persona que se ama. Vemos que cuando está un vaso al fuego, no le solemos tomar por la parte que quema, sino por la que está fría; y pues este caso tiene cosas que dan dolor, y otras que dan consolación, que son las que aquí están referidas, trabaje V. E. por poner los ojos en las cosas que la han de consolar y mover a dar gracias a nuestro Señor, y apártelos de las que la han de desconsolar e impedir la conformidad que debe tener con la voluntad de quien esto ordenó.

Las personas que piden alguna cosa prestada a sus amigos, dos veces les dan las gracias por ella; la una, cuando la reciben de su mano; y la otra, cuando, a cabo de cierto tiempo se la vuelven; y tanto más, cuanto más largo espacio se han servido de ella, porque entonces más de corazón dan las gracias. Pues bien sabe V. E. que la vida de los casados no es de juro y de propiedad; prestada es por cierto tiempo, por el cual se casa una criatura mortal con otra mortal...

...Vuestra Excelencia viva para pagarle el extraño amor que siempre le tuvo, haciendo bien por su ánima; el cual amor era tan grande, que deseaba él que Vuestra Excelencia acabase primero, aunque fuera para él muy agrio trago, por excusarle la pena que había de recibir si él fuera delante.

Más de un mes antes de su enfermedad le comencé yo a prevenir para esta jornada, diciéndole que ya era tiempo de aparejarse para ella, pues la edad y los achaques de ella esto pedían. Y así lo entendió él muy bien, como Vuestra Excelencia con un poco de prudencia lo entenderá, y dará gracias a nuestro Señor porque Él lo dispuso de otra manera que él lo deseaba, pues más justo es querer nosotros lo que Él quiere, que querer Él lo que nosotros queremos; y más razón es conformarse nuestra voluntad con la suya, que la suya con la nuestra.

El cual la excelentísima persona y estado de Vuestra Excelencia conserve con favores del cielo, y la esfuerce y consuele en este trabajo.

De Lisboa, 15 de diciembre de 1582.

                                                                                         Fray Luis de Granada

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XIX, p. 96-103,  F. U. E. Madrid 1998