jueves, 2 de febrero de 2012

Sermones de santos: santo Tomás de Aquino

Añade a esto la variedad múltiple de su doctrina, en la que aventaja muchísimo a todos los demás. De los doctores sagrados, unos casi sólo se dedican a explicar las Escrituras, o a refutar a los herejes, o a instruir a los hombres en la piedad; por eso nada tiene de extraño que destaquen en esa única especialidad que han ejercitado. Pero a este santo doctor parece convenirle aquello que se dijo de Salomón que trató desde el cedro que se cría en el Líbano, hasta el hisopo que brota de las paredes.

Nada hubo en efecto, en lo que no entendiera el doctor santo: empezando por la dialéctica, explicó toda la filosofía de Aristóteles, la natural, la moral y la metafísica. Y lo hizo de tal modo que, como los que cortan los cuerpos para aprender su anatomía, así él en cada capítulo del filósofo, practica como su anatomía,  distinguiendo hasta sus partes más pequeñas, lo que ciertamente no pudo hacer sino con gran estudio e ingenio.

Y en la teología ¿qué dejó sin tocar?. Editó unos Comentarios al Maestro de las Sentencias y abarcó la Suma de Teología. Disputando Contra los Gentiles confirmó con razones admirables los dogmas de nuestra fe. Comentó además muchos libros de la Sagrada Escritura y publicó otras obras menores, que sería largo enumerar.

Si entre los santos doctores celebramos a san Agustín, san Jerónimo y san Juan Crisóstomo porque escribieron muchos libros, santo Tomás en esto les aventaja, pues dejó, con diferencia, muchos más escritos que ninguno de ellos, como demuestra muy bien el tamaño y número de sus volúmenes. Y ello es aún más admirable, si atendemos a los pocos años que duró su vida cuando los demás padres fueron mucho más longevos. ¿No es maravillosos que en tan breve espacio de tiempo aprendiera tantas y tan distintas cosas, leyera y retuviera en la memoria tantísimo y luego lo dejara todo escrito para la posteridad? ¿No es verdaderamente admirable en sus santos Dios, que en vaso tan frágil pudo colocar tan ingentes tesoros?.


                                                 
Santo Tomás de Aquino en la fachada de la Catedral de Murcia


Fray Luis de Granada, Obras Completas, Sermones de santos: santo Tomás de Aquino  t. XL, F. U. E. Madrid 2003, p. 21

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía

Sermones de santos: la Purificación

TERCER SERMÓN,

EN QUE, TRAS UNA EXPOSICIÓN BREVE DE LA LECTURA EVANGÉLICA, SE EXPLICA CON MÁS AMPLITUD LA LEY SOBRE LA OFRENDA DE LOS PRIMOGÉNITOS

TEMA: Conságrame todo primogénito, tanto de hombres como de animales, porque míos son todos (Ex 13, 2).

      Queridos hermanos: si de todos los beneficios divinos es el misterio de nuestra redención y salvación, el que ocupa el primer lugar, es deber nuestro celebrar con singular devoción y gratitud cuanto atañe a este beneficio. Hoy recogemos las primicias de nuestra salud, pues el hijo unigénito de Dios, cuya oblación y sacrificio debían redimir al mundo, es ofrendado a Dios Padre por nosotros, y es rescatado. El que más tarde iba a redimir al mundo con las cinco heridas de su cuerpo sacratísimo, es hoy rescatado con cinco monedas de plata. Fueron como el anticipo de nuestra redención y el sacrificio vespertino: la antigua ley prescribía que había de hacer dos ofrendas, una en la mañana, y otra al atardecer. Ambos sacrificios ofreció por nosotros el salvador: hoy en la ofrenda, el matutino; después con su pasión, el vespertino.

      Hoy, además, con la oblación del Hijo, celebramos la purificación de la Madre, que aun cuando de nada se tenía que purificar quiso hacerlo, para que, igual que el Hijo inocente tomó en la circuncisión la imagen del pecador, también ella, purísima, tomara la imagen de las mujeres impuras, sometiéndose a la ley de la purificación; y esto, sin hablar de su humildad, se hizo por dos razones principales: una, que deseando ofrecer hoy a Dios a su hijo primogénito, la ofrenda más pura, quiso santificarse también ella con este acto de humildad, para que su ofrenda fuese tanto más grata cuanto más puro y humilde era el espíritu de la oferente.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, Sermones de santos: la Purificación  t. XXXIX, F.U.E. Madrid 2003, p. 397-8

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía