sábado, 1 de diciembre de 2012

Introducción del Símbolo de la fe: Tendré misericordia


Y porque abiertamente conociésemos que todas estas profecías debajo de sus metáforas profetizaban la conversión de las gentes, al cabo de todas ellas, que es en el postrer capítulo, puso la llave de la inteligencia de lo que acerca de esta vocación había profetizado, diciendo así: Enviaré de aquellos que fueron salvos, a las gentes, a la mar, a África, a los moradores de Lidia que usan flechas y saetas, y a Italia, y a Grecia, y a las islas muy apartadas, y a  los que no me conocen ni vieron mi gloria, y predicarla han a las gentes[1]. En las cuales palabras, sin metáfora alguna declara esta vocación de la gentilidad al conocimiento y servicio del verdadero Dios, de aquí hemos tratado.
         Pues el profeta Oseas representa a Dios prometiendo esta misma gracia, por estas palabras: Tendré misericordia de la que era sin misericordia, y diré a quien no era mi pueblo: Tú eres mi pueblo, y él dirá: Tú eres mi Dios[2]. Pues ¿a quién competen estas palabras sino a la gentilidad, la cual no habiendo sido pueblo de Dios, vino por la gracia de Cristo y predicación de su evangelio a ser pueblo suyo?.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XII, F.U.E. Madrid 1996, p. 64-5




[1] Is 66, 19
[2] Os 2, 23-4

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