miércoles, 5 de diciembre de 2012

Sermon en la fiesta de la Concepcion de Nuestra Señora

      De aquí entendemos que pues escogió a esta virgen para la mayor dignidad que puede caber en pura criatura, siguese que la previno y dispuso con la mayor gracia y mayores dones. Y assi es certissimo, que una de las cosas en que Dios mas declaró su bondad, su omnipotencia e infinita sabiduría, fue en la perfeccion y santidad del alma de la Sacratísima Virgen, Y si Dios nos infundiese luz para conocer la perfeccion de esta singular obra de sus manos, veriamos como en sola esta mejor que en todo lo criado resplandecen sus Divinas perfecciones y atributos, su poder, su bondad, su saber: de manera, que ni en el Cielo con todos los planetas, con toda la hermosura de sus estrellas y sol y luna; ni la tierra con toda la variedad de sus animales, plantas, flores, fuentes, rios, y todo lo que añadió el arte; ni toda la grandeza de la mar, y la infinita multitud y variedad de sus peces; ni el ayre lleno de aves; mas ni el Cielo Empyreo lleno de Angeles, con el orden y distinción de sus hierarquias y coros, y los ministerios y oficios con que sirven a la Divina Majestad; todo lo que Dios hizo en las obras de naturaleza, no nos descubririan tanto de las Divinas perfecciones suyas, como la perfeccion que él puso en esta sacratísima anima.
         Si dice David que es Dios admirable en sus Santos[1]; ¿Quánto mas lo será en aquella en la cual amontonó todas las prerrogativas, gracias y dones de todos los Santos? Mas suben de punto a este concepto dos particulares consideraciones. La primera, que se compadezca en una criatura de carne y sangre mayor perfeccion que en el mas alto Seraphin: y esto antes que saliesse del vientre de su madre a esta luz. No es maravilla que un muy primo oficial haga en plata y oro obras maravillosas, de delicados primores, y bien asentadas labores; porque la materia subida da lugar, y las sufre: mas que esas mismas y mejores haga en barro, es cosa de mayor admiración. De ver volar una aguila y subirse a las nubes nadie se maravilla; mas todo el mundo se admira de ver andar un hombre sobre una maroma. Que un Seraphin sea adornado de mil gracias y perfecciones, nadie se admira; por ver que se asientan en una naturaleza espiritual purissima: mas que estas perfecciones y mayores se hallen en un alma vestida de carne, metida en un cuerpo sujeto a tantas miserias, administrada por sentidos corporales;  y que no se le pegasse de ellos nada, y sea mas pura que las estrellas, y passe de un vuelo todos los coros de los Angeles, y exceda a la perfeccion de los Seraphines; ¿qué cosa puede ser de mayor admiración?
         Que una dama que no entiende en mas que asistir a la Reyna, ande pulida y limpia, ¿qué maravilla? Mas que llegue el aseo y limpieza de una muger que no sale de la cocina entre las ollas, calderas, y cazos, y tizones y carbon, a tal extremo, que al cabo de sesenta años de este ejercicio anduviesse mas limpia, y sin el olor de aquel lugar, que las damas en las galas; ¿no sería cosa mayor que toda admiración? Pues qué menos es que esto, considerar el alma de esta Sacratísima Virgen encerrada en un cuerpo mortal, administrada por estos sentidos corporales; y que en sesenta y mas años nunca ninguno de sus sentidos se le desmandasse tanto como en un cabello en grueso? Que jamás sus ojos se desmandasen en ver, nunca sus oidos en oir, nunca su paladar en gustar, nunca su lengua en hablar? Que siendo forzoso acudir a todas las necesidades naturales, al sustento del comer, beber, dormir, al tratar, hablar, responder, negociar, y salir de casa, y tratar con las gentes; que todo fuesse con tanto compás, peso y medida, que jamás dixesse una palabra de mas, ni tuviesse un pensamiento o un primero movimiento de pesadumbre, ni un afecto, ni tomasse un bocado de mas? A quien no pone en admiración tal concierto? Quién vió jamás  tal relox? Tan perfecta uniformidad e igualdad? Qué mayor puede ser la de los mismos Cielos?
         La segunda consideración que levanta la admiración de tan extremada perfeccion, es ver como llego a tanta alteza con tan pocos ejercicios. El Apostol San Pablo discurria por el mundo, predicaba a los Gentiles, disputaba con los Judios, escribia a los ausentes, socorria a los presentes, padecia injurias, persecuciones, prisiones, carceles, hambre, sed, calor, frio, desnudez, desagradecimientos, trayciones, naufragios, azotes, piedras: mas esta Sacratissima Virgen no entendia en estas obras; porque la condicion y estado de mujer no lo sufria. Sus principales exercicios, después del servicio, y criar a su Hijo, eran espirituales: eran obras de la vida contemplativa, no faltando a las de la activa quando era razon. ¿Pues no es cosa de admiración, que con tan poco estruendo de obras exteriores, con solo lo que passaba en silencio dentro de aquel sagrado pecho, dentro de aquel corazon virginal, mereciesse tanto con Dios?[2]





[1] Salm 67
[2] FRAY LUIS DE GRANADA, Obras del venerable maestro F. Luis de Granada, t. VII, parte II, ed. Antonio Sancha, Madrid 1782, p 161-165

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