domingo, 2 de diciembre de 2012

Sermones de Adviento III: El beneficio de Cristo


     De lo poco que hemos dicho se puede entender cuántos beneficios trajo el Salvador al mundo. ¿Nos podía faltar algo bueno para la salvación cuando la fuente misma de todos los bienes se dignó venir a nosotros?. Si algún esposo marcha al extranjero con los Indios y está con ellos algún tiempo, desde allí envía a su esposa cartas y pequeños obsequios que despierten su amor y su recuerdo. Luego, cuando vuelve a su patria, no sólo regresa él sino que trae consigo todos sus bienes. Así también, aquel esposo celestial antes de venir al mundo enviaba con sus mensajeros pequeños obsequios y dones a su Iglesia, mas cuando se dignó venir él mismo, trajo a la vez consigo para dárselas todas las riquezas celestiales guardadas en los tesoros divinos.
         Consecuencia de ello fue también que aquellos males que vinieron al mundo por aquel primer padre del género humano desaparecieron gracias al segundo, y en su lugar se nos dieron bienes mucho mayores; como dice el Apóstol: no es el don como fue la transgresión donde abundó el pecado sobreabundó la gracia[1]. Quien desee conocer la gracia abundante de nuestra Redención, ponga sus ojos en aquellos males que vinieron al mundo por el pecado del primer hombre y podrá apreciar los bienes que por méritos del Redentor nos han sido otorgados, ya que fue enviado por el Padre al mundo para restaurar lo que se había derrumbado por culpa del pecado.


Fray Luis de Granada Obras Completas, t. XXIV, F.U.E. Madrid 1999, p. 127 
(Traducción de Ricardo Alarcón Buendía)



[1] Rm 5, 15 y 20

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