domingo, 9 de diciembre de 2012

Sermones de Adviento VI: El asno


         Sigue el texto: Fueron los discípulos y trajeron la borrica y el pollino, etc.[1]. La burra estaba atada en un cruce, los apóstoles la soltaron, pusieron sobre ella los mantos, y sobre ellos montó Jesús y la encaminó a Jerusalén. Este asno es aquí una imagen de la perfecta obediencia, de la perfecta virtud. Y superior a ella era el que decía: Yo era para tí como un bruto animal pero estaré siempre a tu lado[2], significando que Dios, se dejaba llevar sobre él y se ofrecía como un jumento presto a obedecer.
         Ningún mortal ha demostrado mayor prontitud de obediencia que el mismo Señor Jesús: porque para esto principalmente vino al mundo, para expiar con su obediencia el pecado de desobediencia antiguo. Él mismo describe esta obediencia de forma muy elocuente: Tú no has querido sacrificios ni oblaciones; pero me has dado oídos perfectos[3]. O (como traduce Jerónimo) has abierto mis oídos[4]. Es decir, te aplacas no con ceremonias o dictados de leyes, sino con la obediencia y la santidad. Para que tu divinidad, ofendida por el hombre pudiera aplacarse con un sacrificio gratísimo, quisiste que fuera yo erigido como ejemplo sumo de perfecta obediencia[5].


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXIV, F.U.E. Madrid 1999, p. 111

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía





[1] Mt 21, 6-7
[2] Sal t2, 22-23
[3] Sal 39, 7
[4] S. JERÓNIMO, Divina Biblioteca: PL 28, 1217
[5] J. OSORIO, De iustitia coelesti, Colonia, 1574, citado al margen en la p. 19 de la Editio princeps

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