lunes, 30 de junio de 2014

La 'Tentación de Santo Tomás de Aquino' de Velázquez

En 1994 salía a la luz una publicación de Javier Sánchez Portas, sobre el ‘Santo Tomás’ de Velázquez, del Museo Diocesano de Orihuela.

Es un excelente estudio en que aporta solución a cuestiones que desde 1906 se habían planteado los especialistas que se interesaban por este lienzo de Sto. Tomás.

Sabemos que el cuadro fue un regalo del confesor de Felipe IV, al colegio de Sto. Domingo y que llegó a Orihuela en marzo de 1633.

También con la última documentación encontrada por el autor, se precisa la fecha de la realización del lienzo, que sería a su regreso del viaje a Italia, en 1631, y que se concluiría con la entrega del mismo en marzo de 1633.

El tema del cuadro, es la ‘Tentación de Sto. Tomás’.



El noble italiano, Tomás de Aquino, siente desde joven vocación religiosa e ingresa en la orden de Sto. Domingo. Su familia intenta por todos los medios cambiar su decisión y, aprovechando un viaje que debe realizar el fraile, sus hermanos lo secuestran encerrándole en un castillo. Durante algún tiempo tratan de convencerlo para que abandone su vocación y al fin utilizaron la estratagema de que una mujer le tentara. El joven la rechaza y con un tizón de fuego de la chimenea, la hace huir y traza una cruz en la pared postrándose para rezar. En ese momento aparecen dos ángeles para confortarle y ceñirle en cíngulo de la castidad.

El cuadro de 244 x 203 cm., es una composición con tratamiento en diagonal cuyas líneas confluyen en la cabeza del Santo, que es la parte de mayor misticismo de la obra.

El estudio de la perspectiva de la luz y las sombras, los distintos puntos lumínicos, el equilibrio, el color, el amor y el detalle con que trabaja cada uno de los elementos y objetos que aparecen nos llevan a recrearnos en esta obra de Velázquez.
           

         
En muy pocas ocasiones ha salido el ‘Santo Tomás’ de Orihuela. En 1953, para ser restaurado en Madrid, otra en 1960 en la exposición del III centenario de la muerte del pintor, para ser restaurado en Madrid, por tercera vez, con motivo de la ‘Exposición Velázquez’ que se hizo en Madrid, y actualmente para la exposición de ‘Huellas’ que se está celebrando en la catedral de Cartagena en Murcia.

Enriqueta Sáez Sánchez, La 'Tentación de Santo Tomás de Aquino' de Diego Velázquez, Revista de Santo Tomás, IES Jiménez de la Espada, enero 2004


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        Todas aquellas otras corrientes de visual estrecha de intelectualistas o alumbrados, de ascetas o místicos puros, quedaron estancadas en el correr de los siglos, por más que a veces intenten unas u otras revivir. Mas el pueblo cristiano, los teólogos, los tratadistas de vida interior, los directores de almas, sienten hoy y piensan como el Fray Luis de Granada del siglo XVI, que logró alcanzar aquel equilibrio y dar aquella perennidad a sus libros que sólo consiguen quienes poseen la sabiduría con que se dominan los supremos principios de la filosofía y de la teología cristiana. Como Tomás de Aquino, abarcando con su poderosa inteligencia cuanto de verdad habían enseñado los filósofos antiguos y los escritores eclesiásticos, logró dar perennidad a sus enseñanzas, así Fray Luis de Granada alcanzó para sus obras, siempre nuevas, el privilegio de no envejecer con los siglos.

Fr. Francisco, O.P., Obispo de Salamanca, Una Suma de la Vida Cristiana, Prólogo, BAC Madrid 1947 p. XXIV

domingo, 29 de junio de 2014

La mata de albahaca

        De manera que le acaesce como a los que riegan una mata de albahaca, u otra cualquier planta semejante, que si ha muchos días que no se regó está tan fea, tan lacia y tan marchita que parece que está ya del todo muerta; mas si luego le acudís con un riego de agua, de ahí a una hora la veréis tan verde, tan fresca y tan hermosa que apenas os parece ser la misma. Y pues esto acaece cada día en la oración, sin duda, hemos de confesar que ella también es un riego espiritual de nuestras ánimas.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. I, F.U.E. Madrid 1994, p. 484

El perro del cazador

        Porque no es menester más que oler desde lejos esta divina suavidad, para que diga el hombre con la Esposa en los Cantares. En pos de ti correremos, Señor, al olor de tus ungüentos[1]. Porque sin dubda, no se da tanta prisa el perro del cazador cuando ha dado en el rastro de la caza, cuanto el ánima después que ha comenzado a sentir el olor y rastro de esta suavidad celestial.

 Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. I, F.U.E. Madrid 1994, p. 484



[1] Ct 1, 3

Regina


     Regina es profesora de Biología en Alemania. Ha venido de visita a Cartagena acompañada de una amiga española. 
     Estudiando plantas con sus alumnos acostumbra a mostrarles unas macetas con pequeños ejemplares de ficus benjamina
     Observando los ejemplares de ficus que se encuentran en la Muralla del Mar, y en la plaza San Francisco de la ciudad levantina, se ha sorprendido del tamaño, esplendor y longevidad de los árboles que allí hay; y ha querido fotografiarse junto a ellos, para enseñar a sus alumnos la gran diversidad que existe en la naturaleza en relación con una misma planta y dentro de una misma clase.

               


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        Declaremos esto  más en particular. Mira como un árbol, para que tenga aquella hermosura y perfección que pide su naturaleza, es necesario que esté campero, como dicen, que es muy descubierto por todas partes a los aires e influencias del cielo. Porque como él se gobierne de lo alto, y de allí recibe toda su virtud, conviene que esté en tal lugar y sitio, que pueda libremente gozar de estos comunes beneficios; ca si se plantase donde no le diese aire, ni sol, ni luna, ni podría medrar, ni dar fruto alguno. Pues así has de entender que pues todo el bien que nuestras ánimas tienen procede de aquel altísimo y espiritualísimo cielo, que es Dios, necesario es que estén de tal manera desembarazadas y libres, que puedan siempre, como conviene, atentas y presentes a él: para que así, mirándole, sean miradas; y amándole, sean amadas; y llamándole, sean oídas; y tendiendo siempre los brazos de su afición a él, sean ellas también abrazadas y recibidas de él.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. I, F.U.E. Madrid 1994, p. 508



Fray Luis de Granada, Obras Completas, t.I, F.U.E. Madrid 1994, p. 508

jueves, 26 de junio de 2014

San Josemaría Escrivá de Balaguer

        El núcleo del mensaje transmitido por el fundador del Opus Dei fue, sin duda, el anuncio de la llamada universal a la santidad en el ejercicio del trabajo profesional ordinario. Treinta años antes del Concilio Vaticano II, hablando de la plenitud de la vida cristiana, formulaba con sobrenatural audacia este juicio: “Tienes obligación de santificarte. —Tú también. —¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: ‘Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto’” (Camino, n. 291). La llamada universal a la santidad en el propio trabajo no supone –lo repitió muchas veces– una disminución de las exigencias y de los horizontes que evoca, en la conciencia cristiana, el vocablo “santidad”. Al contrario, implica recordar a todos y a cada uno de los hijos e hijas de la Iglesia que a todos ellos, estén donde estén, sea cuales sean sus cualidades, les están dirigidas las palabras del Evangelio, la invitación a seguir a Cristo que deriva del Bautismo. La plenitud de vida cristiana habrá de alcanzarla, por tanto, el fiel corriente en el lugar y condición que tiene en la sociedad terrena, haciendo de su trabajo ordinario –a imitación de la vida oculta de Cristo– ocasión de santidad y de servicio a Dios y a sus hermanos.
        Ese fue el mensaje que, desde el 2 de octubre de 1928, difundió el fundador del Opus Dei y el que fue atrayendo a su alrededor un grupo de personas, pequeño en los primeros momentos, pero destinado a crecer. Mientras tanto el contexto social en que se desarrollaba la vida de san Josemaría experimentaba cambios y tensiones. La situación económica familiar siguió siendo difícil. También cambiaron sus encargos pastorales. En 1931 dejó el Patronato de Enfermos y asumió la función, primero de capellán y después, en 1934, de rector del Patronato de Santa Isabel. Allí, en la sacristía de Santa Isabel, después de una oración personal especialmente viva, puso por escrito lo que fue una de sus primeras obras: unos comentarios a los misterios del Rosario, que, con algunos retoques, fueron publicados, en 1934, con el título de Santo Rosario.Desde muy pronto (1930) recogió en algunos cuadernos conclusiones o retazos de su oración personal, con experiencias surgidas de su labor apostólica. Reuniendo algunos de esos apuntes íntimos, compuso en 1932 un colección de pensamientos o puntos de meditación a los que puso por título Consideraciones espirituales; publicados a multicopista y posteriormente (1934) a imprenta, constituyeron un apoyo eficaz para su apostolado y el de quienes le seguían. Revisados y completados con otros, esos puntos de meditación dieron lugar a una de sus obras más conocidas: Camino, que, publicada por primera vez en 1939, ha sido traducida a numerosos idiomas, alcanzado una tirada que supera los cuatro millones y medio de ejemplares .


ISTITUTO STORICO SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ - Via dei Farnesi 83 - Roma (Italia) 

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                                                                            Bondad

        De este modo, pues, este Señor por una manera maravillosa se encubrió para descubrirse, porque encubriendo la gloria de su divinidad con la capa de nuestra humanidad, dio al mundo esta tan clara noticia de su bondad y de las perfecciones suyas, porque los que no podíamos contemplar la luz inaccesible de su divinidad, pudimos verle cubierto con el velo de nuestra humanidad.       

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XI, F.U.E. Madrid 1996, p. 72

miércoles, 25 de junio de 2014

Virginia Rosique en el Arqueológico


La fotógrafa Virginia Rosique dedica un homenaje a la mujer en el mundo del flamenco con obras en las que rinde tributo a artistas de la talla de Concha ‘La Peñaranda’, Mercedes ‘La Serreta’; La Trini, La Niña de los Peines o Carmen Amaya, entre otras, en la exposición ‘Sentir flamenco’ abierta en el Museo Arqueológico de Cartagena, con la intención de transmitir el ‘importante papel que ha jugado la mujer en este arte y su lucha por conseguir la igualdad’.

                       
Las Exposiciones del Museo

      En este museo, que dirige María Comas, las fotografías de Virginia Rosique, tomadas principalmente en la Región de Murcia, captan el escenario flamenco en vivo y en directo, con ese alrededor apasionado que despierta el cante jondo; la melancolía de los ‘tientos’, la ‘jondura’ de un martinete o el júbilo de unas bulerías se perciben en estas imágenes que protagonizan cantaores, tocaores y bailarines, un espectáculo en el que mujeres y hombres actúan a compás. Es el reportaje fotográfico de una artista que, con su cámara, aprehende instantes que suenan a música, a sentimientos, en un folklore de raíz ibérica que en el ámbito murciano, con Cartagena y las Minas, son vividos dentro y fuera de los ‘tablaos’.
     
Virginia Rosique presenta su Exposición en el Museo Arqueológico

Esta exposición, ‘Sentir flamenco’, de la fotógrafa Virginia Rosique en el Museo Arqueológico de Cartagena, abierta tras un recital de la cantaora malagueña Antonia Contreras acompañada por Chaparro, se exhibirá hasta el 16 de junio de 2014. (Tomado de: Infoenpunto, 21-III-2014)

           
El arte de Antonia Contreras

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Hermosura

Cuanto más, Señor, que vuestra gracia ayudará a nuestra flaqueza, y si os comenzáremos a amar un poco, darnos heis por este amor pequeño otro más grande, con mayor conocimiento de vuestra gloria, así como nos lo tenéis prometido por vuestro evangelista, diciendo: Si alguno me amare, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré, y me descubriré a él[1], que es darle un más perfecto conocimiento, para que así crezca más en ese amor.
           Ayúdanos, también para esto la santa fe católica, y las Escrituras sagradas, en las cuales tuvisteis, Señor, por bien daros a conocer, y revelarnos las maravillas de vuestra grandeza, porque este tan alto conocimiento causase en nuestra voluntad amor y reverencia de vuestro santo nombre. Ayúdanos también la universidad de las criaturas, las cuales nos dan voces que os amemos, y nos enseñan por qué os habemos de amar. Ca en la perfección de ellas resplandece vuestra hermosura, y en el uso y servicio de ellas el amor que nos tenéis. Y así por todas partes nos incitan a que os amemos, así por lo que vos sois en vos, como por lo que sois para nosotros.


            ¿Qué es, Señor, todo este mundo visible, sino un espejo que pusisteis delante de nuestros ojos para que en él contemplásenos vuestra hermosura?...¿Qué serán luego todas las criaturas de este mundo tan hermosas y tan acabadas, sino unas como letras quebradas e iluminadas, que declaran bien el primor y la sabiduría de su autor?¿Qué serán todas estas criaturas sino predicadoras de su hacedor, testigos de su nobleza, espejos de su hermosura…?


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XI, F.U.E. Madrid 1996, p. 43


[1] Jn 14, 21

El 'Audi filia' de Juan de Ávila

En el consejo que me envía a demandar, paresce que hace vuestra reverencia contra razón, porque teniendo la fuente tan cercana, quiere proveerse de un arroyuelo turbio como es el que acá hay, especialmente que lo que vuestra reverencia demanda es muy ajeno de toda arte: porque no hay otra arte sino la que el Señor quiere dar a cada uno. En lo cual yerran algunos que quisieron hacer reglas generales para el sancto exercicio de la oración, siendo tan variables, según la variedad de las personas.
            Quod in oratione praecipi potest, el padre Ávila lo escribió muy bien en un librillo que agora se imprimirá, donde trata muy copiosamente de este sancto exercicio[1].
            Lo que yo puedo al presente encomendar a vuestra reverencia es que escoja sus dos ratos, cada día, uno por la mañana –antes que se desayune el corazón de los negocios del día- (y otro por la noche), y entre a encomendarse a Dios, conforme a lo que dijo el justo Job: si diluculo consurrexeris ad Deum et Omnipotentem fueris deprecatus, statim evigilabit ad te, et paccatum reddet habitaculum tuum[2].
             Praeparatio vero in oratione est necesaria, iuxta illud Eccli: ante orationem praepara animam team, et noli esse quasi homo que tentat Deum[3]. Esta es muy buena: leer un capítulo o dos del Evangelio, o de otro lugar de la Scriptura con grande reposo y humildad, esperando como perrillo que está a la mesa esperando que el Señor le dé alguna migaxica, y como niño que tiene la nuez en la mano y está esperando quien se la parta. Y ansí diga con el profeta: revela oculos meos, etc[4].

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XIX, F.U.E. Madrid 1998, p. 26-7



[1] Es la primera noticia sobre el Audi filia, de san Juan de Ávila; la impresión se retardará aún: Alcalá, 1556. Cf. J. de AVILA, Avisos y reglas cristianas sobre aquel verso de David: Audi filia, introducción y edición de L. Sala Balust, Barcelona, Juan Flors, 1963
[2] Jb 8, 5-6
[3] Si 18, 23
[4] Sal 118, 18

lunes, 23 de junio de 2014

Fortalezas de Cartagena

     CASTILLO DE LOS MOROS.- Este castillo es prácticamente el menos visitado, aunque merece la pena llegar hasta allí por la panorámica tan magnífica que se divisa y por tratarse de una obra excepcional de defensa militar. El ingeniero militar Pedro Martín Zermeño elaboró un gran plan de fortificaciones para Cartagena (1766), donde incluyó leves descripciones y plano del Castillo. En 1778 Mateo Vodopich empieza las obras, aunque variando en algo el proyecto anterior, y las acaba en 1778. La situación del castillo se tiene por inmejorable, sobre todo, en el caso de que se viera la plaza atacada por un enemigo que se hiciera con esa cima. De ahí la intención de defenderla al máximo y de proteger los caminos que llegan hasta ella. La estructura de la construcción es la de un hornabeque, una obra coronada, con dos baluartes, uno al norte y otro al sur, trabados con una cortina-muralla, de ese modo dichos baluartes dominan toda la situación. Se le dotó con más de 20 cañones y cerca de 200 hombres.



      CASTILLO DE GALERAS.- Así llamado porque en la fachada del monte se encontraba el llamado Mar de Mandarache, lugar donde invernaban y se arreglaban las galeras. Esta elevación se convierte en un punto clave para la defensa de la ciudad y del mar, y sirve como protección para las construcciones que se obran en el Arsenal. Fue proyectado por el ingeniero militar Pedro Martín Zermeño, en 1766. Es de forma rectangular, con cuatro baluartes de traza irregular, un gran patio central y el clásico foso exterior. Fue Francisco Llobet el encargado de llevar a cabo este proyecto. Se terminó en 1777. Está considerado de Estilo Neoclásico Ecléctico. De este castillo parte el cinturón de la muralla de Carlos III que envolviendo la Plaza llega hasta el actual edificio del Gobierno Militar. Desde este castillo se proclamó el ‘Movimiento Cantonal’ con un disparo de cañón, el 11 de Julio de 1973.



       CASTILLO DE SAN JULIÁN.- Se empezó a construir en el s. XVIII. Encierra en su interior una torre cilíndrica que aún se conserva, y que fue realizada por los ingleses en 1706. Finalizó su construcción en 1888. La duración de la obra ha influido en la variación de sistemas defensivos y en la evolución del armamento. Tiene cinco frentes para su defensa y lo podemos clasificar como abaluartado, su estilo arquitéctónico pertenece al Neoclásico Ecléctico.



      CASTILLO DE ATALAYA.- Situado en el monte Atalaya en el barrio de la Concepción, lo diseñó el ingeniero militar Pedro Martín Zermeño con dos alturas; la planta baja es maciza, está trazada en forma pentagonal con cinco baluartes y rodeada de un foso. Par acceder a las terrazas existe una escalera de caracol. Podemos considerar su estilo como Neoclásico Ecléctico. Fue terminado en 1777.



    CASTILLO DE LA CONCEPCIÓN.- Situado en la colina de la Concepción entre la Muralla del Mar y la calle Cuatro Santos. Posee tres sectores importantes: Primero, Castillo de la Concepción, situado en la colina de Esculapio del Parque Torres, realizado del s. XIV al XVIII, contiene restos romanos. Segundo, la Torre Linterna, situada junto al castillo, que fue construida entre los s. XVI y XVII, de estilo Neoclásico. Tercero: la Puerta Antonelli, en la salida del castillo por la puerta de la Villa, se debe a Juan Bautista Antonelli y se levantó en el s. XVI. La puerta pertenece al Renacimiento y está coronada por un escudo de los Austrias.





Enriqueta Sáez Sánchez, III Festival Europeo de Teatro Grecolatino de Cartagena, Cartagena 1997

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            Mas antes así como la ciudad que está sin muros ni baluartes, fácilmente es entrada de los enemigos, así el ánima que no está guarnecida de oraciones, fácilmente es vencida del demonio, y llena de vicios[1].

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. I, F.U.E. Madrid 1993, p. 540-1


Castillo de Galeras.- Portal de Cultura (Ministerio de Defensa) 






[1] PSEUDO-CRISÓSTOMO, In praedicationes jejunii, sermo 2: PG 60, 711-2

domingo, 22 de junio de 2014

'El Abuelo' de Pérez Galdós

LUCRECIA.-¡Por piedad!...No puedo más. (Cae en el sillón consternada, sollozando. Pausa larga.)
EL CONDE.- Lucrecia, ¿reconoce usted al fin la razón que me asiste?...Llora usted… Creyendo que los procedimientos de suavidad serán más eficaces.) Sin duda expongo mis quejas con demasiada severidad; sin duda interrogo con altanería…No puedo vencer la fiereza de mi carácter. Perdóneme usted. (Con dulzura.) Ahora no mando…, no acuso…, no soy el juez…, soy el amigo, el padre, y como tal suplico a usted que me saque de esta horrible duda. (La Condesa calla, mordiendo su pañuelo.) Valor…Una palabra me basta…Después de oírla no he de decir nada desagradable…La verdad, Lucrecia, la verdad es lo que salva.
LUCRECIA.- (Que después de horrible lucha se levanta bruscamente, y, desesperada y como loca, recorre la estancia.) ¡Oh no puedo más!...¡Un balcón abierto para arrojarme!...Huir, volar, esconderme…Este hombre me mata…¡Favor!
EL CONDE.- Bueno, bueno…Veo que no quiere usted entrar en razón…¿No me contesta?
LUCRECIA.- (Con fiereza, con resolución inquebrantable, parándose ante él.)¡Nunca!
EL CONDE.- ¿De veras?
LUCRECIA.- (Con más energía) ¡Nunca!...¡Antes morir!
EL CONDE.- Bien. (Se sienta con calma.) Pues lo que usted no quiere decirme yo lo averiguaré.
LUCRECIA.- ¿Cómo?
EL CONDE.- ¡Ah!...Yo me entiendo.
LUCRECIA.- Está usted loco…Su demencia me inspira compasión.
EL CONDE.- La de usted a mí no me inspira lástima. No se compadece a los seres corrompidos, encenagados en el mal.
LUCRECIA.- (Iracunda) Continúa injuriándome, ¡a mí, a la viuda de su hijo!
EL CONDE.- (Levantándose altanero.) La que me habla no es la viuda de mi hijo, pues aunque la ley, una ley imperfecta, así lo dispone, por encima de esa ley está la autoridad moral del jefe de la familia de Albrit, que la coge a usted y la arranca, como cosa extraña y pegadiza, y la arroja a la podredumbre en que quiere vivir.

BENITO PÉREZ GALDÓS, El Abuelo, Ediciones Rueda, J. M., S.A., Madrid 2001 p. 68


Verdad

            La búsqueda de la verdad es cosa ardua, pero vayamos a donde nos conduzca esa posible verdad. Toda obligación humana camina por ese sendero, y así sembramos, navegamos, servimos en el ejército, nos casamos, y criamos a los hijos cuando el resultado de todo ello es incierto. Además nos acercamos a aquello acerca de lo que creemos que se puede tener buenas esperanzas, pero ¿quién le promete al agricultor su cosecha, al navegante el puerto, al militar la victoria, al marido una mujer virtuosa y al padre hijos buenos? Marchamos por donde la razón, no por donde la verdad nos lleva. Las apariencia de las cosas a las que damos crédito engañan. ¿Quién lo niega?; pero no hallo ningún otro camino por donde dirigir mi pensamiento. A través de estas huellas debe perseguirse la verdad, pues no tengo otras más ciertas. Me esforzaré en valorarlas de forma cuidadosa, y no asentiré con celeridad a ellas. (LUCIO ANNEO SÉNECA, De los beneficios VII, 33-34)

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XLV, F.U.E. Madrid 2005, p. 540-1

Transcripción y traducción de Ángel L. Soriano Venzal

jueves, 19 de junio de 2014

Corpus Christi

AVE MARÍA

            Meditando yo, queridos hermanos, sobre la virtud y majestad de este divino sacramento, cuya fiesta celebra hoy la Iglesia con gran alegría de los fieles, se me ofrecieron tantos y tan grandes milagros y portentos, que no sabría qué destacar más de tantas virtudes y milagros de él. En otras festividades el problema principal de los predicadores está en buscar lo que hayan de decir; pero en éste casi todo el trabajo consiste en ver qué omitir, por dónde empezar, y dónde deben acabar sus palabras.
            Hay en éste, el más grande de todos los sacramentos, muchos milagros y beneficios, que los santos padres señalaron en sus escritos, y muchos más que superan los límites de toda inteligencia humana. De los que señalan los santos padres nosotros pocos entendemos; y éstos, apenas los puede expresar nuestra lengua ruda y la vena estrecha de nuestro ingenio. Así, de las casi infinitas partes de este misterio apenas podemos explicar dignamente alguna.
            Pero esto no debe extrañar a nadie, pues si la bondad divina es inmensa e inefable ¿qué tiene de raro que sus obras, como son todos los sacramentos y misterios de la encarnación del Señor, reflejen la naturaleza de su causa y su origen, esto es, que sea inefable e incomprensible lo que nace de una bondad incomprensible e inefable?.
            Que esto es así lo manifestó el Señor en una extraña visión al profeta Ezequiel con la imagen de un templo y un río misterioso; de ese templo, por debajo del umbral brotaba agua hacia el oriente. El ángel que anunciaba estos misterios al profeta tenía en su mano una cuerda y midió, dijo, mil codos, y me hizo vadear el arroyo con el agua hasta los tobillos. Midió enseguida otros mil codos, y allí me hizo vadear el agua que me llegaba hasta las rodillas. De nuevo midió otros mil, y me hizo vadear con el agua hasta la cintura. Y medidos otros mil, era ya tal el arroyo que no pude yo pasarlo, porque habían crecido las aguas de este arroyo, de modo que no podía vadearse[1].
            ¿Qué entendemos por las palabras ‘agua’ y ‘río’ en las Escrituras, sino los misterios recónditos de la sabiduría divina? Entre los cuales hay una gran variedad y diferencia, que se insinúa con los diferentes vados de este arroyo.
            Pongamos algunos ejemplos. Cuando el Señor dio a su pueblo la ley del Decálogo, los hombres pudieron entender fácilmente su equidad y sinceridad, porque la llevaban escrita en sus entrañas, para bien de su naturaleza. Aquí el agua del río sólo llega a los talones, y es fácil para cualquiera vadear este río de la ley divina.
          Cuando predica la inmortalidad de las almas y el cuidado de la providencia divina, que modera los elementos inferiores, el agua entonces viene más crecida, mas parece que sólo llega hasta las rodillas, pues los filósofos más famosos lograron entenderlo con sólo la luz de la razón: Una misma razón explica y confirma, dice la providencia divina y la inmortalidad del alma humana, y no se puede aceptar lo uno sin lo otro[2].
          Luego, cuando la ley del Señor trata de la vida futura, y dice que en ésta hay reservada una recompensa para los buenos y castigos para los impíos, el río viene ahora más profundo, y llega hasta la cintura. Aunque esto lo hayan ignorado muchos filósofos, algunos, sin embargo, lo intuyeron, como atestigua Cicerón, que entre las opiniones de los filósofos más ilustres, dice que se debe contar ésta, que los impíos sufrirán  castigo en el infierno[3].
          Mas cuando la divina sabiduría se remonta de estas cosas de razón a las que superan la razón, sobre todo cuando propone a los fieles, para que los crean, los misterios y sacramentos inefables de la nueva ley, y dice que el creador mismo de todas las cosas bajó a la tierra para salvar a los hombres, que tomó carne humana, que vivió entre los hombres como un hombre, y lo que supera toda admiración, que por ellos fue apresado, recibió insultos, bofetadas, fue escupido, azotado y coronado de espinas, por último, clavado en la cruz derramó su preciosa sangre para expiar nuestros pecados, y de su cuerpo y su sangre nos preparó comida y bebida, para que viviéramos para siempre; cuando un hombre piadoso, digo, reflexiona y medita en profundidad todo esto que enseña la fe, y contempla aquella altísima y eminente naturaleza postrada y abatida por causa del hombre vil y desagradecido, entonces las aguas de este río rápido crecen y se hinchan de forma que en modo alguno se pueden vadear, porque aquí falla la mente, y se derrumba el entendimiento, enmudece la lengua, la voluntad se aturde, y con su estupor, su silencio y admiración alaba lo que ni la inteligencia puede alcanzar, ni pueden expresar las palabras. Y es que de las obras maravillosas de Dios, como dice san Gregorio[4], hablamos mejor cuando callamos admirándolas; y el hombre hace mejor alabanza cuando calla lo que no puede comprender.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXV, F.U.E. Madrid 2002, p. 359-363

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía






[1] Cf. Ez 47, 1-5
[2] PLUTARCO, Se sera numinis vindicta, XVIII ( Scripta moralia, ed. p. 678)
[3] M. T. CICERÓN, Rhet. I
[4] S. GREGORIO MAGNO, Moralium, X 12, 19: PL 75, 869

martes, 17 de junio de 2014

Elogio del Obispo de Sigüenza, 1676

Don Fray Pedro de Godoy, por la gracia de Dios Nuestro Señor y de la Santa Sede Apostólica Obispo y Señor de Sigüenza, del Consejo de su Majestad y su Predicador, etc.
       Habiendo llegado a nuestra noticia, con gran consuelo nuestro, que nuevamente se vuelven a imprimir las obras y escritos admirables del Venerable Padre Maestro y gran Predicador Fray Luis de Granada, cuya doctrina tiene la aprobación y recomendación de la Santa Silla Apostólica, como consta de especial Breve de la Santidad de Gregorio Decimotercio, que está impreso con dichos escritos…
          Y además de lo sobredicho, la experiencia ha enseñado y enseña a los hombres de espíritu y letras el singular aprovechamiento y fruto grande que han logrado y logran las almas que se dedican y ocupan en la lección de los libros y obras de este insigne varón….
            Les exhortamos y encargamos usen de tan grave, proficua y segura doctrina y espiritual pasto. Y a los párrocos y lugartenientes lean a sus feligreses las más veces que puedan algo de dichos escritos; pues en ellos y con ellos hallarán y conseguirán la enseñanza a que son obligados y todos saldrán aprovechados…
           En testimonio de lo cual, mandamos dar y dimos el presente, firmado de nuestro nombre, sellado con el sello de nuestras Armas y refrendado del infrascrito nuestro Secretario de Cámara, en nuestra fortaleza y Ciudad de Sigüenza, a diez y siete días del mes de Junio de mil seiscientos y setenta y seis años. FRAY PEDRO, OBISPO DE SIGÜENZA. Por mandado de su Señoría Ilustrísima el Obispo y Señor de Sigüenza mi Señor. Francisco Logares. Secretario.

FRAY LUIS DE GRANADA, Proceso de Canonización, nº 25, enero-marzo 1998, p. 7