sábado, 28 de noviembre de 2015

El Símbolo de la fe

        

Urna de casa (Museo Arqueológico de Berlín)

Querida Isabel!
Aquí está la 'Urna da casa', que os explicaba entonces. Ahora está expuesta en el Museo Nuevo. Ahora no tengo tiempo de ir hacia allí para hacer una foto en color. Esta foto es una fotografía de la vitrina en nuestra antigua exposición perpetua, igual como la vimos hace tiempo en el Schloss Charlotenburg (Castillo Ch.). 
No tiene un numero de inventario correcto, porque no hay un lugar cierto del hallazgo.

            BA----(A Grupo Cerámica)
             \----(B Número provisional)

         605 el objeto 605 entre  todas las cerámicas sin lugar de hallazgo

        Lo que os explicaba entonces:

Ya en el Este en los años 80 conocía el cuerpo con la apertura de puerta. La parte de arriba (tapa-sombrero) no existía. Se había perdido de tal manera que yo ya podía decir en ese momento que probablemente no era para despegarlo. En un libro antiguo sobre urnas de casa se veía qué pinta tenían estas urnas en original. Con ayuda de esa imagen (era una foto más pequeña que la copia, ahí a la izquierda) tenía que completar yo, entonces, la urna ya. Pero me había negado. No tenía ningún dato exacto de su altura, el original es más alto de 30 cm.
¿Cómo debía crear un complemento tridimensional? según una foto pequeña, sin conocer la altura de la parte intermedia. En la foto no se ve.
El deseo estaba justificado, pues solamente tenemos pocas urnas de casa (originales) de ese tiempo.
Entonces cayó el muro (9/11/1989). Mi Museo fue el primero que se unió con el del Oeste. Todos nosotros teníamos que trasladarnos al Oeste (Charlottenburg). Poco después esa urna se encontraba delante de mí otra vez, para su reconstrucción. He aplazado esta tarea una y otra vez- con el argumento de arriba.
Meses más tarde bajó al taller un compañero del almacén del 'Oeste', con la 'tapa-sombrero' en la mano, preguntando si este no pertenecería a mi urna: ¡¡¡Y encaja exactamente!!!
Estaba aliviada, 'liberada' -gran alegría...etc...; con eso la urna estaba completa, solamente tenía que completar todo el fondo. Eso no se ve en esta foto.
Así era con la Reunificación Este-Oeste.

          Gabriella Antal
          
          Traducción de Jochen Mante

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        Y aunque sea verdad que todas las cosas criadas y todas las Escrituras sagradas nos muevan a esto, pero generalmente hablando, los misterios de nuestra fe -que se contienen en el Símbolo, que es el Credo- son los más eficaces y provechosos para esto. Porque en él se trata de los beneficios divinos, del juicio final, de las penas del infierno y de la gloria del paraíso, que son grandísimos estímulos para mover nuestro corazón al amor y temor de Dios, y en él también se trata la vida y pasión de Cristo nuestro Salvador, en la cual consiste todo nuestro bien.
        Estas dos cosas señaladamente se tratan en el Símbolo, y éstas son las que más ordinariamente rumiamos en la meditación. Por lo cual con mucha razón se dice que el Símbolo es la materia propriísima de este santo ejercicio, aunque también lo será para cada uno lo que más moviere su corazón al amor y temor de Dios.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XIV, F.U.E. Madrid 1997, p. 23
 






martes, 17 de noviembre de 2015

Sainte Marthe

Après l’ascension du Seigneur, quand les apôtres se furent dispersés, elle et son frère Lazare, sa soeur Marie-Magdeleine, ainsi que saint Maximin qui les avait baptisés et auquel elles avaient été confiées par l’Esprit-Saint, avec beaucoup d’autres encore, furent mis par les infidèles sur un navire dont on enleva les rames, les voiles et les gouvernails, ainsi que toute espèce d’aliment. Sous la direction de Dieu, ils arrivèrent à Marseille. De là ils allèrent au territoire d’Aix où ils convertirent tout le peuple à la foi. Or, Sainte Marthe était très éloquente et gracieuse pour tous.

Jacques de Vorágine, La Légende dorée, ed. GF-Flammarion, París 1967 p.21

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        Como sabes, dijo, desde Jerusalén vinimos muchos, queriéndolo así Dios, y conduciendo la nave. Pero cuando Marsella y una parte no pequeña de la región recibió la fe de Jesucristo, crecieron tanto acerca de nosotros el favor humano y la inquietud, que pensé huir de la compañía de los hombres. Y arrebatada divinamente, fui colocada a la entrada de esta cueva.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XLII, F.U.E. Madrid 2004, p. 44-45

lunes, 16 de noviembre de 2015

San Alberto

        Como sea que gran número de esos fragmentos contienen consideraciones morales y teológicas sobre los animales, se sigue que de Ambrosio proceden asimismo la mayoría de las ideas zoológicas edificantes del Símbolo, ideas que se extraen, en algunos casos, de otros bestiarios. Coherentemente con la extraordinaria utilización de Ambrosio, en una única oportunidad se cita a Alberto Magno del De Animalium Libri XXVI, y no extraña que apenas se sirva Fray Luis de esta obra naturalista, puesto que se concibió con metodología aristotélica, y así no se moraliza ni se hace teología en las descripciones de animales.

Fray Luis de Granada, Introducción del Simbolo de la fe; edición y prólogo de José María Balcells, en 'Letras Hispánicas' nº 296  de Cátedra, Madrid 1989 p. 61        

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        De los perros dice Alberto Magno que cuando sienten en sí lombrices, se curan comiendo el trigo en berza (S. ALBERTO MAGNO, De animalibus, lib. VIII, tr. 2, cap. 2; Opera, vol. XI, París 1981, 434). Y el mismo dice que la cigüeña, sintiéndose herida se pone orégano en la llaga, y así sana. Por estos ejemplos entenderemos que el Criador ninguna enfermedad de animales dejó sin remedio, pues todas sus obras son acabadas y perfectas. Las comunes yerbas con que se curan los hombres, son agarico y ruibarbo: mas los animales para cada enfermedad tienen su propia yerba o medicina, porque esta variedad de remedios descubre más la sabiduría del Protomédico del mundo. Ni tampoco es cosa nueva, sino muy cuotidiana, buscar los gatos otras yerbas con que se purgan y alivian cuando se hallan cargados y dolientes.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 151

viernes, 13 de noviembre de 2015

El hombre, explorador del Universo

         Entre 1801 y 1868 se desarrolló la batalla del hombre fósil; hasta fines del siglo XVIII se decía que ningún hombre había podido ser contemporáneo de los animales desaparecidos (rinocerontes, mamuts, etc.). Luego se admitió, pero se afirmaba que esos hombres no podían ser antepasados nuestros: eran antediluvianos. Finalmente, tras una dura lucha, se llegó a probar que el hombre actual es descendiente directo de los hombres fósiles prehistóricos, que vivieron en la era cuaternaria al mismo tiempo que esos grandes mamíferos desaparecidos.
        Pero ¿cuándo? El director del Museo de Copenhague, C. J. Thomsen, sucesor de Neyrup, el año 1836 ordenaba las piezas del museo en tres edades: de piedra, de bronce y de hierro. Luego se dividiría la primera en dos (paleolítico y neolítico: según que las piedras estuvieran sólo talladas o ya pulimentadas). Morlot y Gilliéron deducían que en Suiza el neolítico había comenzado hacía unos 6.000 ó 7.000 años, mientras Horner calculaba que en Egipto dicho período había empezado 13.000 años antes: no era nada fácil la datación.
        ¿Y el paleolítico? Sir Lyell atribuía a los depósitos del Somme una antigüedad de no menos de 100.000 años y al período glacial del cuaternario, 220.000 años. Alguien asignaba sólo 20.000 años al paleolítico, en tanto que Gabriel de Mortillet calculaba el comienzo de la primitiva edad de piedra en unos 230.000 ó 240.000 años. No estaban en condiciones de determinarlo: la geocronología es un producto del siglo actual y el método del C-14 sólo se remonta a unos decenios. Pero no había dudas de que el hombre era mucho más antiguo de lo que se había supuesto.

LUIS LÓPEZ DE LAS HERAS, El hombre explorador del Universo, ed. Instituto de Filosofía, Madrid 1985  p. 29-30




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        Fray Luis no toma de Valverde sino los pormenores anatómicos que cree pertinentes a su propósito; no quiere alardear de erudición antómica ni abrumar a sus lectores con mil detalles menudos. De ahí que se conforme con añadir a su somera descripción del sistema nervioso central algunos datos sobre la médula, el sistema emunctorio del cerebro, los ventrículos y los nervios espinales. Ve Fray Luis en la médula espinal, siguiendo a Galeno y Valverde, una continuación homogénea de la sustancia cerebral o masa de los sesos: esta masa -escribe- corre por todo el espinazo, cercada de muy duros huesos, que la defienden, como a los (sesos) de la cabeza el casco; y asimismo va también ella envuelta con aquellas dos túnicas o camisas que dijimos tener en los sesos, que son la dura madre y la pía madre que está junto a ella. Aquí desconoce nuestro curioso de la Anatomía que su mentor Valverde, con palabras que traducen otras de Galeno, describe una tercera envoltura de la médula: una particular tela nerviosa y dura, que está debaxo de las sobredichas (Valverde, Historia de la composición del cuerpo humano, ed. de Roma MDLVI, VII VIIII, fol 101 r.).

Pedro Laín Entralgo, La Antropología en la obra de Fray Luis de Granada, C.S.I.C., Madrid 1988  p. 178-9

jueves, 12 de noviembre de 2015

Escuchadle, (Mt 17, 4)

        Cuando aún estaban hablando, una nube luminosa los cubrió, y se oyó una voz desde la nube que decía: Este es mi hijo predilecto, en quien me he complacido: escuchadle (Mt 17, 4). Es como si dijera: Este es mi hijo, no adoptivo, sino propio, no creado de otra parte sino engendrado de mí, el cual no apeteció como rapiña la igualdad que tiene conmigo, sino que permaneciendo en la forma de mi gloria, bajó hasta la forma servil la deidad incomunicable en la ejecución del consejo común, para la reparación del género humano. En este único Hijo, pues, me he complacido. Por tanto, todo el que desea agradarme a mí, hágase uno con él por la fe y la caridad, para de ese modo complacerme a mí en él y con él. Y escuchad al que abre el camino para el cielo, al que por el suplicio de la cruz os prepara una escala de subida al reino. Escuchadle a él que es el camino, la verdad y la vida, que es mi palabra y sabiduría. Oídle, pues, a él, no las voces del mundo, no los engaños de la antigua serpiente, no las seducciones de la carne, no, finalmente, las voces de los fariseos, que lo llaman seductor y malhechor. Contra estas voces sacrílegas oponed el testimonio de mi voz, y el resplandor de su rostro, y la aprobación de Moisés y Elías, y, finalmente, todos sus milagros que visteis.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXIX, F.U.E. Madrid 2001, p. 30-33

Transcripción y traducción de Donato González-Reviriego

lunes, 9 de noviembre de 2015

El Descubrimiento de América



Emilio Castelar, Historia del Descubrimiento de América, Rivadeneyra, Madrid 1892, p. 209-211.
www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/consulta/registro.cmd?id

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LUIS SARRIÁ

        1504 y en Granada, España se halla en el alba de su siglo de oro. La flor de los capitanes, Gonzalo de Córdoba, García de Paredes, Leiva, Próspero Colona -con el brillo de su espada- hacen temible el nombre español a orillas del Garellano y en la plaza de Gaeta. Veinte mil ducados daría yo -apostilla, fanfarrón, el general frances Termonille- por encontrarme al Gran Capitán en el campo de Viterbo.
        El duque de Nemours hubiera dado doble por no encontrarle en Ceriñola, replica, irónico y digno, el embajador español Lorenzo Suárez de la Vega.
        Colón, en el crepúsculo de su aventura -morirá en Valladolid el 1506-, dilata en las tierras transmarinas los dominios de Castilla. El pendón castellano ondea -desde hace doce años- al viento cristiano en las torres de Granada. En Gante, acunado por duras canciones de guerra, crece un tierno infante llamado a los más altos destinos: Carlos V. España es la primera potencia de Europa.
        Pero este año 1504, año de gloria, es también para Castilla fecha de luto. En el castillo de la Mota, 26 de noviembre, a los cincuenta y cuatro años de edad y treinta de su reinado, se apaga la luz inmensa de Isabel de Castilla, madre de España. Un suntuoso cortejo doliente conduce, entre la veneración respetuosa y el silencio congelado de las muchedumbres, sus despojos mortales por las calles granadinas, en una tarde del 18 de diciembre, hacia el bien ganado reposo del convento de San Francisco.
        En esta misma fecha de 1504, y en Granada, nace a la vida terrena, que en él ha de ser derecho caminar hacia la celeste, Luis Sarriá. Su padre, Francisco Sarriá, de la villa gallega del mismo nombre, había llegado, tras la espada reconquistadora, a la ciudad ya bautizada. Su madre, una modesta lavandera. Ignoramos hasta el nombre.

Fray Luis de Granada, Obra Selecta; prólogo de D. Díez de Triana, B.A.C., Madrid 1947, p. XXVII

sábado, 7 de noviembre de 2015

La Sierra de la Muela en Cartagena

          Es una ruta circular de gran interés para quienes deseen conocer en profundidad la Sierra de la Muela y su entorno, dando opción a muchas variantes.
        Para dirigirnos desde Cartagena al caserío del El Rincón (Galifa), hay que coger la carretera E-22 dirección a La Azohía y al salir de Canteras tomar el desvío hacia El Portús, poco antes de llegar a esta localidad veraniega arranca a la derecha el ramal asfaltado que se dirige a las casas de El Rincón. Al final del caserío existe una explanada donde se puede estacionar el vehículo. Iniciamos la ruta caminando por la transitada pista forestal, de acceso restringido, que sube a la ermita y posteriormente a a Muela.


Región de Murcia, Sierra de La Muela (Perín)
Richard Saura Martínez, Montañas de Cartagena, 50 excursiones, Novograf, Cartagena 2007

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        Y no menos fueron criadas para el hombre infinitas yerbas medicinales, de que hoy día se sirve la medicina, unas que purgan la cólera, otras la flema, otras la melancolía, otras que purifican la sangre, otras que sanan las llagas, otras que sirven para dar calor al estómago, otras para templar el del hígado, y otras que distiladas, sirven para aclarar la vista, y otras para otras mil maneras de enfermedades. Pues ¡cuán admirable es la providencia del Criador en las virtudes que puso en todas estas yerbas!.
        Pongamos ejemplo en sola la raíz del ruibarbo, el cual tiene especial virtud para purgar el humor colérico, de manera que, bebido, llega la virtud de él al hígado, donde está la fuente de todas las venas, que están esparcidas por todo el cuerpo. Y como en ellas esté la masa de todos los cuatro humores, la virtud de esta raíz atrae y llama para sí principalmente el humor colérico, dejando los otros: el cual por su llamado viene, y por el mismo se va fuera de casa, y deja al cuerpo libre y sano. De suerte que así como el Criador dió a la piedra imán esta virtud, que teniendo junto a sí diversos metales, solo el hierro atraiga a sí, dejando los otros, así puso virtud en esta raíz para llamar y atraer este humor de la manera que está dicho.
        Y no sólo en las yerbas, sino en las piedras preciosas puso virtudes medicinales, como en la piedra que llaman baazar, que vale para muchas cosas, y hasta en los palos y madera puso esta virtud curativa, como lo vemos en el palo que llaman de la China y de la India, al cual dio virtud para sanar enfermedades, que las más veces se adquieren con ofensas de Su Majestad, sin embargo de lo cual quiso proveerle de remedio: tan grande es y tan magnífica aquella soberana Bondad. En lo cual todos verán aún los ciegos cuán grande sea el amor del Criador para con los hombres, y el cuidado que tiene de su salud, pues tantas maneras de medicinas como están ya descubiertas y como cada día se descubren, crió para él. Porque la raíz de lo que llaman mejoacán, en nuestros días se consció en España.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 104-105

La Virgen de Monserrat

        El santuario de Monserrat, lugar de encuentro y centro de irradiación, donde la presencia de la Virgen se hace especialmente sensible por la fe que conduce a los fieles hacia Jesucristo, sigue hoy con una fisonomía muy propia su larga historia de siglos, al servicio del mundo, más deseoso que nunca de espíritu y profunda hermandad.


La Virgen de Monserrat (Foto: Ruta Mariana)
M. Boix, 'Qué es Monserrat', PAM Barcelona 2003 p. 24

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        Cuando advierte este santo varón que se acerca el final de su vida, desde la cárcel envía a dos de sus discípulos al Señor para decirle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? (Mt 11, 3). Ved en esta frase, dicha en griego, el empleo que se hace del artículo: ¿Tú eres aquel que ha de venir?; lo cual le da un énfasis especial, dice Teofilacto (Cf. Theophilactus, Super Mathaeum, 11, 3: PG 123, 247); es como si dijera: ¿No eres tú aquel que anunciaron los profetas, que cantaron las sibilas, y los patriarcas representaron en figuras, el deseado por todos los siglos, el único del que pendían la fe y los votos de todos los siglos? ¿Eres tú el que ha de venir para aplacar a Dios, redimir a los hombres, instaurar los tronos de los ángeles, reprimir el poder de los demonios, a que las puertas del cielo, cerradas, se vuelvan a abrir y a destruir las moradas infernales? ¿Eres tú el prometido desde el inicio del mundo, que aplastarías la cabeza de la antigua serpiente y romperías el poder y el reino del diablo? ¿Eres tú aquel doctor de vida celestial, guía al cielo, abogado de los hombres, médico y maestro, rey, sacerdote y víctima? Todo esto se nos insinúa con ese artículo griego de la frase: ¿Tú eres aquel que ha de venir o tenemos que esperar a otro?.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXIV, F.U.E. Madrid 1999, p. 196-197