domingo, 27 de diciembre de 2015

Villancico de Lope de Vega


        Y, para terminar, el libro de Lope Pastores de Belén. El villancico que sigue lo utilizó el Maestro Joaquín Rodrigo para componer una partitura, que junto a otras, constituyó un conjunto de villancicos premiado, hacia 1950, en un importante Concurso Nacional. El premio se concedió ex aequo al maestro Rodrigo y a Jesús García Leoz, músico navarro (1904-53), que dirigió el estreno de su obra un mes antes de su muerte. Solista Pilar Lorengar, la obra se titula “Primavera del Portal o Retablo de Navidad”. Con motivo del centenario de su muerte se ha emitido la grabación histórica del estreno por Radio 2 Clásica de RNE el pasado 8 de octubre, creo. Lo grabé. Podemos oír un poco. También García Leoz utiliza letras de los clásicos, Lope, Góngora...

Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,

¿dónde vais que hace frío,
tan de mañana?

Como sois lucero 
del alma mía,
 al traer el día 
naceis primero: 
pastor y cordero 
sin choza ni lana

¿dónde vais que hace frío 
tan de mañana?

Perlas en los ojos, 
risa en la boca, 
las almas provoca 
a placer y enojos; 
cabellitos rojos, 
boca de grana

¿Dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Que tenéis que hacer,
pastorcico santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado al alma

¿dónde vais que hace frío
tan de mañana?

Lope de Vega. Lírica, Clásicos Castalia, Madrid,1981, pág. 185


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        Ya que estamos viendo la humildad del nacimiento del Señor, es justo que veamos también su gloria, pues si nace humilde como hijo del hombre, como hijo de Dios nace con gran majestad.
      Había en aquellos contornos velando unos pastores que hacían centinela de noche sobre su grey. De improviso un ángel del Señor apareció junto a ellos y los cercó con su resplandor una luz divina, lo cual los llenó de sumo temor. Díjoles el ángel: No tenéis que temer; pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es Cristo, el Señor. Esta será la señal: hallaréis al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre (Lc 2, 8-12).
         Lo primero que debemos preguntarnos aquí es por qué razón juntó el mensajero celestial gloria y humildad tan grandes en este niño: al que anunciaba como Salvador el mundo, como el Mesias prometido en la ley, lo pone reclinado en un pesebre.


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXV, F.U.E. Madrid 2000, p. 143

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía


jueves, 17 de diciembre de 2015

Pedro Laín Entralgo

        Pasaron años y llegaron los de nuestra guerra, altísima ocasión para cargar la espalda de nuevos deberes, vivos no pocos aún, mas también para quedar absuelto de otros antiguos. Con mi dolor y mi entusiasmo pagué algunas deudas; con mi lectura otras, y entre ellas la que me ataba al granadino. Me adentré en la selva de Rivadeneyra, topé con los densos tomos de Fray Luis y durante bastantes horas hallé suave pábulo en la Introducción del Símbolo de la Fe.
        Ocurre a veces que sólo se sale de un débito contrayendo otro, como quien pasa, según el decir del pueblo, de Málaga a Malagón. ¿No es lo propio de la existencia terrena del hombre cerrar la exigencia de una intención antigua abriendo la obligación de un proyecto inédito? Así fue entonces. Si antes me anudaba con Fray Luis una deuda de lector, la lectura me hizo contraer con él un compromiso nuevo, esta vez de escritor: nunca estaría en paz con él mientras no estudiase profesoral y amistosamente, su idea del mundo visible y su saber acerca del hombre. ¿Cuándo podría ser, cuándo sería? Aún habían de pasar ocho años, uno menos que los del precepto horaciano, para que redimiese la nueva deuda. Mi ingreso en la Academia de Medicina me llevó a estudiar el saber anatómico de Fray Luis; el trabajo de los meses subsiguientes -siempre apresurado, siempre provisional, siempre insatisfactorio- me ha permitido dar cabo a esta modesta investigación sobre su Antropología que ahora envío a la impresión.

Pedro Laín Entralgo, La Antropología en la obra de fray Luis de Granada, C.S.I.C. Madrid 1988, p.8-9




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      ABRO los ojos de tus más tristes noches.
      En el viento lejano se perdió tu palabra. 
      En los parques de Bonn se respira a hojas
      verdes, mas los árboles contagian
      recuerdos a la brisa, a los cuerpos que aguardan,
      a su tibieza suave.
      Te veo ante mis ojos
      ataviado de un traje más oscuro, tejido
      de manantial de sombra.
      Mis pasos se encaminan de espaldas
      hacia un posible encuentro.
      Tú quisiste romperte como un pétalo,
      aquel día en Las Ramblas,entre flores,
      Hasta después, dijiste confiado.
      Y llegó aquella hora, la hora de la espera.

      Así teje la vida aquello que comienza en
      luz de instante y que termina en sombra.

María Teresa Cervantes Cartas a un apátrida, ed. Huerga y Fierro, Madrid 2011 p. 91