jueves, 2 de julio de 2015

El caballo castizo

               El caballo también reconoce su generosidad, y cuando  es caballo castizo y bien pensado, y sale holgado de la caballeriza, apenas cabe en toda una calle, ladeándose ya a una parte, ya a otra, y acometiendo a querer correr o saltar, metiendo la cabeza en los pechos para aparecer más bien enfrenado y hermoso. Y lo que más es, siente también la hermosura de los jaeces, cuando son tales, y muestra con ellos mas brío y lozanía. A lo menos de Bucéfalo, caballo de Alexandre Magno, escribe Eliano que, estando enjaezado, no sufría que cabalgase en él más que solo Alexandre, y al tiempo del cabalgar se abajaba, para que más fácilmente subiese en él, mas quitados los jaeces, sufría a cualquier mozo de caballos (Cf. C. ELIANO, 'De natura animalium', VI, 44). Crió Dios este animal más para la guerra que para el trabajo, aunque él sirve para todo. Y por eso le dió todas las propiedades que para esto se requerían. Porque es animal soberbio, brioso, atrevido, fiel, belicoso y esforzado. En las cuales propiedades resplandece tanto el artificio de la divina Sabiduría, que el mismo Señor que lo crió, se pone a describirlas muy de propósito, hablando con el santo Job, por estas palabras: ¿por ventura serás tú poderoso para dar al caballo la fortaleza que yo le di?. (Jb 39,  19-25).

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 209-210