miércoles, 30 de noviembre de 2016

Amor de la Virgen a su Hijo

        El segundo afecto que se sigue de éste, es la grandeza de la alegría que la Virgen tendría con la compañía y presencia de tal Hijo. Porque la alegría nace de la presencia y fruición de la cosa amada, de tal manera que cuanto es mayor el amor, tanto mayor esta alegría. Pues la que tan grande amor tenía a tal Hijo, ¿qué tan grande sería la alegría que recibiría de traerlo siempre a su lado, de verlo cada día a su mesa, de oír sus palabras, de gozar de su presencia, de ver aquel divino rostro, aquellos ojos, aquella mesura y aquella majestad que en aquel santo cuerpo resplandecía? ¿Qué de veces estaría a la mesa sin comer, viendo comer aquel que mantiene los ángeles? ¿Qué de veces se le pasarían las noches de claro, hincada de rodillas par de la cama del niño, viendo cómo dormía aquel que velaba sobre la guarda del mundo?. Si la memoria sola de este Señor bastaba para despertar de noche al profeta Isaías, cuando decía: Mi alma, Señor, te deseó de noche (Is 26, 9), y si de algunos santos leemos que contemplando las perfecciones y hermosuras de este Señor se arrebataban y salían de sí, y se levantaban en el aire, como se lee de San Antonio, de San Francisco y de Santo Tomás y de otros, esta Señora que tanta mayor caridad y gracia tenía que todos los santos, esta que tan presente tenía al Santo de los santos, ¿qué haría, qué sentiría, y cuál sería la alegría y los movimientos y sentimientos de su corazón

Fray Luis de Granada, Vida de María; edición preparada por J. A. Martínez Puche O. P., Edibesa, Madrid 2002,  p. 50

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Laureano Gómez Parra

       Silva locorum (tomo LI)

     Dice Fray Luis, según refiere José Jaime Peláez en su comentario al tomo LI de la Silva Locorum, que después de sus estudios de teología se dedicó al estudio de los Santos Padres y Sagradas Escrituras, siguiendo la recomendación de San Jerónimo de aderezar los sermones con citas extraídas de primera mano en dichas lecturas. Dice: todo lo que en ambas lecturas me parecía digno de anotación, lo transcribía, para después distribuirlo ordenadamente por temas, en lugares comunes, a fin de encontrarlo con más facilidad cuando fuese necesario, es decir, que seguramente lo anotaba en fichas o cuartillas, para después ordenarlas más fácilmente por temas…
     Autores como Desiderio Erasmo de Rotterdam y Juan Luis Vives, entre otros, también hicieron uso de esta técnica recopilatoria para sí mismos y para otros humanistas. En el caso de Fray Luis, como el mismo dice, a parte del uso propio, la intención fue, siguiendo las directrices del Concilio de Trento de impulsar un movimiento de predicación que renovara la elocuencia de los púlpitos, la de servir a los predicadores poniéndole a mano textos de autores de renombre y de las Sagradas Escrituras para que enriquecieran sus sermones.
     Las silvas, florilegios, antologías, polianteas181… existían desde la antigüedad, ya los antiguos clásicos usaban este método para comparar las fuentes sobre un tema concreto y hacer sus escritos más científicos. Además puede decirse que este método ha sido en ocasiones apéndice de varias tipologías del método científico, (por ejemplo del método histórico, del método sintético) y similar parcialmente al método de las formengeschichte, aunque con una intención no tan científica como erudita. Durante la Edad Media se continuó utilizando dicho método y también durante el Renacimiento. A pesar de la aparición de la imprenta los libros seguían siendo escasos y muchas bibliotecas de difícil acceso.
     Imaginemos un mundo sin fotocopiadoras, ni internet, ni diskettes ni cd´s, ni pendrive, ni archivos Pdf con su correspondiente buscador, los cuales permiten trabajar al investigador académico actual al ciento por uno… entonces veremos este método muy lógico y necesario, y si bien les ayudaba no poco, no les ayudaba menos una buena memoria. A una técnica adecuada unían una buena memoria. Aquellos investigadores y eruditos parece que hubieran tenido una capacidad de retentiva memorística más trabajada que hoy en día, por la misma necesidad y falta de soportes materiales, por lo que a veces también da la sensación de que hubieran llevado un impresionante florilegio mental consigo.
     La cosa es que no podemos entender por estas recopilaciones algo similar a los libros actuales de máximas, citas, sentencias etc. tan frecuentes en las ferias de libro.
     No, en el caso de las silvas, los florilegios… (que por su traducción literal pueden inspirarnos la idea de una cierta anarquía o imprecisión: bosque, recogida de flores) los temas están ordenados, estructurados, y además comentados en las presentes silvas bajo el epígrafe de El colector. Comentarios que no eran demasiado frecuentes en todas las recopilaciones, y por su frecuencia y extensión en las que tratamos ya hacen bastante novedoso el estilo de Fray Luis en este género.
     Por otro lado, las silvas de Fray Luis, a diferencia de otras muchas de su época, no se tradujeron hasta el s. XIX a ninguna lengua romance, siendo el francés la única lengua a la que se ha traducido la obra hasta actualidad, dado que los destinatarios principales de estos escritos eran predicadores, que generalmente en los siglos pasados sabían latín y por eso no necesitaban una traducción. Resulta por tanto que la primera traducción al español es la presente.
     Sin embargo se observa, como se acaba de apuntar, que en la producción de otras silvas existió la intención de traducir las citas recopiladas a lenguas romances y a otras lenguas vulgares, ya que avanzado el s. XVI y sobre todo el s. XVII, se acudirá cada vez más a las polyantheas o silvas y menos a las fuentes, al parecer, ya no por la dificultad de entrar a determinadas bibliotecas y/o por la escasez de libros, sino también por el cada vez mayor desconocimiento de las lenguas clásicas, en el bajo clero y fuera de él.
     La falta de cultivo de las lenguas clásicas, el exceso de veneración a las autoridades, el no acudir a las fuentes, a los textos originales y el fiarse de exposiciones de segunda mano, que a veces eran incluso florilegios de florilegios, fue ya denunciado por el valenciano universal Luis Vives como una de las causas de la decadencia de los estudios. Si bien un refrito bien hecho no lo hace cualquiera, hay que tener una cierta cultura para hilvanar determinados retales de buenas telas. (Salvemos un cierto derecho de una digna mediocridad).
     Los jesuitas van a criticar también toda esta erudición que no procedía de la lectura directa de las fuentes, sino del rastreo de florilegios, aunque lo peor no era el citar copiando de un florilegio, sobre todo si se escribía con cierta humildad, lo peor era cuando no se citaba textualmente sino que se interpretaba la cita… entonces sí se podía caer en la estafa intelectual.
     Pero lo que nos ocupa el momento es una de esas silvas que hasta ahora ha sido inédita en castellano…
     La producción de silvas de Fray Luis está dividida por él mismo en tres clases, y en la presente edición la primera clase está compendiada en el tomo 48, la segunda se enmarca en los tomos 49 y 50 y la tercera, que es a la que yo he dedicado mayor atención, la encontramos en el tomo 51.

Laureano Gómez Parra, Silva Locorum; en VARIOS, Fray Luis de Granada, un escritor contemporáneo, Ediciones del Orto, Madrid 2009, p.111-113