miércoles, 14 de diciembre de 2016

Vestidos los dejó de hermosura

                       Mil gracias derramando
                    pasó por estos sotos con presura,
                    y, yéndolos mirando,
                    con sola su figura
                    vestidos los dexó de hermosura


Vida y Obras de San Juan de la Cruz, B.A.C., Madrid 1960 p. 738

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       Y para esto, entre otras sagradas lecciones y oraciones, usa la Iglesia convenientísimamente de los psalmos de David, con los cuales ejercitamos los principales oficios de la religión, que son alabar a Dios y predicar sus grandezas y perfecciones y las maravillas de sus obras. Y con ellos mismos le damos gracias por la muchedumbre de sus beneficios y misericordias, y pedimos favor y gracia para guardar sus mandamientos, que es oficio proprio de la oración, la cual pertenesce a la misma virtud de la religión.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XIII, F.U.E. Madrid 1997 p. 76

jueves, 1 de diciembre de 2016

El padre Edmundo Champion

        En la carta pasada se hace mención del martirio del padre Campion y de otros sacerdotes que con él padecieron, (el) primer día de diciembre del año mil y quinientos y ochenta y uno.
        La historia del martirio de este padre y de sus compañeros es muy digna de ser sabida. Porque de ellos podemos decir con mucha razón que fueron dos veces mártires, una por la fe y otra por la caridad: esto es, una por no consentir con los herejes, y otra por no descubrir los católicos, aunque muchos tormentos por esta causa les dieron, como en el proceso se verá, siendo en lo uno leales a Dios, y en lo otro a sus prójimos y hermanos.
       Este padre Edmundo Campion era de la Compañía de Jesús, hombre de insigne virtud y doctrina, y diestro en el estudio de las letras humanas, así griegas como latinas. Era natural de Inglaterra, y así por esto como por la eminencia de su virtud y letras fue llamado de Praga, donde a la sazón estaba, y enviado por sus superiores a Inglaterra a confirmar a los católicos, y administrarles los sacramentos, y apacentarlos con la doctrina de la fe. Aceptó él esta obediencia con gran voluntad y celo de la salvación de las ánimas, ofreciéndose a manifiestos peligros por ellas, de los cuales muchas veces los libró el Señor con especial providencia. Tuvieron de esto inteligencia los herejes que gobernaban la tierra, y sentían una hambre canina de haberlo a las manos, parte por impedir el oficio que hacía, y parte por saber de él cuáles eran los católicos que él doctrinaba.

Vidriera representando a Edmundo Campion ( Galería de Lawrence O. P. en Flickr)
                                            
Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XIII, F.U.E. Madrid 1997 p. 187