miércoles, 8 de noviembre de 2017

La semejanza de Dios

        Fue este remedio proporcionado para la cura de  nuestra caída, que fue desear el hombre como también deseó el ángel, la semejanza de Dios, la cual prometió la serpiente a la mujer, cuando le dijo que comiendo de aquel árbol serían ella y su marido como Dios (Cf. Gn 3,5). Dijo, pues, Dios, como escribe sant Bernardo: Esta gente se pierde por imitarme y ser semejante a mí: pues quiero hacerme tal, que imitándome ellos, no sea para perderse, sino para salvarse. Deseabas, pues, hombre, ser semejante a Dios, porque ésta es la mayor gloria que puede haber después de Dios, cata aquí a Dios en tal figura que lo puedas imitar sin peligro, y alcanzar esa semejanza que deseas (Obras t. XI, F.U.E. Madrid 1996 p. 129)

FRAY LUIS DE GRANADA, Obras t. XI, F.U.E. Madrid 1996 p. 12 

    

martes, 19 de septiembre de 2017

Los libros de caballerías

        Y si la literatura caballeresca subyugaba al público desde los tiempos lejanos del rey don Pedro hasta los de Felipe III, hinchando abultados volúmenes para las clases más cultas, descendiendo en forma de libritos populares de cordel hasta las clases más humildes, y ocupando una parte, no la menos bella, del Romancero; si inspiraba al teatro nacional hispano portugués, si se infiltraba en las empresas señoriles y en las fiestas públicas, si sus enormes novelas fueron lectura absorbente, capaz de amargar con remordimientos la conciencia del antiguo canciller Ayala, de Juan de Valdés, de santa Teresa, y de preocupar a los procuradores en las Cortes del Reino, a los moralistas, a Luis Vives y a fray Luis de Granada, hemos de conceder que este género literario, no sólo fué popular, sino popularísimo. No triunfaron los libros de caballerías, como se cree, por ser la única novela disponible en el siglo XVI, sino que fueron casi únicos porque sus aventuras triunfaban en las imaginaciones españolas desde hacía mucho tiempo; crecían esos libros en segundas partes y continuaciones, porque la imaginación quería prolongar el placer de vivir la vida de la aventura sobresaltada y del esfuerzo victorioso y vengador.

RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, De Cervantes y Lope de Vega, Col. Austral nº 120, Espasa Calpe, Madrid 1948 p. 14-15

domingo, 20 de agosto de 2017

El Buen Pastor

       
         Oh delicado cuerpo, ¿qué carga es esa que lleváis sobre Vos? ¿A do camináis, Señor, con ese peso? ¿Qué quieren decir esas insignias tan dolorosas? Pues ¿cómo? ¿Vos mismo habíais de llevar a cuestas los instrumentos de vuestra pasión?
        Mira pues aquí, oh alma mía, al Señor en este camino, y mira esta tan pesada carga que lleva sobre sí, y entiende que parte de aquella carga eres tú, que vas en ella con todo el peso de tus pecados, de los cuales cada uno pesa más que todo el mundo, y da gracias a ese buen pastor que así lleva la oveja descarriada sobre sus hombros, para devolverla a la manada.

Fray Luis de Granada, Vida de María,  ed. De JOSÉ A. MARTÍNEZ PUCHE O.P., EDIBESA Madrid 2002, p. 60; Obras Completas t. V, tr. VI, cap. V

viernes, 4 de agosto de 2017

'Cuentos de la Alhambra’ de Washington Irving

        A la puesta del sol sobreviene una gradual animación; y cuando todas las campanas de la tarde tañen su triste sonido, la Naturaleza entera parece alegrarse de que el tiránico día haya sucumbido. Entonces comienza el alegría y el bullicio, cuando salen los ciudadanos a respirar el aire del anochecer y gozar del breve crepúsculo en los paseos y jardines del Darro y del Genil.
       Al cerrar la noche, el caprichoso escenario se reviste de nuevos aspectos. Una tras otra aparecen las luces: aquí, una vela en un balcón; allá, una lámpara votiva ante la imagen de un santo. De este modo, por grados, surge la ciudad de su penetrante lobreguez y resplandece con luces diversas, como el firmamento estrellado. Y ahora se levanta de patios y jardines, de calles y callejuelas, el resonar de numerosas guitarras y el repiqueteo de las castañuelas, fundiéndose en las alturas en un débil pero general concierto. “¡Goza de esta hora!”, es el credo del alegre y enamoradizo andaluz, y jamás lo practica con más intensidad que en las perfumadas noches del estío, cortejando a su dama con el baile, la cantilena amorosa o la apasionada serenata.
        Una noche que estaba sentado en el balcón, gozando de la suave brisa que llegaba rumorosa de la ladera de la colina por entre las copas de los árboles, mi humilde cronista Mateo, que me acompañaba, me señaló una espaciosa casa en una oscura calle del Albaicín, acerca de la cual me refirió, casi como yo la recuerdo, la siguiente anécdota:

WASHINGTON IRVING, Cuentos de la Alhambra’, Miguel Sánchez, editor. Granada 1990, p. 110-111


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        La “Primera Parte” de la Introducción del Símbolo trata de la creación del mundo, para venir por las criaturas al conocimiento del Criador y de sus divinas perfecciones. Así reza el frontispicio bajo el lema Delectasti me, Domine, in factura tua, et in operibus manuum tuarum exultabo (Sal 91, 5). Me has deleitado, Señor, con tu hechura, y exulto contemplando la obra de tus manos en versión ajustada a la letra. Alma contemplativa, dotado de una extraordinaria capacidad de lectura del libro del universo, fray Luis se complace en deletrearlo y llevar al lector de las manos. El camino -el método- era antiguo, trillado, pero él lo ‘recrea’ en la “Primera Parte”. Los doce años que vivió en La Alhambra agudizaron su sensibilidad cósmica, y a cada paso en sus libros anteriores a la Introducción se siente latir su querencia admirativa por las criaturas.

Cf. A. HUERGA, Fray Luis en la Alhambra, Cuadernos de la Alhambra, 26, 1990 p. 185-6; citado en:

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, Nota Crítica, F.U.E. Madrid 1996, p. 362-3



        

domingo, 30 de julio de 2017

Séneca "De la vida bienaventurada"

     Lo susodicho en substancia es de Séneca. El cual, en el libro que escribió De la vida bienaventurada, dice que, la misma naturaleza nos crió no sólo para obrar, sino también para contemplar. Y por esto dice que ella imprimió en nuestros ánimos un natural deseo de saber las cosas secretas. Por donde muchos navegan y andan peregrinando por regiones muy apartadas por solo este interese de saber cosas escondidas. Diónos, dice él, la naturaleza un entendimiento curioso, y como ella conocía el artificio y hermosura de sus obras, quiso que fuésemos contempladores de ellas, pareciéndole que perdería el fruto de sus trabajos si cosas tan grandes, tan claras, tan subtilmente ordenadas, y tan resplandescientes, y por tantas vías hermosas, criara para la soledad. Y porque sepas que ella quiso ser  no solamente mirada, sino también contemplada, considera el lugar en que nos puso, que fue en medio del mundo, por donde nos dio vista para todas partes, para que de ahí pudiésemos ver las estrellas cuando nacen y cuando se ponen: y allende de esto púsonos la cabeza en lo más alto del cuerpo sobre un cuello flexible, para que pudiese volver el rostro a la parte que quisiese. Y de los doce signos del cielo, por donde anda el sol, nos descubrió los seis de día, y los otros seis de noche, para que con el gusto de estas cosas que se ven, nos encendiese la cobdicia de saber las que no se ven, para que por esta vía procediésemos de las cosas claras a las escuras, y así viniésemos a hallar una cosa más antigua que el mundo, de la cual salieron esas estrellas. De manera que nuestro pensamiento ha de romper los muros del cielo, y pasar adelante, y no contentarse con saber solamente lo que ve, sino también lo que no se ve. Pues como el hombre sabio entiende haber nacido para esto, no piensa que tiene sobrado el tiempo de la vida para este estudio, antes conoce que por avariento que sea de él, y ninguna parte se le pierda por negligencia, que es muy breve para alcanzar tan grandes cosas, y que la vida del hombre es muy mortal para el conocimiento de las cosas inmortales”


  Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 31-2-3 

jueves, 27 de julio de 2017

La puerta de los ojos

          Mucha razón tuvo David para exclamar y confesar tantas veces que era Dios admirable en todas sus obras (Sal 85, 10; 88, 6; 117, 23; 134, 14, etc.), por pequeñas que parezcan. Digo esto, porque salimos agora de una maravilla, y entramos en otra no menor, que es la fábrica de nuestros ojos. La cual confiesan los profesores de esta ciencia ser la cosa más artificiosa, más sutil y más admirable de cuantas el Criador formó en nuestros cuerpos: en la cual, así como en la pasada, no es menor el beneficio que la maravilla de la obra.
        Porque ¿qué cosa más triste que un hombre sin vista, pues el santo Tobías, que con tanta paciencia sufría la falta de ella, saludándole el ángel, y diciéndole que Dios le diese alegría, respondió: ¿Qué alegría puedo yo tener, viviendo en tinieblas y no viendo la lumbre del cielo? (Cf. Tb 5, 12).
        Pues habiendo ya tratado de las partes de nuestro cuerpo, que están escondidas dentro del velo de nuestra carne, agora será razón tratar de los sentidos y miembros exteriores de nuestro cuerpo, que están en la frontera de nuestra casa a vista de todos, y comenzaremos por el más excelente de los sentidos exteriores, que son los ojos, y así el artificio y fábrica de ellos sobrepuja a la de todos los otros miembros y sentidos.
        Y la primera cosa que nos debe poner admiración, son las especies y imágines de las cosas, que se requieren para verlas. Para lo cual es de saber que todas las cosas visibles, que son las que tienen color o luz, producen de sí en el aire sus imágines y figuras, que los filósofos llaman especies, las cuales representan muy al propio las mismas cosas cuyas imágines son. La razón de esto es porque, según reglas de filosofía, las causas que producen algún efecto, han de tocarse una a otra, o por su propia substancia, o por alguna virtud o influencia suya. Y pues aquí tratamos de este efecto, que es ver las cosas, y ellas están apartadas de nuestra vista, es necesario que se toquen y junten por algún tercero. Y para esto proveyó el Criador una cosa digna de admiración, la cual es que todas las cosas visibles produzcan en el aire estas imágines y especies que llegan a nuestros ojos, y representen las mismas cosas que han de ser vistas. Lo cual se ve en un espejo, el cual, recibiendo en sí estas especies y imágines y no pudiendo ellas pasar adelante por no ser este espejo transparente, paran allí, y represéntannos perfectísimamente todo cuanto tienen delante. Y así en ellos vemos montes, y valles, y campos, y árboles, y ejércitos enteros, con todo lo demás que tienen presente, y si mil espejos hubiere repartidos por todo el aire, en todos ellos se representara lo mismo. Y no sólo en el aire, mas también en el cielo ha lugar lo dicho, porque no podríamos ver las estrellas estando tan apartadas de nuestra vista, si ellas no imprimiesen sus especies y imágines en nuestros ojos, para que mediante ellas fuesen vistas. Pues ¿qué cosa más admirable que, viendo nosotros cómo un pintor gasta muchos días en acabar una imagen, que cada una de estas cosas visibles sea poderosa para producir sin pincel y sin tinta y sin espacio de tiempo tanta infinidad de imagines en todos los cuerpos transparentes, como son el aire y el cielo? ¿Quién no ve aquí la omnipotencia de quien tal virtud pudo dar a todas las cosas visibles para que se pudiesen ver?.
        Mas tratando del órgano de la vista, es de saber que de aquella parte delantera de nuestros sesos, donde dijimos que estaba el sentido común, nacen dos niervos, uno por un lado,  y otro por otro, por los cuales descienden hasta los ojos aquellos espíritus que llamamos animales, y éstos les dan virtud para ver, siendo primero ellos informados con aquellas especies y imágines de las cosas que dijimos. Mas de la fábrica de estos ojos se escriben cosas tan delicadas y admirables, que yo no las alcanzo, y menos las podré escribir. Mas la que me parece más admirable de todas es que con ser tantas y tan admirables las cosas que para esta fábrica de los ojos se requieren, fue poderoso aquel Artífice soberano para ponerlos en la cabeza de las hormigas. Pues ¿cuanto mayor maravilla es ésta, que haber puesto los ojos en la cabeza del hombre o de algún elefante?
        Mas con callar otras cosas más sutiles, no dejaré de decir que en la composición del ojo entran tres diferencias de humores, los cuales se dividen entre sí con tres telas delicadísimas. Y al primero de ellos llaman cristalino, por ser sólido y transparente como lo es el cristal. Y después de éste se sigue otro humor rojo, que es abrigo y término del cristalino, y tras de éste se sigue otro azul. Y este color sirve para que por virtud de él se recojan y fortifiquen en la pupila del ojo aquellas especies y imagines que dijimos, la cual se ofendería con la mucha claridad, como se ofende cuando miramos el sol.
        Pues por estos viriles de los humores susodichos, si así se pueden llamar, entran las especies y imágines de las cosas, y suben por los sobredichos niervos al sentido común que dijimos, de donde ellos nacen. De modo que por ellos bajan los espíritus animales que nos hacen ver, y por ellos mismos suben las imagines de las cosas a este ventrecillo del sentido común susodicho, y de ahí caminan a los otros interiores. Y según esto podemos decir que todo este mundo visible, cuan grande es, entra en nuestra ánima por esta puerta de los ojos. Y ésta es la causa, como Aristóteles dice (ARISTÓTELES, MetafísicaI I,1; Sobre el alma II, 7), de ser tan preciado este sentido, porque como el hombre, por ser criatura racional, naturalmente desea saber, y este sentido de la vista le descubre infinitas diferencias de cosas, de aquí le viene preciar mucho este sentido.

  
 Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 263-4-5


lunes, 24 de julio de 2017

Las cigüeñas

        En las cigüeñas nos representó el Criador una perfectísima imagen de piedad de padres para con sus hijos, y de hijos para con sus padres. Porque los padres, además de mantener sus hijos en el nido, como hacen las otras aves, usan de esta piedad con ellos, que cuando arde el sol de manera que podría ser dañoso a los hijuelos ternecicos, extienden ellos sus alas, en las cuales reciben los rayos del sol, y hácenles con esto sombra, siendo para sí crueles, por ser para los hijos piadosos. En lo cual nos representan aquellas piadosas entrañas y amor del Padre Eterno para con sus espirituales hijos, a quien el psalmista atribuye esta misma piedad, diciendo que con sus espaldas les hará sombra, y recogerá y guardará debajo de sus alas (Sal 90, 4). Y no menos representan la grandeza de la caridad del Hijo de Dios, el cual recibió en sus sacratísimas espaldas los azotes que nuestras culpas merecían, pagando, como él dijo, lo que no debía ( Cf. Is 48, 4). Pues esta caridad que tienen las cigüeñas para con sus hijos cuando son chiquitos, tienen los hijos para con sus padres cuando son viejos  y inhábiles para buscar de comer. Porque pagan en la misma moneda el beneficio que recibieron, manteniendo sus viejos padres en el nido con todo cuidado. Y cuando es necesario mudarse para otra parte, los buenos y agradecidos hijos, extendiendo sus alas, toman a los viejos encima, y múdanlos para el lugar donde han de morar. En lo cual también nos representan la caridad y misericordia de aquel soberano Padre para con sus hijos, de quien el profeta dice que así como águila extendió sus alas, y los trajo sobre sus hombros (Dt 32, 11).

Mucha razón tuvo David para exclamar y confesar tantas veces que era Dios admirable en todas sus obras (Sal 85, 10; 88, 6; 117, 23; 134, 14, etc.), por pequeñas que parezcan. Digo esto, porque salimos agora de una maravilla, y entramos en otra no menor, que es la fábrica de nuestros ojos. La cual confiesan los profesores de esta ciencia ser la cosa más artificiosa, más sutil y más admirable de cuantas el Criador formó en nuestros cuerpos: en la cual, así como en la pasada, no es menor el beneficio que la maravilla de la obra.
        Porque ¿qué cosa más triste que un hombre sin vista, pues el santo Tobías, que con tanta paciencia sufría la falta de ella, saludándole el ángel, y diciéndole que Dios le diese alegría, respondió: ¿Qué alegría puedo yo tener, viviendo en tinieblas y no viendo la lumbre del cielo? (Cf. Tb 5, 12).
        Pues habiendo ya tratado de las partes de nuestro cuerpo, que están escondidas dentro del velo de nuestra carne, agora será razón tratar de los sentidos y miembros exteriores de nuestro cuerpo, que están en la frontera de nuestra casa a vista de todos, y comenzaremos por el más excelente de los sentidos exteriores, que son los ojos, y así el artificio y fábrica de ellos sobrepuja a la de todos los otros miembros y sentidos.
        Y la primera cosa que nos debe poner admiración, son las especies y imágines de las cosas, que se requieren para verlas. Para lo cual es de saber que todas las cosas visibles, que son las que tienen color o luz, producen de sí en el aire sus imágines y figuras, que los filósofos llaman especies, las cuales representan muy al propio las mismas cosas cuyas imágines son. La razón de esto es porque, según reglas de filosofía, las causas que producen algún efecto, han de tocarse una a otra, o por su propia substancia, o por alguna virtud o influencia suya. Y pues aquí tratamos de este efecto, que es ver las cosas, y ellas están apartadas de nuestra vista, es necesario que se toquen y junten por algún tercero. Y para esto proveyó el Criador una cosa digna de admiración, la cual es que todas las cosas visibles produzcan en el aire estas imágines y especies que llegan a nuestros ojos, y representen las mismas cosas que han de ser vistas. Lo cual se ve en un espejo, el cual, recibiendo en sí estas especies y imágines y no pudiendo ellas pasar adelante por no ser este espejo transparente, paran allí, y represéntannos perfectísimamente todo cuanto tienen delante. Y así en ellos vemos montes, y valles, y campos, y árboles, y ejércitos enteros, con todo lo demás que tienen presente, y si mil espejos hubiere repartidos por todo el aire, en todos ellos se representara lo mismo. Y no sólo en el aire, mas también en el cielo ha lugar lo dicho, porque no podríamos ver las estrellas estando tan apartadas de nuestra vista, si ellas no imprimiesen sus especies y imágines en nuestros ojos, para que mediante ellas fuesen vistas. Pues ¿qué cosa más admirable que, viendo nosotros cómo un pintor gasta muchos días en acabar una imagen, que cada una de estas cosas visibles sea poderosa para producir sin pincel y sin tinta y sin espacio de tiempo tanta infinidad de imagines en todos los cuerpos transparentes, como son el aire y el cielo? ¿Quién no ve aquí la omnipotencia de quien tal virtud pudo dar a todas las cosas visibles para que se pudiesen ver?.
        Mas tratando del órgano de la vista, es de saber que de aquella parte delantera de nuestros sesos, donde dijimos que estaba el sentido común, nacen dos niervos, uno por un lado,  y otro por otro, por los cuales descienden hasta los ojos aquellos espíritus que llamamos animales, y éstos les dan virtud para ver, siendo primero ellos informados con aquellas especies y imágines de las cosas que dijimos. Mas de la fábrica de estos ojos se escriben cosas tan delicadas y admirables, que yo no las alcanzo, y menos las podré escribir. Mas la que me parece más admirable de todas es que con ser tantas y tan admirables las cosas que para esta fábrica de los ojos se requieren, fue poderoso aquel Artífice soberano para ponerlos en la cabeza de las hormigas. Pues ¿cuanto mayor maravilla es ésta, que haber puesto los ojos en la cabeza del hombre o de algún elefante?
        Mas con callar otras cosas más sutiles, no dejaré de decir que en la composición del ojo entran tres diferencias de humores, los cuales se dividen entre sí con tres telas delicadísimas. Y al primero de ellos llaman cristalino, por ser sólido y transparente como lo es el cristal. Y después de éste se sigue otro humor rojo, que es abrigo y término del cristalino, y tras de éste se sigue otro azul. Y este color sirve para que por virtud de él se recojan y fortifiquen en la pupila del ojo aquellas especies y imagines que dijimos, la cual se ofendería con la mucha claridad, como se ofende cuando miramos el sol.
        Pues por estos viriles de los humores susodichos, si así se pueden llamar, entran las especies y imágines de las cosas, y suben por los sobredichos niervos al sentido común que dijimos, de donde ellos nacen. De modo que por ellos bajan los espíritus animales que nos hacen ver, y por ellos mismos suben las imagines de las cosas a este ventrecillo del sentido común susodicho, y de ahí caminan a los otros interiores. Y según esto podemos decir que todo este mundo visible, cuan grande es, entra en nuestra ánima por esta puerta de los ojos. Y ésta es la causa, como Aristóteles dice (ARISTÓTELES, MetafísicaI I,1; Sobre el alma II, 7), de ser tan preciado este sentido, porque como el hombre, por ser criatura racional, naturalmente desea saber, y este sentido de la vista le descubre infinitas diferencias de cosas, de aquí le viene preciar mucho este sentido.

   p. 263-4-5

Del elemento del agua

        Del elemento del aire bajamos al del agua, que es su vecina, la cual al principio de la creación cubría toda la tierra, como el elemento del aire a esta misma agua. Mas porque de esta manera no se podía habitar la tierra, el Criador, que todo este mundo criaba para servicio del hombre, así como al hombre para sí, mandó que se juntasen todas las aguas en un lugar, que fue el mar Océano, y que se descubriese la tierra para nuestra habitación; y así se hizo, sacando el agua de su natural lugar, que era estar sobre la tierra, y recogiéndola en otro.
        En este elemento hay muchas cosas que considerar, las cuales predican las alabanzas del que lo crió, conviene saber, su grandeza, su fecundidad, sus senos, sus playas, sus puertos, sus crecientes y menguantes, y finalmente los grandes provechos que nos vienen de él. Por su grandeza y fecundidad alaba Dios el salmista diciendo: Este mar grande y espacioso, donde hay tantas diferencias de pesces que no tienen cuento, y animales así pequeños como grandes (Sal 103, 25)

 Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 91

martes, 18 de julio de 2017

El Nuevo Mundo

        Pues comencemos agora a filosofar sobre esto. Y extendamos agora los ojos por todo el universo mundo, que es por las tres principales partes de él, que son Asia, Africa y Europa, y en la cuarta que agora se ha descubierto en las Indias Occidentales, que llaman Nuevo Mundo, y corramos por todas las islas del archipiélago y por todas las del mar Océano, y por todas las tierras de bárbaros y negros que habitan debajo de la tórrida zona, y finalmente por todo lo que rodea el sol…


 Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996,  p. 340

El azucena

       Porque ¿qué otro artífice fuera bastante para criar tanta variedad de cosas tan hermosas? Poned los ojos en el azucena, y mirad cuanta sea la blancura de esta flor, y de la manera que el pie de ella sube a lo alto acompañado con sus hojicas pequeñas, y después viene a hacer en lo alto una forma de copa, y dentro tiene unos  granos como de oro, de tal manera cercados que de nadie puedan recibir daño. Si alguno cogiere esta flor, y le quitare las hojas, ¡qué mano de oficial podrá hacer otra que iguale con ella, pues el mismo Criador las alabó, cuando dijo que ni Salomón en toda su gloria se vistió tan ricamente como una de estas flores? (Mt 6, 29).



Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 110

domingo, 16 de julio de 2017

La piña

        Pero aún se descubre esta providencia en la guarda de otros frutos que están en mayor peligro, cuales son los de los árboles muy altos y ventosos, de los cuales algunos nacen en la cumbre de los montes, como son los pinos, cuya fruta no se lograría, si el Criador no le pusiera una tan fiel guarda como es la piña, donde con tan maravilloso artificio está el fruto en sus casicas abovedadas tan bien aposentado y guardado, que toda la furia de los vientos no basta para derribarlo.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 110

viernes, 14 de julio de 2017

A Don Gaspar de Quiroga

       AL ILUSTRÍSIMO Y REVERENDÍSIMO SEÑOR DON GASPAR DE QUIROGA,  ARZOBISPO DE TOLEDO, PRIMADO DE LAS ESPAÑAS,  CHANCILLER MAYOR, INQUISIDOR GENERAL Y DEL CONSEJO DEL ESTADO DE SU MAJESTAD, ETC.

         Y por servir esta doctrina a la declaración y confirmación de los principales artículos y misterios de nuestra santa fe, de derecho se debía a la persona de V. S. Ilustrísima, aunque otra particular razón no hubiera, pues está a su cargo por dispensación divina el amparo y defensión de la fe, con el cual esperamos que nuestro Señor la conservará en la sinceridad y pureza que hasta agora ha perseverado. Porque los méritos y virtudes que sublimaron a V. S. al más alto título y dignidad de estos reinos de España, ésos mismos obrarán  que mediante el celo de su religiosa providencia, la columna de la fe persevere siempre en su firmeza. Por lo cual debe siempre dar gracias al que le escogió para este tan grande ministerio.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 12 

Breve de Gregorio XIII

        Dilecte fili, salutem et apostolicam benedictionem. Diuturnus atque assiduus labor tuus in hominibus tum a vitiis deterrendis, tum ad vitae perfecionem vocandis, fuit semper nobis gratissimus: iis vero ipsis, qui suae caeterorumque salutis et Dei gloriae desiderio tenentur, fructuosissimus, iucundissimusque.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 13-14


        Amado hijo, salud y bendición apostólica. Siempre nos fue muy acepto vuestro largo y continuo trabajar en apartar a los hombres de los vicios, y traerlos a la perfición de la vida, y de mucho fruto y contento para aquellos que tienen deseo de su propia salvación y de la de los demás.

jueves, 13 de julio de 2017

La divina Providencia

        Mas el mismo filósofo en el Compendio de la filosofía que escribió a Alexandre, aunque algunos dudan ser este libro suyo, hablan más claro de la Providencia, donde refiere una cosa memorable. Porque cuenta él que una vez rebosó el monte Etna una tan gran bocanada de fuego, que se extendió por todos los campos y tierras comarcanas: y huyendo todos los mozos a gran priesa, como los viejos no pudiesen huir, hubo algunos hijos tan leales a sus padres, que tomándolos sobre sus hombros, huían con ellos. Mas no pudiendo darse tanta priesa por la carga que llevaban, finalmente los hubo de alcanzar la apresurada llama. Entonces Dios agradándose de aquella fe y lealtad de los buenos hijos para con sus viejos padres, hizo que se dividiese y apartase la llama en dos partes, para que diese lugar y paso seguro a los virtuosos mancebos con sus padres.

        Esta historia refiere Aristóteles en el sobredicho libro, en la cual no sólo confiesa la divina Providencia, sino también los milagros que sobrepujan toda la facultad de naturaleza.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 306



jueves, 22 de junio de 2017

El verdadero orador

           El aspecto emocional y espiritual -espíritu divino, divino fervor- constituye un elemento esencial en la configuración de la idea que tiene el padre Granada del predicador verdadero.
           ¿Para qué entonces las reglas, la normativa, toda esa profusa y prolija Retórica que escribe el propio fray Luis? El padre Granada no es un voluntarista, ni se deja impresionar por la exaltación enfermiza del sentimiento o la falsa y alegre belleza descriptiva. Su sensatez, experiencia vivida y profundidad espiritual hará, con sus consejos y normativas de la Retórica, que estas encuentren su lugar adecuado. Las reglas de la retórica no pueden ser un obstáculo ni constituir una dificultad para el objetivo que se persigue; para ello han de trascenderse a sí mismas, de ahí que se precise la experiencia personal y la obligada limitación de su uso. Fray Luis clarifica con fina matización una vez más este problema: cuando el ánimo, con la costumbre y el ejercicio, se ha adaptado a las reglas, dentro de ellas, se mueve con entero desenfado y libertad. La inspiración no se violenta con la normativa; al contrario, canaliza su fuerza y virtualidad.
          Ni el auténtico escritor, ni el verdadero orador se improvisan. Esta empresa es ardua y exige un largo ejercicio. Fray Luis pasará a dar unos elementales, pero sapientísimos consejos, a los jóvenes predicadores. El orador -dirá fray Luis- trazará, al principio, las grandes líneas de su discurso. Luego irá dando contenido y forma a sus ideas a lo que debe añadirse obligadamente la inspiración y fuerza interior.

Urbano Alonso del Campo, Vida y obra de fray Luis de Granada, S. Esteban 2005, p. 287

domingo, 4 de junio de 2017

El Espíritu Santo descendió sobre los discípulos


TEMA:


De repente sobrevino del cielo un ruido, como de viento impetuoso que soplaba (Hch 2, 2)

        Aunque la fiesta sacratísima de hoy, queridos hermanos, parezca corresponder sólo a los discípulos del Señor, que recibieron en este día las primicias del Espíritu, no se nos excluye a nosotros en modo alguno de participar en ella, pues el Espíritu Santo, que hoy descendió sobre ellos, lo hizo de forma que mientras dure el mundo estará también con nosotros. Lo confesamos diariamente en el símbolo de la fe, al decir que creemos en la santa Iglesia y en la comunión de los santos.
        Confesamos que en el mundo hay un congreso de hombres piadosos y santos, entre los que el Espíritu Santo eligió su domicilio y aposento, para que siendo él su guía y fortaleza, apartadas y despreciadas todas las cosas terrenas como vanas y perecederas, tengan puestos y fijos todo su amor, su fe y su felicidad sólo en Dios, por cuya gloria y obediencia estén siempre dispuestos no sólo a rechazar estas cosas terrenas sino a dar incluso la sangre y la vida.


Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXIV, F.U.E. Madrid 2002, p. 168-169


Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía

Façase tua vontade na terra, assi como se faz nos ceos

       E porque a vinda deste reino consiste em que o que Deos tem mandado se cumpra, segue-se logo a terceira petiçam em que dizemos: Façase tua vontade na terra, assi como se faz nos ceos. Esta vontade he aquella que elle tem notificada per sua palavra y a que quis que seu unigenito Filho y Redentor nosso nos preegasse, pera que fazendo nos aquillo que elle diz que quer, alcançemos os benes y herança que nos tem prometido. E porque pera isto ha tanta fraqueza y contradiçam em nos, pedimos-lhe humilmente, que pois nos de nossa natureza somos cegos y errados, elle por sua infinita bondade y misericordia encaminhe nossa cousas, enderece nossos coraçoês de tal maneira que se cumpra sempre sua vontade y o que nos tem mandado y que por seu unico filho nos revelou, o qual tudo he pera gloria sua y proveito nosso.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXI, F.U.E. Madrid 1999, p. 48-49

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo

sábado, 3 de junio de 2017

Nuestro pan de cada día dádnoslo hoy


        Pues, oh padre celestial, danos hoy este pan, para que agora y en todo tiempo lo poseamos. Acordaos, Señor, que vuestro Hijo llama este pan cuotidiano (Lc 11, 3), y nos manda que lo pidamos hoy. Decidnos pues, oh buen Jesú, ¿por qué tanto os apresuráis a estar con nosotros, que nos mandáis pedir para hoy, y no esperáis para mañana? ¿Qué habéis visto en nosotros, por donde estáis tan embriagado de nuestro amor, que no queréis esperar por mañana? Si así os costriñe el amor que nos tenéis, que no queréis alargar el plazo de vuestra venida, sino que luego queréis estar con nosotros, no ganando vos en esto nada, ¿cuánto, más nosotros, que somos vilísimos gusanos, y que tanto ganamos con vos, debríamos apresurarnos a estar con vos, sumo bien nuestro, espejo sin mancilla y alegría de los ángeles?. 

 Fray Luis de Granada, Obras Completas t. V, F.U.E. Madrid 1995, p. 383

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo

Perdonadnos nuestras deudas

        Y pues vos, Señor, recibísteis ya tan grande satisfacción de nuestras deudas con la sangre de vuestro Hijo, y nos mandáis pedir este perdón, perdonadnos todas nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a nuestros ofensores.  ¡Oh dichosa ofensa, oh bienaventurada deuda, la cual después de perdonada merece ser alegada en el juicio de Dios para nuestro perdón!
        Por lo cual no nos debíamos entristecer cuando los hombres nos ofenden, persiguen y hacen todo mal, antes nos debíamos alegrar y desear las tales cosas, porque perdonando estas ofensas, más fácilmente podemos alcanzar perdón. Y no hay que dudar sino que esta alegación que aquí nos enseña nuestro mismo juez y abogado, debe ser de gran precio delante de él. Por lo cual de buena grana sufría el rey David los denuestos y injurias de Semeí que le maldecía, porque entendía cuánto esto le valía para reconciliarse con Dios.    

 Fray Luis de Granada, Obras Completas t. V, F.U.E. Madrid 1995, p. 385

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo


jueves, 1 de junio de 2017

Venga a nos el tu reino

        Esta petición está también llena de grandísima caridad para con nuestros hermanos y prójimos, pues que no solamente pedimos en ella que en esta vida reciban el espíritu del cielo, con que sean vasallos de este reino y sus almas sean libres de pena eterna y herederas del cielo, mas también pedimos que se llegue al cumplimiento del reino, por el cual sean libres de las miserias y trabajos de este mundo.


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          Esta petiçam estaa tambem chea de grandissima charidade pera com nossos hirmaôs y proximos, pois que nam soomente pedimos nella que nesta vida recebam o spirito do ceo, com que sejam vassalos deste reino y suas almas sejam livres de pena eterna y heredeiras do ceo, mas tambem pedimos que se chegue o comprimento do reino, polo qual sejam livres das miserias y trabalhos deste mundo.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXI, F.U.E. Madrid 1999, p. 48-49

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo

miércoles, 24 de mayo de 2017

San Mateo, apóstol

        Pues con este espiritu, con este mismo afecto san Mateo llevó a los publicanos y amigos al Señor, para que atraídos con su conversación y convivencia, dejando la codicia y las ganancias terrenas, siguieran al Señor por su ejemplo y se hicieran partícipes de la misma felicidad y gracia. Y esto es lo que manda el Señor en el Apocalipsis, cuando dice: El que oye, diga: ven (Ap 22, 17). Esto también es lo que él indicó en la fábrica del tabernáculo, cuando mandó unir sus cortinas entre sí, de modo que la una trajera a la otra (Ex 26, 3). Y esto se hace en la Iglesia, cuando aquel que está encendido en el amor divino, se esfuerza en inflamar a los otros y atraerlos a Cristo. 


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XLIII, F.U.E. Madrid 2004, p. 222-225

Transcripción y traducción de Donato González-Reviriego

viernes, 21 de abril de 2017

Esopo, las 'Fábulas'

     
      Un lobo que vio a un cordero a la orilla de un río intentó devorarlo aduciendo un pretexto verosímil. Aunque él estaba en la cabecera del río acusó al cordero de remover el agua y no dejarle beber. El cordero replicó diciendo que bebía con la punta de los labios y que además era imposible que él, que estaba aguas abajo del río, removiera el agua de la cabecera. El lobo al ver que nada conseguía con su acusación le dijo entonces: Es que el año pasado tú insultaste a mi padre . El cordero replicó que hace un año aún no había nacido. El lobo le dijo: No creas que porque tengas respuestas adecuadas para todo voy a dejar de devorarte.


                                                     Fot. tomada  de www.seleneteatro.com

         La fábula da a entender que ningún argumento justo es válido para quienes tienen el propósito de hacer el mal. (ESOPO 155)

Esopo, Fábulas, Introducción, traducción y notas de José Luis Navarro y Gemma López Martínez, ed. Clásicas, Madrid. 2007
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         Extrañas son también las artes que tienen para mantenerse los lobos. Mas una sola contaré, que escribe Eliano, la cual en parte responde a una cuestión que se suele poner que es, cómo hay tan pocos lobos pariendo la hembra muchos lobillos, habiendo por otra parte tantos carneros y corderos, no pariendo la oveja más que uno, y matándose cada día tantos para nuesto mantenimiento. Dice pues este autor que cuando no tienen que comer los lobos, se juntan una cuadrilla de muchos de ellos, y andan corriendo alrededor como en corro unos en pos de otros, y el primero que desvanecida la cabeza cae, viene a ser manjar de todos los otros. Y ésta es una de las causas de haber menos lobos, por comerse los unos a los otros. Donde se debe mucho notar el estilo de la divina Providencia, la cual impide por sus vías y caminos la multiplicación de los animales que nos habían de ser perjudiciales y nocivos.

Fray Luis de Granada, Canto a la Naturaleza, ed. Universidad de Granada , Granada 1991, p. 96-97

jueves, 23 de marzo de 2017

Queridísimo hijo

          Y volviendo en sí, dijo: ¡Ay, cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo estoy aquí pereciendo de hambre!.
           No: yo iré a mi padre y le diré: Padre mío, pequé contra el cielo y contra tí:
          Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como uno de tus jornaleros.
          Con esta resolución se puso en camino para la casa de su padre. Estando todavía lejos avistóle su padre, y enterneciéronsele las entrañas, y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello, y le dió mil besos (Lc 15, 17-20).

Sagrada Biblia, ed. Océano, Barcelona 1983, p. 1224; trad. de P. Petisco, S.J.
            

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         Por último, tan grande es su misericordia que el hijo pródigo, animado por esta su benignidad suma, decidió por sí mismo venir y pedir que al menos se le incluyese en el número de los jornaleros. Sin embargo, no pronunció enteramente su petición meditada mucho y por largo tiempo, porque vio que su padre le trataba no como a un abatido jornalero sino como a un queridísimo hijo.


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXVIII, F.U.E. Madrid 2000, p. 30-31

Transcripción y traducción de Donato González-Reviriego

viernes, 17 de marzo de 2017

Padre nuestro

        Pues este gloriosísimo nombre nos debe convidar a amar este Padre, y a esperar en Él, darle gracias por sus beneficios, y acudir a Él en todos nuestros trabajos, y tomar húmilmente como de su mano los castigos, y buscar y procurar en todo su gloria, y servirle con espíritu de hijos y no de siervos, quiero decir, por quien Él es, y por lo que Él merece, y no por miedo ni por interese. Pues a todo esto nos convida y nos obliga el derecho y título de este nombre, el cual nos ganó Cristo con sus merecimientos, que siendo único hijo de Dios por naturaleza, hizo otros muchos hijos por gracia. Digamos pues con santa y humilde osadía: Padre nuestro que estás en los cielos. Dice aquí Padre nuestro, porque llamar a Dios Padre mío singularmente a solo Jesucristo nuestro redentor conviene, porque Él solo es hijo natural, y nosotros adoptivos. A nosotros nos conviene llamarle Padre nuestro, porque todos somos de una misma manera hijos suyos iguales en una adopción, y en esta palabra nuestro, es avisado el hombre con qué caridad y humildad ha de orar, no se diferenciando ni ensoberbeciendo sobre los otros hombres, pues confiesa que son hermanos suyos y que todos son hijos de un mismo padre.

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Catecismo de Segundo Grado, Texto Nacional, Imprenta Héroes, Madrid 1965

         Pois este glorissimo nome nos deve convidar a amar este pae y a esperar nelle y dar-lhe graças por seus beneficios y acodir a elle em todos nossos trablhos y tomar humilmente como de sua mâo os castigos y buscar y procurar em tudo sua gloria y servi-lo com spirito de filhos y nam de servos, quero dizer, por quem elle he y polo que elle merece y nam por medo, nem por interesse. Pois a tudo isto nos convida y nos obriga o direito y titolo deste nome, o qual nos ganhou Christo com seus merecimentos, que sendo unico filho de Deos per natureza, fez outros muitos filhos per graça. Digamos, pois com sancta y humilde ousadia: Padre nosso que estaas nos ceos. Diz aqui Padre nosso, porque chamar a Deos padre meu, singularmente a soo Jesu Christo nosso Redentor convem, porque elle soo he filho natural y nos adoptivos. A nos convem chamar-lhe padre nosso, porque todos fomos de huma mesma maneira filhos seus igoses em huma adopçam y nesta palavra 'nosso' he avisado o homem com que charidade y humildade ha de orar, nam se differençándo, nem ensobervecendo sobre os outros homens, pois confessa que sam seus hirmâos y que todos sam filhos de  hum mesmo pae.


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXI, F.U.E. Madrid 1999, p. 40-43

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo

sábado, 11 de marzo de 2017

Santificado sea tu nombre

        Hasta aquí es como entrada y proemio de la oración: después de lo cual se sigue la primera petición, en que hablando con Dios y con nuestro Padre, pedimos sea santificado su nombre.
       Por el nombre de Dios en este lugar habemos de entender el mismo Dios, la noticia, la gloria, la honra de él. Pedir que sea santificado su nombre no es otra cosa sino pedir que sea conocido por quien es, y honrado y servido conforme a tal conocimiento.

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        Ate qui he como entrada y prohemio da oraçam, depois do qual se segue logo a primeira petiçam, em que falando com Deos y com nosso Pae pedimos, seja sanctificado seu nome.
         Polo nome de Deos neste lugar havemos de entender o mesmo Deos, a noticia, a gloria, a honrra delle. Pedir que seja sanctificado seu nome, nem he outra cousa senam pedir que seja conhecido por quem he y honrrado y servido conforme a tal conhecimento.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXI, F.U.E. Madrid 1999, p. 42-44

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo


viernes, 3 de marzo de 2017

Perdona nuestras deudas

        La práctica del perdón no sólo salva las familias de la división, sino que las hace capaces de ayudar a la sociedad a ser menos malvada y menos cruel. Sí, cada gesto de perdón repara la casa de las grietas y refuerza sus muros. De verdad las familias cristianas pueden hacer mucho por la sociedad de hoy, y también por la Iglesia. Por eso deseo que en el Jubileo de la Misericordia las familias redescubran el tesoro del perdón recíproco. Recemos para que las familias sean siempre más capaces de vivir y de construir caminos concretos de reconciliación, donde ninguno se sienta abandonado al peso de sus ofensas.
      Y termina diciendo: Padre nuestro, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. Gracias.

Catequesis del Papa Francisco, La familia y el perdón, Boletín MFC nº 112, Diciembre de 2015, año XXXV, p. 8

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        Pues todo este bien dijo Zacarías en su cántico que nos vino por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, por la cual nos vino a visitar dende lo alto (Lc 1, 78). Y ésta es la que señaladamente respladece en la sagrada pasión, en la cual nuestro clementísimo Redemptor, cómo él dice, pagó lo que no había robado, porque los robadores, que somos nosotros, quedásemos libres y descargados ( Sal 68, 5).

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XIII, F.U.E. Madrid 1997, p. 307

jueves, 23 de febrero de 2017

Juan José Quirós 'Ángeles Custodios'


La escultura Ángeles Custodios, de Juan José Quirós, guarda ya la Calle del Carmen

La imagen, descubierta esta mañana en honor a la Policía Nacional, ha contado con la presencia del alcalde de Cartagena, la vicealcaldesa, y otras autoridades como el delegado del Gobierno, el Jefe Superior de la Policía Nacional de la Región y el comisario de Cartagena, entre otro

La Policía Nacional celebra hoy día 2 de octubre, en honor a su patrón, los Santos Ángeles Custodios. Por este motivo se ha inaugurado una escultura que luce en la calle del Carmen de Cartagena, siendo la primera ciudad en acoger esta figura en honor a la Policía Nacional. La escultura ha sido realizada por el cartagenero Juan José Quirós.

Además el acto inaugural ha contado con la presencia del delegado del Gobierno, Antonio Sánchez-Solís de Querol, el vicepresidente de la Asamblea Regional, el Jefe Superior de la Policía Nacional de la Región de Murcia, el Comisario de Cartagena, Ignacio del Olmo, entre otras autoridades civiles y militares.

Tras descubrir la escultura y dar por realizada la inauguración, el alcalde de Cartagena, José López, ha intervenido para dedicar unas palabras al Cuerpo de la Policía Nacional en su día.

López ha transmitido la enhorabuena al Comisario, Ignacio del Olmo, por poder presumir de esta escultura. Además ha explicado que los Santos Ángeles Custodios expresan la función explícita de la Policía, que es ser la suerte de ser ángeles custodios de cada uno de los ciudadanos, dada su función de defensa y protección.

Por otro lado, también ha querido expresar el cariño con el que Cartagena acoge este monumento, integrándose en su día a día para recordar al viandante con su presencia, que cuentan con unos extraordinarios profesionales que dedican su vida al servicio de los demás.

También ha destacado que con esta escultura, Cartagena se convierte en la primera ciudad en acoger un monumento en honor a la Policía Nacional, materializándose con ella la integración, armonía y respeto mutuo entre la ciudad y el Cuerpo de la Policía.




El primer edil municipal se ha puesto a disposición de la Policía: “Este alcalde se pone a su servicio para colaborar en cuantas iniciativas redunden en su mejor desempeño de una labor tan necesaria para la convivencia en paz y prosperidad”.

Por último, el alcalde ha agradecido la labor que el Cuerpo de la Policía realiza subrayando que sois vosotros nuestros Ángeles Custodios.

Fuente: www.cartagena.es

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BREVE HOMILÍA ACERCA DE LA PROTECCIÓN DE LOS ÁNGELES 

          No fue suficiente -digo- para aquella bondad el haber adjudicado para nuestro uso el cielo y todo lo que se contiene en su abrazo, si no constituía también aquellos seres que están sobre los cielos, esto es, los mismos ángeles como ministros de nuestra salvación.


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        Non satis -inquam- fuit illi bonitati caelum et omnia quae caeli complexu continentur nostris usibus addixisse, nisi ea etiam quae supra caelos sunt, hoc est, ipsos angelos salutis nostrae administros constitueret (Hb 1, 14).






Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XLVIII, F.U.E. Madrid 2005 p. 177

Transcripción, traducción y notas de José Jaime Peláez Berbell




domingo, 19 de febrero de 2017

San Antón

           La celebración del Patrono de los animales en El Jimenado era así:
         Era fiesta. Había misa con bendición de animales. Aurelio, un vecino, era el encargao de esa fiesta porque compró una imagen del santo y él mismo vendía los rollicos en la puerta de la iglesia. Los comían los animales y las personas. No se salía de merienda al campo. Eso era el Domingo que resucita el Señor , comerse la "mona".
          Recogemos la opinión de María Meroño:
        Hacíamos rollos, comprábamos rollos. Aquí eso sí lo seguimos, los rollos si los hacemos, que nos damos unas hinchetas a hacer rollos que pa qué.
         Se bendicen y se les da de comer a los animales. Los más pequeños como un gato, un perro, un chotico, un corderico se introducen dentro del templo. Los grandes los dejaban fuera y luego el sacerdote salía y los bendecía. Nos dice que desde un tiempo a esta parte organizan un bingo a beneficio de San Antón, donde cada vecino regala un conejo o un pollo para ser "jugado".

José Sánchez Conesa (El tío del Saco), Ritos, Leyendas y Tradiciones del Campo de Cartagena, ed. Corbalán, Cartagena 2010 p. 131-134

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        Comenzando a tratar de las propiedades comunes de los animales, la primera cosa que nos conviene advertir en esta materia es la perfección y hermosura de la divina Providencia, la cual, ya que por su divina bondad se determinó de criarlos para el servicio del hombre, por el mismo caso también se determinó de proveerlos de todo aquello que fuese necesario para conservarse en ese ser que les dió.

Fray Luis de Granada, Canto a la Naturaleza, Selección de Urbano Alonso del Campo, Universidad de Granada, Granada 1991, p. 62

jueves, 16 de febrero de 2017

De las arañas

        Otras hay que hacen su nido debajo de la tierra, el cual emparamentan al derredor con muchas telas, unas sobre otras, para que la tierra que se podría desmoronar, no ciegue su casa y las entierre vivas. Pero otra cosa hay en ellas más para notar, y es que hacen un tapadero con que cubren la boca de este nido, que será de la hechura de un medio bodoque, y hácenlo de un poquito de tierra, vistiéndolo de tantas telas o camisas al derredor, que viene a justar con la boca de él tan perfectamente, que apenas se diferencia de la otra tierra vecina. Y lo que es de más admiración y artificio, estas camisas se prenden y continúan por una parte con las otras telas de que todo el nido está vestido. De suerte que sirve este prendedero como de un gonce, para que esté continuada la tela de esta compuerta por una parte con las de dentro.
        Pues ¿quién pudo enseñar a este animalejo a guarnecer y entapizar su casa, y ponerle sus puertas con tan gran primor, si no quien lo pudo criar?. Dirá alguno: muy menudas son esas cosas que tratáis, habiendo tomado a cargo tratar de la criación del mundo. A eso responde Arisróteles en su libro De los animales, diciendo que en los más pequeños de ellos resplandece más una semejanza de entendimiento que en los otros (Cf. ARISTÓTELES, Historia animalium, IX, 7; Opera III, París 1852 p. 178). De modo que cuanto ellos son menores y más viles, tanto más declaran la omnipotencia y sabiduría de aquel Señor que en tan pequeños cuerpezuelos, puso tan extrañas habilidades.


LA TELARAÑA DE CARLOTA

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. IX, F.U.E. Madrid 1996 p. 185


domingo, 12 de febrero de 2017

Que estás en los cielos

   
        Dice más: Que estás en  los cielos. En esta partícula juntamente nos despierta la confianza y somos avisados cuán grandemente hemos de sentir a Dios, a quien tenemos por Señor y Padre. En todas las partes está Dios, ni tiene lugar deputado que estando en él deje de estar en otros. Mas por una cierta consideración le asignamos por morada el cielo como lugar de grande excelencia y hermosura, de grande majestad y poder, de grande seguranza y perpetuidad y donde más resplandecen las obras de la bondad y sabiduría de Dios. De manera que así como en las cosas de acá por el edificio de una casa juzgamos mucho del poder y riqueza de un señor, así las cosas del cielo nos despiertan a consideración de la grandeza y majestad de Dios, y confesamos por esta palabra la miseria de los que estamos en la tierra, cuán necesitados estamos de bienes, cuán sujetos a peligros y mudanzas. Convídanos esta misma palabra a que nos acordemosde cómo el cielo es nuestro origen y naturaleza, pues el Señor que mora en él nos crió para su casa y para tenernos siempre en su compañía, y que por culpa y pecados nuestros estamos desterrados de él en lugar de tantos trabajos y peligros.

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        Diz mais: Que estaas nos ceos. Nesta particula juntamente nos esperta a confiança y somos avisados quam grandemente havemos de sentir de Deos, a quem temos por Senhor y pae. Em todas as partes estaa Deos, nem tem lugar deputado, que estando nelle deixe de estar noutros. Mas por huma certa consideraçam lhe assinamos por morada o ceo como lugar de grande excellencia y fermosura, de grande magestade y poder, de grande segurança y perpetuidade y onde mais resplandecem as obras da bondade y sabedoria de Deos. De maneira que assi como nas cousas de qua, polo edificio de huma casa julgamos muito do poder y riquezas de hum senhor, assi as cousas do ceo nos despertam a consideraçam da grandeza y magestade de Deos. E confessamos per esta palavra a miseria dos que estamos na terra, quam necessitados estamos de benes, quam sojeitos a perigo y mudanças. Convida-nos esta mesma palavra, a que nos lembremos de como o ceo he nossa propria origem y natureza, pois o senhor que mora nelle nos criou pera sua casa y pera nos ter sempre em sua companhia y que por culpa y peccados nossos estamos desterrados delle em lugar de tantos trabalhos y perigos.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXI, F.U.E. Madrid 1999 p. 43

Transcripción del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro; Traducción al español de Justo Cuervo

viernes, 10 de febrero de 2017

'Misionero'

         Cursé tres años que me faltaban de Teología en Zaragoza y me ordené, junto a otros tres compañeros en Ariza, un pueblecito donde había nacido uno de ellos.
        A pesar de haber sido formado durante un tiempo prolongado en Suiza, en 1975 empezaron a regresar los emigrantes a España, así que mi primer destino como misionero sacerdote no fue allí, sino en la misión de Mato Grosso, Río Araguaia de Brasil...

        En verano del 76, en plena reunión de los grupos, el sacerdote Manuel pidió que le dejaran marchar a España, ya que su padre estaba muy mal de salud. Él partió y yo, recién llegado, tuve que sustituirle en el grupo de Ribeirao Bonito. Dicho grupo estaba formado por: dos religiosas alsacianas, un matrimonio médico, un universitario y yo mismo.
        Disponíamos de una casa grande con varias habitaciones donde hacíamos la vida y celebrábamos las reuniones. Además había un espacio habilitado como ambulatorio. A dos kilómetros estaba la capillita, cerca del riachuelo y de la carretera.
        Un día de octubre de aquel año, en el que el pueblecito preparaba sus fiestas y las religiosas Bea y Magdalena animaban a la comunidad, el universitario Joarez vino preocupado porque, en el pequeño bar, había habido una pelea entre militares y campesinos por el robo de un reloj. Como consecuencia de esto, la convivencia se complicó. Los hombres, por miedo, se escondieron en la selva de donde no salían. Los soldados amenazaban al pueblecito diciendo: Si no salen, quemaremos las casa de todos. El ambiente era cada vez más tenso...

Máximo Paredes, Misionero, ed. en 2015 por M. Paredes

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        Porque, ¿qué se puede hacer sin confesores idóneos, sin predicadores idóneos, sin visitadores idóneos y sin curas idóneos? Un hombre solo, por suficientísimo y santísimo que sea, ¿qué puede hacer más que por uno solo? Pues ¿cómo tendrá tantos curas y confesores como ha de menester un grande obispado, si no los instituye y cría de nuevo? ¿Cómo tendrá proveídos todos sus pueblos de doctrina (sin la cual muere de hambre el ganado por falta de pasto) si no gasta un pedazo de lo que tiene en sustentar este ministerio? Por do parece que no es oficio principal de perlado oir causas y castigar delitos, sino trabajar por todos estos y otros medios por evitarlos. Porque no es su oficio como el de la Ley, que castigaba los delitos y no daba gracia para evitarlos, sino como el del Evangelio, que de tal manera castiga los males, que da gracia pera vencerlos.


Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XIX, F.U.E. Madrid 1998 p. 207-8


viernes, 20 de enero de 2017

Juan el Bautista

       ¿Pues qué? ¿No reconoció a Cristo cuando dijo señalándolo con el dedo aquellas dulces palabras: He aquí el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo? (Jn 1, 29) ¿Es alguien capaz de expresar con palabras el afecto con que el santo precursor dijo estas hermosas palabras, cuando omitiendo los demás nombres de Cristo lo llamó cordero? Con este  término expresaba muy bien que Cristo era aquella hostia con la que el Padre omnipotente, provocado por los crímenes de los hombres, iba a ser aplacado y todos los delitos del género humano iban a ser expiados.
        Y cuando añade que quita el pecado del mundo recoge en una sola palabra casi toda la filosofía evangélica, pues pone de manifiesto, si lo examinas atentamente, la debilidad de la naturaleza humana, la inconsistencia de la ley, la necesidad de la gracia y de los sacrificios, despeja las sombras y explica la misión del Redentor. Con una sola espada remueve, corta y elimina los innumerables errores de los heréticos, quienes realzando la naturaleza o la ley quitan mérito a la gracia.
     Así, al que había reconocido, anunciado y presentado tantas veces, y cuya dignidad había ensalzado tanto que decía ser indigno de atarle la correa de su calzado, a éste le pregunta ahora dudoso ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?.

Fray Luis de Granada, Obras Completas t. XXIV, F.U.E. Madrid 1999 p.285

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía

jueves, 19 de enero de 2017

Obras de espiritualidad en la Biblioteca de san Juan de Ribera

La cultura del Patriarca Juan de Ribera a través de su biblioteca

            Las obras de espiritualidad y los sermonarios
       
        La literatura espiritual tiene un importante espacio entre los libros de Ribera, el más amplio después de la teología y los estudios bíblicos. No hemos de olvidar que en los últimos años del siglo XVI se produjo en España un gran desarrollo de la ascética y la mística, amalgamadas con diversas tendencias espirituales presentes desde inicios de siglo, al que no fue insensible Juan de Ribera. La cuestión merecería un estudio detenido, pero me limito a dar unas breves notas. Constatamos la presencia de las obras clásicas de espiritualidad vigentes en aquel momento, como la Vita Christi del Cartujano, así como algunos exponentes de la mística renano-flamenca a través de las obras de Taulero, de Ruisbroquio y de Jean Mombaer, así como de la devotio moderna con Tomás de Kempis. Las vidas de santos son abundantes (algunos de ellos todavía por canonizar, como Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Carlos Borromeo, Juan de Ávila, Luis Bertrán, Teresa de Jesús o Gaspar Bono).
        Pero lo que realmente se aprecia en la biblioteca es el predominio de la corriente espiritual recogida o afectivo-contemplativa, que fue la espiritualidad primaria y fundamental del Siglo de Oro español, representada por Francisco de Osuna y otros franciscanos como Diego de Estella, el beato Nicolás Factor o Diego de Murillo; santo Tomás de Villanueva y otros autores espirituales agustinos, como el beato Alonso de Orozco, Cristóbal de Fonseca o fray Luis de León; el dominico Felipe de Meneses y su Luz del alma cristiana; los sacerdotes seculares Diego Pérez de Valdivia (Camino y puerta para la oración, Aviso de gente recogida); pero, sobre todo, fray Luis de Granada, al que le unía una profunda amistad, y del que poseía todas sus Conciones, la Introducción del símbolo de la fe, la Guía de pecadores, el Libro de la oración y meditación, el Memorial de la vida cristiana y el Compendio de doctrina cristiana, hasta un total de veinte títulos (1). Naturalmente, no falta el epistolario espiritual y las obras completas de Juan de Ávila.    

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Fuente: Comunidad Valenciana. Arte y Memoria (Revista Cinematográfica del Nodo nº 804. 1960. Filmoteca española)
                              
        Por otra parte, vemos también a través de la biblioteca cómo el Patriarca aprecia la espiritualidad difundida por los jesuitas, la cual tenía una orientación ascética y una finalidad eminentemente práctica, de cara a la actividad apostólica, pero donde se daba un gran lugar a la imaginación, y por tanto a las imágenes para excitar la devoción y la meditación contemplativa, como se percibe en los grabados que ilustran las Meditaciones sobre los evangelios del padre Jerónimo Nadal, o los Icones operum misericordiae de Giulio Roscio, que el Patriarca pudo contemplar a menudo. Francisco Arias, Pedro de Ribadeneira, Franz Coster, Gaspar Sánchez y Gabriel Vázquez son algunos de los autores espirituales jesuitas que encontramos en la biblioteca. En esta línea no podemos dejar de notar la presencia de las obras de santa Teresa de Jesús, con el Camino de perfección y la primera edición de las obras de la santa de Ávila, cuya espiritualidad, que llegaba a las cimas de la mística, sintonizaba con la de los jesuitas en cuanto era esencialmente «extrovertida», apoyada en las imágenes (bien fuesen naturales o sobrenaturales). De igual modo, cabe destacar la atención prestada a la actividad misionera, a través de libros que informaban sobre las misiones de los jesuitas y de otras órdenes religiosas en distintas zonas del mundo, como veremos en el apartado dedicado a la historia; un tema que debía interesar a Ribera de cara a la realización de uno de sus proyectos más queridos: la conversión de los moriscos. En último lugar, debemos notar la abundancia de obras de oratoria sagrada que reunió, más de ochenta, algunas de ellas manuscritas, pues era materia a la que Ribera prestaba mucha atención, como lo atestiguan los volúmenes de sus sermones manuscritos (que se conservan en la biblioteca), y en la que quería que se ejercitasen sus colegiales leyendo buenas prédicas, pues estaban destinados al servicio de la Palabra divina en las parroquias de la diócesis. Fray Luis de Granada ocupa un lugar destacado en este campo, así como san Juan de Ávila, con un manuscrito de sermones del santo algunos de los cuales hasta hace poco inéditos. Entre los sermonarios manuscritos encontramos piezas oratorias de fray Pedro Puertocarrero, de Hernando de Toledo,15 de Agustín Saluzio y de otros anónimos.

Miguel Navarro Sorní, Studia Philologica Valentina Vol. 15, n.s. 12 (2013) 233-235 ISSN: 1135-9560

La cultura del Patriarca Juan de Ribera a través de su biblioteca, Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia.- Fecha de recepción: 14/08/2013 Fecha de aceptación: 19/10/2013

(1) La abundancia de libros del P. Granada en la biblioteca se debe, en primer lugar, a la especial relación que Juan de Ribera había tenido con el autor dominico, y, en segundo lugar, al gran valor teológico y espiritual que encontraba en sus obras, por lo que las reputaba especialmente útiles para la formación de sus seminaristas, como se percibe en las Constituciones del Colegio, cuando prescribía: «que todo el tiempo que estuvieren comiendo, a yantar y a cenar, se les lea […] los libros del Padre Maestro Frai Luis de Granada, por la devoción que siempre avemos tenido y tenemos a la doctrina de sus libros, y a la grande opinión de su virtud y santidad, y por la particular amistad y correspondencia que hubo entre él y mí». Constituciones del Colegio y Seminario de Corpus Christi (cit.), cap. XXIII, § 5, pág. 42. 14