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Cuntiólis otra cosa qe ellos non soñavan
essas saetas mismas qe los moros tiravan,
tornavan contra ellos, en ellos se fincavan,
la fonta qe fizieron carament' la compravan.
Ya quitarién las dueñas qe solién demandar
tornarién las levadas si lis diessen vagar,
Dios que tal cosa sabe complir e aguisar,
atal señor es bueno de servir e rogar.
Los pueblos e los príncipes, todos lo entendieron
qe los dos cavalleros qe del cielo vinieron,
los dos varones fueron a qui los votos dieron,
qe antes los vengaron qe no los recivieron.
El qe tenié la mitra e la croça en mano,
éssi fue el apóstol de sant Jüán ermano;
el que la cruz tenié e el capiello plano,
éssi fue sant Millán el varón cogollano.
No quisieron en baldi la soldada levar,
primero la quisieron merecer e sudar;
tales señores son de servir e onrrar,
qe saben a la cuita tan aína uviar.
El reï Abderraman qe los moros mandava,
quand' vío qe el pleito tan mal se li parava,
desamparó el juego, el pleit' en qe estava,
ca la otra partida grandes embites dava.
Desamparó el campo todo so vassallage,
mocho omne de precio, e de muy buen lignage;
a malas dineradas pagó el ostalage,
non quiso enviar otro con el message.
Luego qe entendieron qe era él movido,
el su mucho grand pueblo fue luego descosido,
perdieron tod' esfuerzo e todo so sentido,
cedieron en desarro como pueblo vencido
...
Qui saberlo quisiere, esto bien lo entienda,
ca assí lo leemos e dizlo la leyenda,
en el Campo de Toro cuntió esta fazienda,
y prisieron christianos de moros tal emienda.
La fazienda rancada, los moros encalçados,
tornaron a sues tiendas los varones onrrados;
ixieron de las armas ca eran muy cansados,
folgaron a sue guisa alegres e pagados.
Otro día mañana, las oras acabadas,
fizieron sos consejos las reales mesnadas;
partieron las ganancias qe eran muy granadas,
ovieron ración buena las eglesias sagradas.
Adiesso qe ovieron las ganancias partidas,
a Dios e a los santos las gracias ofrecidas,
confirmaron las parias qe fueron prometidas
a los dos qe fizieron las primeras feridas.
El reï don Remiro qe haya paraíso,
eredó al apóstol como gelo promiso;
confirmóli los votos como omne anviso,
non dexó en el regno casa qe y non miso.
El cuend' Ferrán Gonçálvez con todos sos varones,
con 'bispos e abbades, alcaldes e sayones,
pusieron e juraron de dar todas sazones,
a Sant Millán la casa estos tres pipïones.
Como taja el río qe corre por Palencia
-Carrïón es so nomne secundo mi creencia-,
fasta'l río de Arga yaz' en esta sentencia
de render cada casa esta reconocencia.
Passa Estremadura las sierras de Sogovia
hasta la otra sierra qe dizen Araboya
dende hasta la mar qe es allend' Vitoria
todos se subjudgaron en dar esta memoria
...
En sant Millán vos quiero la materia tornar,
siguir nuestra istoria, nuestro corso guardar,
con unas pocas coplas nuestra obra cerrar,
dezir "Tu autem Dómine", la lección acabar.
El Reï de los Cielos al so siervo lleal,
dióli grand privilegio, un dono specïal:
quando faze grand seca, tuerce el temporal,
todos por ganar pluya vienen a su portal.
Quando devotamientre van al su oradero,
e lievan el so cuerpo do yogo de primero,
esto vid' por mis ojos e só ende certero,
luego dona Dios pluya e sabroso tempero
...
Muchas otras noblezas, de precio muy mayor,
cuntecen en la casa del santo confesor;
Dios por sue santa gracia nos dé la sue amor,
el libro es complido gracias al Crïador.
Gonzalvo fue so nomne qui fizo est' tractado,
en Sant Millán de Suso fue de niñez crïado;
natural de Verceo ond' sant Millán fue nado,
Dios guarde la su alma del poder del Pecado. Amén
Gonzalo de Berceo, Vida de San Millán, ed. Espasa Calpe y Gobierno de la Rioja, Madrid 1992 p. 239-249
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Vida del Cardenal D. Enrique, Arzobispo de Évora y Rey de Portugal
Al Serenísimo Príncipe Alberto
Aunque V. A. tiene tantos ejemplos domésticos y familiares de tantos príncipes y emperadores que tan gloriosamente imperaron, en que poner los ojos, pero no dejará de alegrarse con otro más familiar ejemplo y más vecino a nuestro tiempo, que fue del Cardenal Don Enrique, hermano de la Emperatriz de gloriosa memoria, abuela de V. A. en el cual resplandecen tanto así las virtudes personales de su Alteza con las del oficio pastoral, que justamente pondrán grande admiración a quienquiera que las leyere. Y porque yo traté cuasi treinta años con su Alteza, puedo como testigo de vista dar fe de muchas de ellas: entre las cuales justamente se puede gloriar, agora que está en el cielo, de haber hecho más obras públicas en servicio de la Iglesia que todos cuantos prelados hubo en su tiempo. Porque él fundó la universidad de Évora con todos los privilegios que tienen las otras universidades. Y para lectores y estudiantes de todas las facultades de teología edificó un colegio de la Compañía de Jesús en Évora, donde hay más de ciento y cuarenta padres, y otros colegios para cincuenta teólogos con un cuento de renta. Y instituyó otras cincuenta prebendas, veinte y seis para casos de consciencia, y veinte y cuatro para artistas y teólogos. Edificó también un hospital en esa misma universidad con trescientos mil de renta, en que se curasen los estudiantes pobres. Edificó también otro colegio de los padres de la Compañía de Jesús en la ciudad de Lisboa, donde estudian mas de mil y trescientos estudiantes, y donde se leen dos liciones de casos de consciencia.
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XVI, F.U.E. Madrid 1997, p. 123-4