La cultura del Patriarca Juan de Ribera a través de su biblioteca
Las obras de espiritualidad y los sermonarios
La literatura espiritual tiene un importante espacio entre los
libros de Ribera, el más amplio después de la teología y los estudios
bíblicos. No hemos de olvidar que en los últimos años del
siglo XVI se produjo en España un gran desarrollo de la ascética
y la mística, amalgamadas con diversas tendencias espirituales
presentes desde inicios de siglo, al que no fue insensible Juan de
Ribera. La cuestión merecería un estudio detenido, pero me limito
a dar unas breves notas.
Constatamos la presencia de las obras clásicas de espiritualidad
vigentes en aquel momento, como la Vita Christi del Cartujano,
así como algunos exponentes de la mística renano-flamenca a
través de las obras de Taulero, de Ruisbroquio y de Jean Mombaer,
así como de la devotio moderna con Tomás de Kempis. Las vidas
de santos son abundantes (algunos de ellos todavía por canonizar,
como Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Carlos Borromeo,
Juan de Ávila, Luis Bertrán, Teresa de Jesús o Gaspar Bono).
Pero
lo que realmente se aprecia en la biblioteca es el predominio de la
corriente espiritual recogida o afectivo-contemplativa, que fue la
espiritualidad primaria y fundamental del Siglo de Oro español,
representada por Francisco de Osuna y otros franciscanos como
Diego de Estella, el beato Nicolás Factor o Diego de Murillo; santo
Tomás de Villanueva y otros autores espirituales agustinos, como
el beato Alonso de Orozco, Cristóbal de Fonseca o fray Luis de
León; el dominico Felipe de Meneses y su
Luz del alma cristiana;
los sacerdotes seculares Diego Pérez de Valdivia
(Camino y puerta
para la oración, Aviso de gente recogida); pero, sobre todo, fray
Luis de Granada, al que le unía una profunda amistad, y del que
poseía todas sus
Conciones, la Introducción del símbolo de la fe, la
Guía de pecadores, el Libro de la oración y meditación, el Memorial
de la vida cristiana y el
Compendio de doctrina cristiana, hasta un
total de veinte títulos (1). Naturalmente, no falta el epistolario espiritual
y las obras completas de Juan de Ávila.
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Fuente: Comunidad Valenciana. Arte y Memoria (Revista Cinematográfica del Nodo nº 804. 1960. Filmoteca española)
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Por otra parte, vemos también a través de la biblioteca cómo
el Patriarca aprecia la espiritualidad difundida por los jesuitas, la
cual tenía una orientación ascética y una finalidad eminentemente
práctica, de cara a la actividad apostólica, pero donde se daba
un gran lugar a la imaginación, y por tanto a las imágenes para
excitar la devoción y la meditación contemplativa, como se percibe
en los grabados que ilustran las Meditaciones sobre los evangelios
del padre Jerónimo Nadal, o los Icones operum misericordiae de
Giulio Roscio, que el Patriarca pudo contemplar a menudo. Francisco
Arias, Pedro de Ribadeneira, Franz Coster, Gaspar Sánchez
y Gabriel Vázquez son algunos de los autores espirituales jesuitas
que encontramos en la biblioteca. En esta línea no podemos dejar
de notar la presencia de las obras de santa Teresa de Jesús, con el
Camino de perfección y la primera edición de las obras de la santa
de Ávila, cuya espiritualidad, que llegaba a las cimas de la mística,
sintonizaba con la de los jesuitas en cuanto era esencialmente
«extrovertida», apoyada en las imágenes (bien fuesen naturales o
sobrenaturales). De igual modo, cabe destacar la atención prestada
a la actividad misionera, a través de libros que informaban
sobre las misiones de los jesuitas y de otras órdenes religiosas en
distintas zonas del mundo, como veremos en el apartado dedicado
a la historia; un tema que debía interesar a Ribera de cara a la
realización de uno de sus proyectos más queridos: la conversión
de los moriscos.
En último lugar, debemos notar la abundancia de obras de
oratoria sagrada que reunió, más de ochenta, algunas de ellas
manuscritas, pues era materia a la que Ribera prestaba mucha
atención, como lo atestiguan los volúmenes de sus sermones manuscritos
(que se conservan en la biblioteca), y en la que quería
que se ejercitasen sus colegiales leyendo buenas prédicas, pues
estaban destinados al servicio de la Palabra divina en las parroquias
de la diócesis. Fray Luis de Granada ocupa un lugar destacado en este campo, así como san Juan de Ávila, con un manuscrito
de sermones del santo algunos de los cuales hasta hace poco
inéditos. Entre los sermonarios manuscritos encontramos piezas
oratorias de fray Pedro Puertocarrero, de Hernando de Toledo,15 de
Agustín Saluzio y de otros anónimos.
Miguel Navarro Sorní, Studia Philologica Valentina
Vol. 15, n.s. 12 (2013) 233-235 ISSN: 1135-9560
La cultura del Patriarca Juan de Ribera
a través de su biblioteca, Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia.- Fecha de recepción: 14/08/2013
Fecha de aceptación: 19/10/2013
(1) La abundancia de libros del P. Granada en la biblioteca se debe, en primer
lugar, a la especial relación que Juan de Ribera había tenido con el autor
dominico, y, en segundo lugar, al gran valor teológico y espiritual que encontraba
en sus obras, por lo que las reputaba especialmente útiles para la formación de
sus seminaristas, como se percibe en las Constituciones del Colegio, cuando
prescribía: «que todo el tiempo que estuvieren comiendo, a yantar y a cenar, se
les lea […] los libros del Padre Maestro Frai Luis de Granada, por la devoción que siempre avemos tenido y tenemos a la doctrina de sus libros, y a la grande opinión
de su virtud y santidad, y por la particular amistad y correspondencia que hubo
entre él y mí». Constituciones del Colegio y Seminario de Corpus Christi (cit.), cap.
XXIII, § 5, pág. 42. 14