Su gracia y fortaleza
El caballo también reconoce su generosidad, y cuando es caballo castizo y bien pensado, y sale holgado de la caballeriza, apenas cabe en toda una calle, ladeándose ya a una parte, ya a otra, y acometiendo a querer correr o saltar, metiendo la cabeza en los pechos para aparecer más bien enfrenado y hermoso. Y lo que más es: siente también la hermosura de los jaeces, cuando son tales, y muestra con ellos más brío y lozanía. A lo menos de Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno, escribe Eliano que, estando enjaezado, no sufría que cabalgase en él más que sólo Alejandro, y al tiempo del cabalgar se abajaba, para que más fácilmente subiese en él, mas quitados los jaeces, sufría a cualquier mozo de caballos. Crió Dios este animal más para la guerra que para el trabajo, aunque él sirve para todo. Y por eso le dio todas las propiedades que para esto se requerían. Porque es animal soberbio, brioso, atrevido, fiel, belicoso y esforzado. En las cuales propiedades resplandece tanto el artificio de la divina sabiduría, que el mismo Señor que le crió, se pone a describirlas muy de propósito, hablando con el santo Job, por estas palabras: «¿Por ventura serás tú poderoso para dar al caballo la fortaleza que yo le di?
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