|
Cristo Resucitado a su paso por Artillería (Fot: CTA, Cartagena) |
No sale tan hermoso el lucero de la mañana, como resplandeció en los ojos de la Madre aquella cara llena de gracias y aquel espejo sin mancilla de la gloria divina. Ve el cuerpo del Hijo resucitado y glorioso, despedidas ya todas las fealdades pasadas, vuelta la gracia de aquellos ojos divinos y resucitada y acrecentada su primera hermosura. Las aberturas de las llagas, que eran para la Madre como cuchillos de dolor, verlas hechas fuentes de amor; al que vio penar entre dolores, verle acompañado de ángeles y santos; al que la encomendaba desde la cruz al discípulo, ve cómo ahora extiende sus amororosos brazos y le da dulce paz en el rostro; al que tuvo muerto en sus brazos, verle ahora resucitado ante sus ojos. Tiénele, no le deja; abrázalo y pídele que no se le vaya; entonces enmudecida de dolor, no sabía qué decir, ahora, enmudecida de alegría, no puede hablar.
|
Trono y Portapasos (Fot: CTA, Cartagena) |
Fray Luis de Granada, Libro de la oración y meditación, Palabra 2ª edición, Madrid 1979, 26, 4, 16; por cortesía de A. Carrillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario