Ejerció su ministerio apostólico no en las Indias Orientales, pero sí en las luminosas tierras de Andalucía y Portugal, abiertas al mar; de cuyo ambiente le llegan recuerdos y vivencias, oteando el horizonte desde Lisboa donde acaba la tierra y comienza el mar y desde cuya ribera tenía en su mente el Nuevo Mundo, al contemplar las naos y el trabajo de los marineros (A. Huerga, Fray Luis de Granada, BAC Madrid 1988, p. 279), en el navío no hace menos el piloto que está par del gobernalle con la aguja en la mano, que los otros que suben a la gavia y trepan por las cuerdas y extienden las velas y limpian la bomba, escribirá en la Guía de pecadores (Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XIII, p. 446).
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