La Alhambra, el
paisaje granadino y Fray Luis
No sólo
Fray Luis, sino los mismos Reyes Católicos se sentirían impresionados al entrar
en Granada por el lujo de las mezquitas, palacios y mansiones de las clases
pudientes, por los talleres de seda, la animación comercial de la Alcaicería,
por la gran abundancia de fuentes y jardines y, por encima de todo ello, por el
esplendor de la Alhambra, sede hasta entonces del Emirato Nazarí, y situada en
la Ciudad Alta (Madinat al –Hamra),
por oposición a la situada a los pies de la colina de la Al- Sabika, la Ciudad Baja (Madinat
Garnata), extendida a ambas orillas del río Darro y que con sus cinco
arrabales (Albayzin, Al-Ajsaris
(actual Juan de los Reyes), Al-Ramla
(actual calle Mesones, Al-Fajjarin
(actual Barrio del Realejo) y el de Al-Nayd
o de la Loma (actual calle Molinos)) sumaban los 50.000 habitantes que contaba
Granada en época de Fray Luis[1].
Por
otra parte, como apunta el insigne arabista, Padre Darío Cabanelas, O.F.M., el hecho de que la toma de Granada se
hiciera mediante el otorgamiento de Capitulaciones, de rendición sin
condiciones del último de los reyes de la dinastía Nazarí en Granada, hizo que
se cobraran intactos Granada y la belleza
de sus alcázares; y no sólo esto, sino que ordenaron sus nuevos Reyes
reparar el daño que se había producido en algunas construcciones como consecuencia
de las guerras entre los propios musulmanes durante el s. XV[2].
Así, escribiría la Reina Isabel al arzobispo de Granada, Hernando de Talavera,
refiriéndose a Granada: …sino por lo que
toca a esa ciudad (Granada) que la tengo en más que a mi vida y por eso pospongo
todo lo que me toca[3].
Nos
parece conveniente demorarnos un momento en la belleza de la Alhambra y su
entorno porque sabemos que de ellos ya disfrutó Luis de Granada en su infancia
y juventud y por la profunda huella que pudieron ejercer en su carácter,
enormemente sensible para la apreciación de la Naturaleza, que en Fray Luis, y
frecuentemente en otros autores de la misma época o anteriores, era inseparable
de su dimensión sagrada, es decir, la Naturaleza en tanto que Creación, en tanto que huella de Dios en
el mundo. No le sería muy difícil a Fray Luis elevarse desde los jardines y
palacios de la Alhambra y de las amenas huertas del Generalife, desde la visión
de la Sierra Nevada y de la dilatada Vega, hasta Dios. Y así, lo evocaría Fray
Luis en un pasaje de exaltación de la Naturaleza al que alude para acuciar al
cristiano lector a su desapego de todo lo mundano:
…las ricas portadas, los zaquizamíes de
marfil, las mesas de arrayán cortadas a tijera; el laurel, el arrayán, los cedros
olorosos, los álamos y la hiedra que viste de verdura las paredes de los
jardines y les sirve de armar (…); las violetas moradas, los blancos lirios,
las resplandecientes rosas (…) las
clavellinas, los claveles, los alhelíes, las matas de albahaca; los montes que
se levantan a lo alto con sus collados cubiertos de nieve; y la caída de los
ríos que, nacidos de una fuente, corren de Oriente a Occidente; y verás las
arboledas que en lo alto de los collados se están meneando, y los grandes
bosques con sus animales y cantos de aves que en ellos resuenan; y verás la
llanura de los campos extendidos por largos espacios[4].
Y todo
ello como obra del Creador: …¿Qué serán
todas estas criaturas sino predicadoras de su hacedor, testigos de su nobleza,
espejos de su hermosura, anunciadoras de su gloria, despertadoras de nuestra pereza,
estímulos de nuestro amor, y condenadoras de nuestra ingratitud?[5].
Mª Luisa Horcajadas Rivero, Granada en la vida y obra de Fray Luis; en VARIOS, Fray Luis de Granada, un escritor contemporáneo, Ediciones del Orto, Madrid 2009, p.41-2
[1] ALONSO
DEL CAMPO, URBANO, La ciudad de Granada
en tiempos de Fray Luis, Universidad de Granada, 53; Fray Luis de Granada, su obra y su tiempo, Actas Congreso
Internacional, Granada 1993
[2]
CABANELAS RODRIGUEZ, DARÍO, Santa Cruz la
Real. V Centenario, 1492-1992, Granada 1995
[3] BERMÚDEZ
DE PEDRAJA, F., Historia Eclesiástica de
Granada, Univ. de Granada; ALONSO DEL CAMPO, 57
[4] OBRAS t.
V, 36, 24, 97, 98, 51, 103; HUERGA, Fray Luis
de Granada, B.A.C. Madrid 1988, 13
[5] Ib. 13
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