Acordaos, Señor, que Vos mismo nos mandaste instantísimamente que os pidiésemos, diciendo: Pedid, y recibiréis; buscad, y hallaréis; llamad, y abriros han (Mt 7,7; Mc 11, 24; Lc 11, 9). Vos mismo también dijisteis por vuestro profeta: Dios justo y salvador no hay sino yo (Dt 32, 4). Convertíos a mí todos los fines de la tierra, y seréis salvos. Pues si vos mismo, Señor, nos llamáis, y nos convidáis, y nos abrís los brazos para que nos lleguemos a Vos, ¿por qué no confiaremos que nos recibiréis en ellos? No sois Vos, Señor, como los hombres, que se empobrecen cuando dan, y por eso se importunan cuando les piden. No sois Vos así, porque como no os empobrecéis en lo uno, no os importunáis en lo otro. Y por eso pediros no es importunaros sino obedeceros, pues Vos mandáis que pidamos, y también honraros y glorificaros, porque con esto protestamos que Vos sois Dios y universal señor y dador de todo, a quien todo se ha de pedir, pues de Vos depende todo.
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XV, F.U.E. Madrid 1997 p. 108
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XV, F.U.E. Madrid 1997 p. 108
No hay comentarios:
Publicar un comentario