tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!
Fray Luis de León: www.LOS-POETAS.COM
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Desde aquel monte sagrado de los olivos, ennoblecido con tantos misterios de Cristo, se elevó a la vista de los discípulos, y una nube lo ocultó a sus ojos. Y alzando las manos los bendecía mientras se iba al cielo; tal vez, dice san Bernardo (S. BERNARDO, In Ascensione Domini, sermo II, 3: PL 183, 302), movidas sus entrañas de singular misericordia al dejar a sus pobres discípulos, a su pequeña escuela, en medio de una nación perversa y depravada. Desde este monte sagrado, pues, ante la mirada y el estupor de sus discípulos se elevó al cielo el Salvador.
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXIV, F.U.E. Madrid 2002, p. 49
Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía
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