Mas de esta misma incomparable dulzura
y vehementísima suavidad nace cierta avidez por comer ese pan. ¿Cómo es posible
que el alma pura y piadosa, desposada con Cristo en espirituales nupcias, no
esté ansiosa por tomar lo que a ella tanto motivo de felicidad, de amor, y de
gozo purísimo le proporciona? Un hambre que en las almas purificadas es tan
grande, que un solo día que no puedan tomar la comunión les parece que son
muchos.
Luis de Granada, Obras Completas, Sermones del Corpus, t. XXXV , F. U. E., Madrid 2002 p. 250-251
Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendia
Luis de Granada, Obras Completas, Sermones del Corpus, t. XXXV , F. U. E., Madrid 2002 p. 250-251
Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendia
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