¿Veis hermanos, con sólo este ejemplo como
la fe en la resurrección ayuda a aliviar todos los males? Por esto con razón
Plutarco se encara a Epicuro, quien sostuvo que el sumo bien estaba en el
deleite, y no obstante eso eliminó la esperanza de la inmortalidad, que es el
sumo consuelo de las personas piadosas en esta vida y el refugio firmísimo de
todos los trabajos. Quitada esta esperanza, ese perturbador maestro quitó de la vida toda materia de
verdadero y sólido gozo.
Y
esta fe contribuye no menos a la promoción de la virtud que al alivio de los
males. De aquí que el Apóstol, después de comprobar el misterio de la
resurrección con muchas y válidas razones, anima a los fieles al trabajo de la
piedad y de la justicia, con estas palabras: Así pues, hermanos míos muy amados, manteneos firmes, inconmovibles,
abundando siempre en la obra del Señor, teniendo presente que vuestro trabajo
no es vano en el Señor[1].
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t.
XXXII, F.U.E. Madrid 2001,
p. 54-55
Traducción, edición y notas de Álvaro
Huerga Teruelo
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