En otra alegoría –la del huerto- el Esposo
se refiere, según los intérpretes, a la Iglesia: Levántate, aquilón, sopla, austro, dice, ven a mi huerto y se esparcirán
sus perfumes[1]. Significa que ahuyentará de los corazones de
las personas piadosas el viento aquilón, que trae el frío, la flojera y la parálisis,
y hará correr el austro, que sopla del mediodía y trae el calor del amor
divino, y la lluvia mansa y fértil de la devoción para que se expanda el
perfume de las virtudes. La devoción es la nodriza de los santos deseos.
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XXXIII,
F.U.E. Madrid 2002, p.286-7
Traducción, edición y notas de Álvaro
Huerga Teruelo
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