Otro grado de vida más perfecto
tienen los animales, mayormente los que llamamos perfectos, que las plantas, de
que aquí habemos tratado, porque tienen sentido y movimiento, y cuanto éstos
son más perfectos que las plantas, tanto nos dan mayor noticia del Creador, el
cual tiene mayor providencia de las cosas más perfectas.
Y así hay libros de grandes
autores, y aún de reyes ilustres, los cuales, maravillándose de la fábrica de
los cuerpos de los animales, y mucho más de las habilidades que tienen para su
conservación, se dieron a inquirir las naturalezas y propiedades de los
animales. Aquel grande Alejandro, que no parece haber nacido mas que para las
armas, en medio de este negocio, que basta para ocupar todo el hombre, deseó
tanto saber las propiedades y naturaleza de los animales, que mandó a todos los
cazadores y pescadores, y monteros, y pastores de ganado, y criadores de aves o
animales que había en toda Grecia y Asia que obedeciesen a Aristóteles y le
diesen noticia de todo lo que cada uno en su facultad supiese, para que él
escribiese aquellos tan alabados Libros
de los animales. Y todo esto se hacía por un pequeño gusto que la
curiosidad del ingenio humano recibe con el conocimiento de semejantes cosas.
Era éste, ciertamente, pequeño premio de tan gran trabajo.
Fray Luis de Granada, Canto a la
Naturaleza, ed. Universidad de Granada 1991, p.59; Introducción y selección de
Urbano Alonso del Campo.
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