Del elemento del aire bajamos al del
agua, que es su vecina, la cual al principio de la creación cubría toda la
tierra, como el elemento del aire a esta
misma agua. Mas porque de esta manera no se podía habitar la tierra, el
Criador, que todo este mundo criaba para servicio del hombre, así como al
hombre para sí, mandó que se juntasen todas las aguas en un lugar, que fue el
mar Océano, y que se descubriese la tierra para nuestra habitación; y así se
hizo, sacando el agua de su natural lugar, que era estar sobre la tierra, y
recogiéndola en otro.
En este
elemento hay muchas cosas que considerar, las cuales predican las alabanzas del
que lo crió, conviene saber, su grandeza, su fecundidad, sus senos, sus playas,
sus puertos, sus crecientes y menguantes, y finalmente los grandes provechos
que nos vienen de él. Por su grandeza y fecundidad alaba Dios el salmista
diciendo: Este mar grande y espacioso,
donde hay tantas diferencias de pesces que no tienen cuento, y animales así
pequeños como grandes (Sal 103, 25)
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 91
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