Porque ¿qué otro artífice fuera bastante
para criar tanta variedad de cosas tan hermosas? Poned los ojos en el azucena,
y mirad cuanta sea la blancura de esta flor, y de la manera que el pie de ella
sube a lo alto acompañado con sus hojicas pequeñas, y después viene a hacer en
lo alto una forma de copa, y dentro tiene unos
granos como de oro, de tal manera cercados que de nadie puedan recibir
daño. Si alguno cogiere esta flor, y le quitare las hojas, ¡qué mano de oficial
podrá hacer otra que iguale con ella, pues el mismo Criador las alabó, cuando
dijo que ni Salomón en toda su gloria se
vistió tan ricamente como una de estas flores? (Mt 6, 29).
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F.U.E. Madrid 1996, p. 110
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