En el marco incomparable,
ecológico y ascético de la serranía cordobesa, la figura literaria de fray Luis
de Granada resplandece como el sol. De especial interés son sus meditaciones místicas
y estáticas sobre la pasión del Redentor, retomando así la antorcha de la
devoción a Cristo Crucificado, que un siglo antes encendiera San Álvaro en
Scala Coeli. Mario López, el insigne poeta de Bujalance, ha consagrado un enternecedor
soneto que quedará para siempre como testimonio fidedigno de la devoción
pasionista de San Álvaro, que fray Luis de Granada hace enteramente suyo:
Carne
de Dios clavada en la madera
Y
en humano dolor transfigurada.
Carne
de olivo azul. Madera amada
De
Tu gloria por la primavera.
Oh
Cristo, muerto en lirios. Muerto en cera.
Muerto
cuando la Sierra ya es nevada
De
jarales en flor y la cañada
Del
Cedrón tiende al Cielo su Escalera.
Ecos
de nube…La perdiz cantando…
Las
esquilas más dulces…
Los
rumores del agua ya las tardes alargando…
…¡Qué
consuelo entre pinos y entre flores,
Señor,
allí encontrarte palpitando
Muerto
de Amor en tierra de pastores[1]
Miguel
Salcedo Hierro atribuye como escenario para las meditaciones de fray Luis el
llamado Arroyo de fray Luis. Para nuestro ilustre poeta cordobés, fray Luis
escribió aquí sus mejores tratados:
Desde las mañanas limadas de gotas
trasparentes, hasta los atardeceres enrojecidos tras las copas de los pinos, un
cerebro excepcional pulimentaba la traducción inmejorable de la “Imitación de
Cristo”… Y emprendía el cincelado de su maravilloso “Oración y meditación[2].
Una de las obras más famosas concebida y escrita durante su
estancia en Córdoba, es el Libro de la
oración y meditación, obra maestra desde el punto de vista literario y
doctrinal
Miguel Castillo Gorraiz, Córdoba en tiempo de Fray Luis de Granada,
Actas del V Centenario, ed. CajaSur, Córdoba 2005
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