Pues nos tiene Dios abiertas las arcas de sus tesoros,
y entregó las llaves de ellos a un señor que siendo hijo suyo, es hermano
nuestro, nuestra carne y nuestra sangre, y tiene poder general para repartir
con sus hermanos estos tesoros, si se quisieren disponer para recibirlos.
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t. XI,
F.U.E., Madrid 1996, p. 67
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