Después de la tierra síguese que tratemos más en particular
de la fertilidad y frutos de ella. Y esto es ya comenzar a tratar de las cosas
que tienen vida, porque las que hasta aquí habemos referido, que son cielos,
estrellas, elementos, con todos los otros mixtos imperfectos, no la tienen.
Y porque las cosas que tienen vida
son más perfectas que las que carecen de ella, resplandece más en éstas la
sabiduría y providencia del Creador, y cuanto fuere más perfecta la vida, tanto
más claro testimonio nos da del artífice que la hizo, como en el proceso se
verá. Porque no es Dios, como suelen decir allegador de la ceniza y derramador
de la harina, mas antes cuanto son las cosas más perfectas, tanto mayor cuidado
y providencia tiene de ellas y tanto más descubre en ellas la grandeza de su
sabiduría…
Toda esta variedad de especies
innumerables no le costó más que solas estas palabras (Gén. 1, 24): Produzca la
tierra yerba verde, que tenga dentro de sí su semilla y árboles frutales según
sus especies. Oído, pues, este mandamiento, luego parió la tierra, y se vistió
de verdura, y recibió virtud de fructificar, y se atavió y hermoseó con
diversas flores.
Fray
Luis de Granada, Canto a la Naturaleza; Introducción
y selección de textos de Urbano Alonso del Campo O.P., ed. Universidad de
Granada 1991, p. 45
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