Fray Luis de Granada por vocación, por decisión bien
meditada y asumida, es radicalmente un predicador. Sintió la vocación de fraile
predicador, la abrazó con pasión, la cultivó con esmero creciente a lo largo de
su existencia, y la realizó de muchos modos. El predicador engendra luego al
escritor, lo nutre y le da alimento. Su obra escrita es una huella no borrada
de su predicación, es predicación a distancia, altavoz que desafía el paso del tiempo,
un modo admirable de seguir predicando a todo lector. Fray Luis realizó de modo
ejemplar este oficio de la vida cristiana: la predicación. Y Córdoba tuvo la
suerte de oír las primicias de sus sermones. Los primeros pasos de su
predicación en Córdoba tuvieron lugar en los claustros, en la iglesia y en los
alrededores de Escalaceli. De aquí a Córdoba y a los pueblos de Andalucía. El
auditorio de aquel tiempo, que poseía una fina sensibilidad para distinguir
quien predicaba bien y quien medianamente, le da fama de gran predicador. Le
llueven las invitaciones.
Antonio Larios Ramos, V Centenario del
Nacimiento de Fray Luis de Granada (1504-1588), en Actas del, ed. CajaSur, Córdoba 2005, p. 227
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