Tiene
también otra cosa la mar, la cual, como criatura tan principal, nos representa
por una parte la mansedumbre, y por otra la indignación e ira del Criador
porque ¿qué cosa mas mansa que el mar cuando está quieto y libre de los
vientos, que solemos llamar de donas, o cuando con un aire templado blandamente
se encrespa, y envía sus mansas ondas hacia la ribera, sucediendo unas a otras
con un dulce ruido y siguiendo el alcance de las unas a las otras, hasta
quebrarse en la playa? En esto, pues, nos representa la blandura y mansedumbre
del Criador para con los buenos.
Mas, cuando es combatido de recios vientos, y levanta sus
temerosas ondas hasta las nubes, y cuanto más las levanta a lo alto, tanto más
profundamente encubre los abismos, con lo cual levanta y abaja los pobres
navegantes, azotando poderosamente los costados de las grandes naos, cuando los
hombres están puestos en mortal tristeza, las fuerzas y las vidas rendidas,
entonces nos declara el furor de la ira divina, y la grandeza del poder que
tales tempestades puede levantar y sosegar, cuando a Él le place.
Lo cual cuenta el Real Profeta entre las grandezas de Dios, diciendo (Salm. 88, 9-1): Vos, Señor, tenéis señorío sobre la mar, y Vos podéis amansar el furor de sus ondas. Vuestros son los cielos, y vuestra la tierra, y Vos criasteis la redondez de ella, con todo lo que dentro de sí abraza, y la mar y el viento cierzo que la levanta, Vos lo fabricasteis.
Lo cual cuenta el Real Profeta entre las grandezas de Dios, diciendo (Salm. 88, 9-1): Vos, Señor, tenéis señorío sobre la mar, y Vos podéis amansar el furor de sus ondas. Vuestros son los cielos, y vuestra la tierra, y Vos criasteis la redondez de ella, con todo lo que dentro de sí abraza, y la mar y el viento cierzo que la levanta, Vos lo fabricasteis.
Fray
Luis de Granada, Canto a la Naturaleza; Introducción
y selección de textos de Urbano Alonso del Campo O.P., ed. Universidad de
Granada 1991, p. 39
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