Y comenzando a tratar de la dignidad y
oficios de esta ánima intelectiva, decimos primeramente que ella es la que nos
diferencia de los animales brutos, y nos hace semejantes a Dios y a sus santos
ángeles, Lo cual testificó el mismo Hacedor, cuando al principio de la creación
dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen
y semejanza[1],
la cual semejanza decimos que tiene por razón de esta ánima intelectiva.
Donde primeramente se ha de notar con
cuánta autoridad comenzó el Criador a tratar de la creación del hombre. Porque
en la de las otras cosas no hacía más que decir: Hágase esto, y luego era
hecho. Y así dijo: Hágase luz, y luego
fue hecha la luz[2], y Háganse lumbreras en el cielo, y luego
salió a luz el sol y la luna juntamente con todas las estrellas[3]. Mas habiendo de
criar al hombre, usó de este nuevo lenguaje diciendo: Hagamos, etc. Las cuales
son palabras no de sola una persona divina, sino de muchas, que es de toda la Santísima Trinidad ,
que entendió en la fábrica de esta noble criatura. Pero otra mayor se nos
descubre en decir: A nuestra imagen y
semejanza. Porque ser imagen de Dios, a solo el hombre y al ángel
pertenece. Ca las demás criaturas, aunque sean sol, y luna, y estrellas con todas
las demás, no se llaman imágenes, sino huellas
o pisadas de Dios, por lo poco que representan de su grandeza[4]. Mas
por representar el hombre y el ángel mucho más de aquella altísima naturaleza,
se llaman imágenes de Dios. Y aún esto se conforma por otra particularidad que
entrevino en la formación del hombre. Porque habiendo Dios formado su cuerpo
del lodo de la tierra, cuando crió el anima, dice la Escriptura que sopló Dios en él espíritu de vida[5]. Y porque el soplo
procede de la parte interior del que sopla, quiso darnos a entender en esto ser
el ánima una cosa divina, como cosa que salió del pecho de Dios, no porque sea
ella partícula de aquella divina substancia, como algunos herejes dijeron, sino
porque participa en muchas cosas la condición y propiedades de Dios, como luego
veremos.
Fray
Luis de Granada, Obras Completas, t. IX, F. U. E. Madrid 1996 p.
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