RECAPITULACIÓN
BREVE
DE
TODO LO SOBREDICHO
En
la cual se trata de cómo la fe, esperanza y caridad es principio de las tres
partes de la renunciación que al principio de este libro se trató. Trátase
también aquí de la causalidad y dependencia que tienen unas virtudes de otras y
unos vicios de otros. Item, decláranse muchas cosas espirituales por comparación
y semejanza de cosas naturales. Y al
cabo pónese una escalera de todos los grados de las virtudes, comenzando del
conocimiento de Dios, hasta el postrero, que es el cumplimiento de la caridad y
de la bienaventurada tranquilidad.
La fe viva y firme es madre de la
renunciación; porque, representándonos la excelencia y hermosura de los bienes
advenideros, nos hace despreciar los presentes; así como, por el contrario, la
infidelidad es causa de abrazarlos y estimarlos en mucho. También la esperanza
firme y estable es puerta para despedir las aficiones y pasiones de nuestro
corazón: y por el contrario la desconfianza de Dios y de su providencia es
causa de la desordenada afición que los hombres tienen a las cosas terrenas. La
caridad también es raíz y causa del menosprecio de todas las cosas transitorias
y de caminar a Dios, porque el que fervorosamente le ama, todas las cosas
desprecia y siempre supira por Él; mas por el contrario, el amor desordenado de
sí mismo hace al hombre amar el camino por la patria, el destierro por el reino
y el criador por la criatura.
La reprehensión de sí mismo y el
verdadero y entrañable deseo de la salud espiritual es causa de la obediencia y
sujeción al padre espiritual. La meditación de la muerte y la memoria continua
de la hiel y vinagre de Cristo es la madre de la abstinencia. La quietud de la
soledad es ayudadora de la castidad, y el ayuno es quebrantamiento y
amortiguamiento de los incentivos de la carne. La contrición del ánima es
enemiga y contraria a los pensamientos deshonestos. La fe y la virtud de la
peregrinación es muerte de la avaricia.
La misericordia y la caridad entregan
el cuerpo a la muerte, si es menester, cuando lo piden estas virtudes.
Fray
Luis de Granada, Obras Completas, t. XVIII,
F.U.E. Madrid 1998, p. 515-6
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