Si eres colérico e iracundo y por cualquier cosa dices
palabras injuriosas, ruégote que mires al Hijo de Dios entre tantas injurias
tan injustamente sufridas no de hombres extraños, mas de los mismos suyos, a
los cuales tenía hecho muchas mercedes, y se las hacía al mismo tiempo en que
de ellos era injuriado. Óyele, ruégote, aquellas dulces palabras cuando sus
llagas aún destilaban sangre: Padre, perdónalos,
que no saben lo que hacen[1]. Y ciertamente no
le queda un miembro sano sino sola la lengua, y aun esa seca y abrasada con la
sed. ¡Oh cuán ligeramente sufrirías las injurias por tal ejemplo y volverías
bien por mal como Él hizo, si de verdad lo imprimieses en tu corazón!.
Fray
Luis de Granada, Obras Completas,
t. XX, F.U.E. Madrid 1998, p. 448-9
Transcripción
del texto portugués de José Luis de Almeida Monteiro
Traducción
al español de Justo Cuervo
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