Pues contra esta tan grande soberbia san
Miguel, peleando con los demás espíritus por la gloria de Dios, dice: ¿Quién hay entre los fuertes a ti semejante,
oh Señor? ¿Quién hay semejante a ti? Es, en efecto, una maldad horrenda y
detestable, que una criatura quiera arrogarse lo que es propio de la Majestad
tremenda. Y por esta causa, por la victoria obtenida contra el dragón, recibió
el nombre de Miguel. Porque Miguel
significa: ¿Quién es semejante a Dios? Pues así como a Escipión el Africano –si
es lícito comparar cosas terrenas y pequeñas con las celestiales- se le dio ese
nombre por haber subyugado y vencido al África, así Miguel, por esta insigne
voz con que ensalzó la gloria de Dios y atacó al dragón, recibió este nombre
que encierra una singular fe, humildad y obediencia. Así pues, tomemos por
nuestro patrón a este arcángel, quien quiso el Señor que fuera el príncipe de
su milicia y el defensor de su gloria, y pidámosle humildemente, que el odio
que él tuvo contra este monstruo de la soberbia, lo infunda en nuestras almas,
y se digne alcanzarnos del Señor de las virtudes, la virtud de la humildad, por
la cual él y los ángeles buenos, seguidores de su virtud, fueron confirmados y
establecidos en gracia, para que andando por el camino de la virtud merezcamos
llegar a su felicidad y gloria.
Fray Luis de Granada, Obras Completas,
t. XLIII, F.U.E. Madrid 2004, p. 372-5
Traducción de Donato González-Reviriego
Traducción de Donato González-Reviriego
No hay comentarios:
Publicar un comentario