También es muy notorio el milagro que acaesció
en la exaltación de esa misma Cruz, cuando la llevaba sobre sus hombros el
emperador Heraclio, vestido con ropas imperiales, porque, llegando a la puerta
por donde el Salvador pasó con esa misma Cruz, no pudo pasar adelante hasta que
se desnudó las ropas imperiales, y se vistió de un humilde hábito[1].
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