Pues en este libro ('Meditaciones
de la vida de Cristo') se ha tratado hasta aquí de los principales misterios de
la vida de nuestro Salvador, es ahora de saber que, entre otros muchos frutos
para que sirve esta doctrina, uno de ellos es saber por aquí la historia de los
misterios del Rosario: y por esto me pareció dar aquí brevemente la razón por
la cual esta devoción es tan universal y tan celebrada en la Iglesia cristiana,
y declarar cuáles sean los misterios que comprende, para que con mayor estudio
y diligencia los devotos de nuestra Señora se apliquen a ella [1].
Virgen de Lepanto Santa Cruz la Real en Granada |
Y así no es otra cosa la
devoción del Rosario, si se aplica como conviene, sino meditación de los
principales misterios de la vida de nuestro Salvador y de su santísima Madre,
los cuales andan juntos, porque en todos ellos entrevino la Virgen nuestra
Señora como su Hijo bendito, mayormente en los de su santa niñez.
Advertiremos que se reparte en
quince misterios principales de la vida de nuestro Salvador y de su santa
Madre, que son cinco gozosos, y cinco dolorosos, y otros cinco gloriosos.
Los cinco primeros gozosos son:
la anunciación del ángel a nuestra Señora, la visitación a Santa Isabel, la
natividad del Salvador, la adoración de los Reyes Magos, la purificación de
nuestra Señora y presentación de su Hijo en el templo, o cuando después de
perdido lo halló en el mismo templo.
Los cinco dolorosos son: la oración
del huerto, los azotes a la columna, la coronación de espinas, el llevar la
cruz a cuestas, el ser crucificado en ella, con lo cual se junta el oficio de
la sepultura y la soledad de nuestra Señora.
Mas los cinco misterios
gloriosos son: la resurrección del salvador, con el aparecimiento a la sagrada
Virgen y a los discípulos, la subida al cielo, en la cual piadosamente creemos
haberse hallado la Virgen Santísima, porque justo era que la que se halló
presente a los dolores del monte Calvario, no careciese de la fiesta y gloria
del monte Olivete. El tercer misterio glorioso fue la venida del Espíritu
Santo, a la cual esta Virgen se halló presente con los discípulos y discípulas
de su Hijo. El cuarto fue su gloriosa asunción, y el quinto, la gloria de su
coronación.
Pues el que quiere cumplir con
esta devoción, no se ha de contentar con rezar secamente las Avemarías que el
Rosario comprende, sino, rezando con la boca, debe el corazón ir rumiando y
meditando estos misterios susodichos, deteniéndose en cada uno con la devoción
que el Espíritu Santo le administrare.
Pues con esta devoción, que
pertenece a la gloria del Hijo y de la Madre, alcanzará el hombre la gracia y
favor de ambos, para que le sean favorables en todos los negocios y trabajos de
esta vida, y mucho más en el postrer trance de la muerte, para que, ayudado en
este paso, vaya a gozar y ver esta santa Virgen con su precioso Hijo en el
cielo. Al cual sea honra y gloria en todos los siglos de los siglos. Amén.
Virgen del Rosario Iglesia de Santo Domingo en Cartagena (Capilla Marraja) |
[1] Tomado de: www.dominicos.org/espiritualidad/rosario/voces
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