Y después de la resurrección general
atormentará también los cuerpos, a los cuales no menos atormentará el horror
del lugar adonde han de penar, que es el infierno, el cual es, como dice sant
Isidro, lago sin medida, profundo sin fondo, lleno de ardor incomparable, y
dolores innumerables, y de tinieblas palpables, donde ninguna orden hay sino
horror y espanto perdurable, de donde están desterrados todos los bienes, y
están aposentados todos los males[1].
Fray Luis de Granada, Obras Completas, t.
XIII, F.U.E. Madrid 1997,
p. 241
[1] Cf. S. ISIDORO, Etimologiarum, XIV, 9, V, infernus: PL 82, 525-6: Synonimorum, I, 73: PL (3, 844; De ordine creaturarum, 13: PL 83, 945
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