Mas ¿qué diremos de tantas diferencias de
flores tan hermosas, que no sirven para mantenimiento, sino para sola recreación
del hombre? Porque ¿para qué otro oficio sirven las clavellinas, los claveles,
los lirios, las azucenas y alhelíes, las matas de albahaca, y otras
innumerables diferencias de flores (de que están llenos los jardines, los
montes, y los campos y los prados) dellas blancas, dellas coloradas, dellas
amarillas, dellas moradas, y de otras muchas colores, junto con el primor y
artificio con que están labradas, y con la orden y concierto de las hojas que
las cercan y con el olor suavísimo que muchas dellas tienen? ¿Para qué, pues,
sirve todo esto, sino para recreación del hombre, para que tuviese en qué apacentar
la vista de los ojos del cuerpo, y mucho
más los del ánima, contemplando aquí la hermosura del Criador y el cuidado que
tuvo, no sólo de su mantenimiento, como padre de familia para sus criados, sino
como padre verdadero para con sus hijos, y hijos regalados?.
Fray Luis de Granada Maravilla del mundo; selección y prólogo de Pedro Salinas, ed. Comares, Granada 1988, p. 27-9
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