Fray Luis no murió víctima del dolor que le produjo el
engaño de la ‘monja de Lisboa’. Fray Luis está tranquilo con la seguridad que
rezuma de su último sermón. Ya hacía tiempo que iba diciendo y afrontando el
paso definitivo, lejos de las pompas y las vanidades del mundo desde la soledad
deseada y buscada, como él dirá: ‘la verdadera y perfecta soledad no la hacen
los lugares, sino los corazones: sólo está quien está con Dios, y sólo está
quien vive dentro de sí; y sólo está quien cortó y despidió de su corazón todas
las aficiones del mundo, porque fuera está ya del mundo quien no quiere nada de
él, no tiene porqué recibir pena ni gloria de las cosas que no ama, pues donde
no hay amor no hay pena, ni cuidado, ni alegría, ni turbaciones’. Fray Luis
sabía que el fin de su andadura terrena
estaba cercano. Esperaba con gozo a la hermana muerte. Está preparado para el encuentro
definitivo con el Señor. Y así fue. Está finalizando la última etapa de su
vida; entrevé la meta. Ha conservado hasta el fin la lucidez de su mente y la
fidelidad a su vocación….
El padre maestro fray Luis de Granada
falleció en el convento de Santo Domingo de Lisboa a las nueve de la noche del
día 31 de diciembre de 1588. Tenía ochenta y cuatro años cumplidos
ALONSO DEL CAMPO, URBANO,
Vida y obra de fray Luis de Granada, ed. San Esteban, Salamanca 2005 p. 228
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