Si dice David que es Dios admirable en sus Santos[1]; ¿Quánto mas lo
será en aquella en la cual amontonó todas las prerrogativas, gracias y dones de
todos los Santos? Mas suben de punto a este concepto dos particulares
consideraciones. La primera, que se compadezca en una criatura de carne y
sangre mayor perfeccion que en el mas alto Seraphin: y esto antes que saliesse
del vientre de su madre a esta luz. No es maravilla que un muy primo oficial
haga en plata y oro obras maravillosas, de delicados primores, y bien asentadas
labores; porque la materia subida da lugar, y las sufre: mas que esas mismas y
mejores haga en barro, es cosa de mayor admiración. De ver volar una aguila y
subirse a las nubes nadie se maravilla; mas todo el mundo se admira de ver
andar un hombre sobre una maroma. Que un Seraphin sea adornado de mil gracias y
perfecciones, nadie se admira; por ver que se asientan en una naturaleza
espiritual purissima: mas que estas perfecciones y mayores se hallen en un alma
vestida de carne, metida en un cuerpo sujeto a tantas miserias, administrada
por sentidos corporales; y que no se le
pegasse de ellos nada, y sea mas pura que las estrellas, y passe de un vuelo
todos los coros de los Angeles, y exceda a la perfeccion de los Seraphines;
¿qué cosa puede ser de mayor admiración?
Que una dama que no entiende en mas que
asistir a la Reyna ,
ande pulida y limpia, ¿qué maravilla? Mas que llegue el aseo y limpieza de una
muger que no sale de la cocina entre las ollas, calderas, y cazos, y tizones y
carbon, a tal extremo, que al cabo de sesenta años de este ejercicio anduviesse
mas limpia, y sin el olor de aquel lugar, que las damas en las galas; ¿no sería
cosa mayor que toda admiración? Pues qué menos es que esto, considerar el alma
de esta Sacratísima Virgen encerrada en un cuerpo mortal, administrada por
estos sentidos corporales; y que en sesenta y mas años nunca ninguno de sus
sentidos se le desmandasse tanto como en un cabello en grueso? Que jamás sus
ojos se desmandasen en ver, nunca sus oidos en oir, nunca su paladar en gustar,
nunca su lengua en hablar? Que siendo forzoso acudir a todas las necesidades
naturales, al sustento del comer, beber, dormir, al tratar, hablar, responder,
negociar, y salir de casa, y tratar con las gentes; que todo fuesse con tanto
compás, peso y medida, que jamás dixesse una palabra de mas, ni tuviesse un
pensamiento o un primero movimiento de pesadumbre, ni un afecto, ni tomasse un
bocado de mas? A quien no pone en admiración tal concierto? Quién vió
jamás tal relox? Tan perfecta
uniformidad e igualdad? Qué mayor puede ser la de los mismos Cielos?
La segunda consideración que levanta la
admiración de tan extremada perfeccion, es ver como llego a tanta alteza con
tan pocos ejercicios. El Apostol San Pablo discurria por el mundo, predicaba a
los Gentiles, disputaba con los Judios, escribia a los ausentes, socorria a los
presentes, padecia injurias, persecuciones, prisiones, carceles, hambre, sed,
calor, frio, desnudez, desagradecimientos, trayciones, naufragios, azotes,
piedras: mas esta Sacratissima Virgen no entendia en estas obras; porque la
condicion y estado de mujer no lo sufria. Sus principales exercicios, después
del servicio, y criar a su Hijo, eran espirituales: eran obras de la vida
contemplativa, no faltando a las de la activa quando era razon. ¿Pues no es
cosa de admiración, que con tan poco estruendo de obras exteriores, con solo lo
que passaba en silencio dentro de aquel sagrado pecho, dentro de aquel corazon
virginal, mereciesse tanto con Dios?[2]
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