La prosa de Fray Luis de Granada tiene una dimensión
oratoria de estirpe ciceroniana moderada, llena de ritmo y color, abundante en
las descripciones de un sorprendente realismo y un delicado sentido poético, sin que
por ello prescinda del rigor conceptual aristotélico propio de la orden. Su lengua es
sencilla pero no vulgar, romance siempre que no se trate de obras referidas
estrictamente a religiosos.
Tradicionalmente Fray Luis ha sido considerado un asceta...Pero el sentimiento de la naturaleza, el descubrimiento de la presencia de Dios y del orden divino en el movimiento de la naturaleza hacen de Fray Luis de Granada un hombre dotado de una innegable dimensión mística en un sentido más amplio del término. Fray Luis es un místico de la luz, un hombre confiado en la bondad divina y en las posibilidades humanas de alcanzarla.
La obra de Fray Luis de Granada gozó de una gran acogida en
su tiempo. A las innumerables ediciones en español y portugués, hay que sumar
las traducciones que, durante los siglos XVI y XVII, extendieron sus escritos por
toda Europa. Así, por ejemplo, a lo largo de estos dos siglos, la Guía de pecadores fue
traducida al italiano, al latín, al polaco, al griego y al francés; el Libro de la
oración y meditación se tradujo al latín y al italiano; El Memorial de la vida cristiana se
tradujo al alemán, al italiano y al francés; la Introducción del Símbolo de la Fe fue vertida al italiano,
latín e incluso al japonés. Su presencia en Inglaterra también es notable.
Posteriormente, el siglo XVIII valoró la limpieza y precisión de su prosa frente a los
excesos barrocos. Ésta es la consideración que más extendidamente ha perdurado, la del
prosista de altura, en detrimento, tal vez, de la dimensión espiritual de su
escritura.
J. V. Z., Fray Luis de Granada, Academia de Buenas Letras de Granada, Internet
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