Por fidelidad
a esta vocación y a esta profesión, abrazadas de por vida en plena juventud, su
espíritu tuvo una peculiar sensibilidad, favorecida por el ambiente, para
proyectarse al servicio o ministerio de la predicación no sólo entre los
cristianos viejos sino también entre los cristianos posibles. O sea, predicar el
evangelio a toda criatura. Arraigó y creció en su espíritu el afán de
evangelizar no a los hermanos lejanos, sino a los hermanos cercanos: a los
moros y a los judíos que convivían con los cristianos, pero no compartían con
ellos la fe cristiana.
Subrayemos,
cosa que ya notó Azorín, el espíritu tolerante del predicador y del escritor
fray Luis. Las raíces de esa tolerancia religiosa hay que buscarlas creo yo, en
su innata bondad, pero también en una serie de circunstancias que contribuyeron a
su actitud respetuosa, a su voluntad de diálogo, a su concepto teológico de la
libertad de la fe, lejos de fanatismos abruptos, aunque no lejos de un sano
proselitismo. Hay ‘muchos –advierte- falsamente celosos de la fe, los cuales
tienen creído que no pecan haciendo mal y daño a los que están fuera de ella,
ora sean moros, o judíos, o gentiles’[1].
El haber
convivido en Granada y en Lisboa con ‘no cristianos’, tal vez el recuerdo, tan
vivo en Granada, de fray Hernando de Talavera, y sobre todo su idea de la
libertad religiosa nos ponen en la pista para comprender una apertura que, por
desgracia, no era común en el siglo XVI.
Fray Luis no traiciona
su teología de la fe, ni su servicio al evangelio, dice sí al proselitismo
cristiano, también a la libertad religiosa: la fe es libre. Proclamarlo en un
tiempo en el que el fanatismo se endureció tanto, es una grata sorpresa. La Introduccción
del Símbolo de la fe, la obra culminante y la más grandiosa de fray Luis, es
junto con el Breve tratado o catecismo, la predicación escrita de muy largo
andar y de muy abierta tolerancia religiosa de fray Luis: un sermón inacabable,
convertido a grandes trozos en diálogos apacibles entre un catequista y un
catecúmeno.
Urbano
Alonso del Campo, Vida y obra de fray Luis de Granada, ed. San Esteban,
Salamanca 2005, p.241
[1] FRAY LUIS DE GRANADA,
Obras t. XII, F.U.E. Madrid 1996, p. 141
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