Y es esto tan verdad que el mismo Cristo, imagen de la
bondad divina, entre otros nombres que le honran es llamado Sol de Justicia, lo
que declara muy bien el misterio de este día.
En efecto, el sol, tan pronto como nace en Oriente, extiende sus rayos a
los confines últimos de la tierra, lo mismo ha sucedido hoy, cuando el Sol de
Justicia, Cristo, al tiempo de nacer iluminó las regiones del mundo con la luz
de su gracia. No quiso, como señala el Papa León, que las primicias de su
nacimiento quedaran ocultas en la estancia materna, quiso que todos conocieran
enseguida a quien por todos se había dignado nacer.
Valiéndose de la estrella brillante y
de la propia luz interior de los Magos, se dignó el Señor atraerlos desde
oriente, por gracia sólo de su bondad, sin que lo esperaran ni lo imaginaran. Dichosos ellos que recibieron las
primicias del espíritu por beneficio especial de Dios. Dichosos porque entre
todas las gentes fueron los primeros en ver la luz del mundo guiados por la
luz. Felices porque antes que los apóstoles gracias a su estrella, unida a la
misión apostólica, recibieron la del evangelio.
Fray
Luis de Granada, Obras Completas, t. XXV,
F.U.E. Madrid 2000, p. 282-3
(Transcripción
y traducción de Ricardo Alarcón Buendía)
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