La
Retórica Eclesiástica
la escribió Fray Luis en latín (Libri sex ecclesiasticae rhetoricae), y fue
traducida al castellano en el último tercio del siglo XVIII; en ella se proponía
definir el arquetipo del perfecto orador cristiano. En sus ideas sigue a los
dos grandes maestros de la oratoria clásica, Quintiliano y Cicerón,
particularmente al segundo. Un poco en contradicción con sus propias características,
define como ideal el estilo sencillo y natural frente a la demasiada
redundancia de palabras; pero encarna perfectamente su propio arquetipo cuando
afirma que el orador debe sentir y conmoverse él mismo en la medida en que
desea mover y emocionar a sus oyente y, sobre todo, cuando –según la definición
de Quintiliano: ‘vir bonus dicendi peritus’- exige para el orador no sólo
condiciones de ciencia y elocuencia, sino, sobre todo, cualidades morales,
rectitud de intención, integridad y bondad.
JUAN
LUIS ALBORG, Historia de la
Literatura española, t. I: Edad Media y Renacimiento, ed.
Gredos, Madrid 1975, p. 884
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