jueves, 2 de febrero de 2012

Sermones de santos: la Purificación

TERCER SERMÓN,

EN QUE, TRAS UNA EXPOSICIÓN BREVE DE LA LECTURA EVANGÉLICA, SE EXPLICA CON MÁS AMPLITUD LA LEY SOBRE LA OFRENDA DE LOS PRIMOGÉNITOS

TEMA: Conságrame todo primogénito, tanto de hombres como de animales, porque míos son todos (Ex 13, 2).

      Queridos hermanos: si de todos los beneficios divinos es el misterio de nuestra redención y salvación, el que ocupa el primer lugar, es deber nuestro celebrar con singular devoción y gratitud cuanto atañe a este beneficio. Hoy recogemos las primicias de nuestra salud, pues el hijo unigénito de Dios, cuya oblación y sacrificio debían redimir al mundo, es ofrendado a Dios Padre por nosotros, y es rescatado. El que más tarde iba a redimir al mundo con las cinco heridas de su cuerpo sacratísimo, es hoy rescatado con cinco monedas de plata. Fueron como el anticipo de nuestra redención y el sacrificio vespertino: la antigua ley prescribía que había de hacer dos ofrendas, una en la mañana, y otra al atardecer. Ambos sacrificios ofreció por nosotros el salvador: hoy en la ofrenda, el matutino; después con su pasión, el vespertino.

      Hoy, además, con la oblación del Hijo, celebramos la purificación de la Madre, que aun cuando de nada se tenía que purificar quiso hacerlo, para que, igual que el Hijo inocente tomó en la circuncisión la imagen del pecador, también ella, purísima, tomara la imagen de las mujeres impuras, sometiéndose a la ley de la purificación; y esto, sin hablar de su humildad, se hizo por dos razones principales: una, que deseando ofrecer hoy a Dios a su hijo primogénito, la ofrenda más pura, quiso santificarse también ella con este acto de humildad, para que su ofrenda fuese tanto más grata cuanto más puro y humilde era el espíritu de la oferente.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, Sermones de santos: la Purificación  t. XXXIX, F.U.E. Madrid 2003, p. 397-8

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía

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