jueves, 19 de abril de 2012

Juan de Ávila y fray Luis de Granada

Oteando el futuro desde el Arenal de Sevilla, mientras los navíos se van por el Guadalquivir, ¿podríamos pensar que fray Luis y Ávila se conocieron en Sevilla?. Más aún: ¿que allí decidió Ávila a propuesta de fray Luis, probar fortuna apostólica en la diócesis cordobesa?

Ávila frecuentaba a los dominicos, y buscaba amparo en ellos. En 1527 se alistó en la leva de fray Julián Garcés: no obtuvo el pase. En 1534 está "descolgado", sin oficio ni beneficio, sin incardinación y, para colmo, con un proceso inquisitorial a cuestas; ha salido absuelto, sí, mas alguna nota siempre queda; lo mejor cambiar de morada. El numeroso grupo de Betanzos no podía pasar inadvertido a Juan de Ávila. Ni tampoco el "fracaso" de fray Luis. Uno y otro, por distintos caminos, llegaron a Sevilla; la suerte no les acompañó; los unirá el espíritu, la frustración, el común temple apostólico. Ávila es un predicador cuajado; fray Luis un predicador en ciernes...

Fray Luis y Ávila, permítaseme la no infundada hipótesis, se pusieron en camino Guadalquivir arriba, no hacia el mar, sino tierra adentro. Hacia Córdoba. Ávila tenía buenas amistades en Écija. Esas amistades serán pronto compartidas con fray Luis. Los dominicos de Sevilla le abrieron a Ávila, un sacerdote manchego "descolgado", caminos de predicación. Los dominicos de Sevilla pudieron muy bien, a raíz de su salida de la cárcel inquisitorial, orientarlo a Córdoba, cuyo obispo era un dominico de noble prosapia y de magnánimo, acogedor espíritu: fray Juan Álvarez de Toledo. Ávila, sacerdote vago -es decir, sin diócesis-, se incardinará en la de Córdoba, será, a no tardar mucho, clérigo cordobés e íntimo amigo de fray Luis.

Álvaro Huerga Teruelo, Fray Luis de Granada B.A.C. Madrid 1988, p.45-6

No hay comentarios:

Publicar un comentario