viernes, 6 de enero de 2012

Sermones de tiempo: Navidad I

He aquí un niño del cielo, acostado entre brutos rebaños,
al que una ropa sencilla le cubre los pechos divinos.
Tiene por trono un pesebre muy duro para reclinarse
a quien no pueden contener el mundo entero y sus espacios.
Mira cómo está desnudo el niño entre las pajas, y cómo del frío
tiemblan los miembros sagrados del inmortal tonante.
Tiene por compañeros un toro y un asno.
El que gobierna la tierra y el mar y manda sobre los astros
¿Cómo yace entre la paja y la hierba cogida en las charcas?
Nada tiene de extraño: que a Dios le sigue la triste pobreza.
¡Ay felices entrañas de una madre afortunada,
que tuvo la dicha de renovar el linaje con tan divino parto!
¡Oh piedad, decoro nuestro inolvidable!
¡Oh pastor que nunca olvidas tu rebaño!
¡Oh niño, prenda gloriosa del amor eterno!
Nace ya, precioso niño, gloria del siglo que empieza!
¡Qué de torres y enemigos rendiremos, si eres tú nuestro guía!
Lo será: Entre tanto, ya por ti se abre el cielo;
invicto vencerás tú el fortín de los impíos,
y limpiarás sin pecar tú el pecado de los demás.
Nace ya, honra de los cielos y complacencia del Padre,
nace, esperanza de los hombres, gozo de la vida celestial,
volverás a los patrios alcázares de tu reino de estrellas.

Fray Luis de Granada, Obras Completas, Sermones de tiempo: la Navidad  t. XXV, F. U. E. Madrid 2000, p. 143 

Transcripción y traducción de Ricardo Alarcón Buendía

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